5to Aniversario de Necio Records en Perú: La Cumbre sin fronteras ni banderasespera un momento...
viernes 28 de diciembre, 2018
Escrito por: Equipo SO
Esta es una crónica del viaje a Lima en el que me embarqué junto a Vago Sagrado, banda chilena que fue invitada a tocar en el cumpleaños del mejor sello de vanguardia del país vecino. Una experiencia que nos dejó buena música en la memoria, reencuentros, nuevas amigas y amigos, además de la seguridad de que el rock sigue vivo y fluye con fuerza destruyendo los límites nacionalistas.
Por Matias Burgos
Fotos: Brayan Flores Ramirez
Día 1:
Viernes 14 de diciembre de 2018 – Victoria Bar, Barranco
El destino es Lima y la ocasión es el 5to aniversario de Necio Records, el sello de vanguardia más prolífico y esforzado de todo el Perú, que celebra un nuevo año de existencia editando bandas de todo país que tenga sonidos intensos y altamente lisérgicos. Como parte ejecutiva de Ceguera Records, me colé en este viaje para acompañar a Vago Sagrado, invitados chilenos que se han hecho un lugar destacado en la neopsicodelia criolla, que van a presentarse dos veces allá. Luego de una larga espera en la sala de ensayo, llegó el transfer (tarde) manejado por un tipo que poco sabía del oficio. Nos contó que era de Chanco y votaría por Kast, “el mejor de todos los que salieron en la última”. Le dije que era el peor de todos y ahí pasamos de tema mejor, enseñándole la ruta al aeropuerto.
Finalmente volamos. Jetsmart es una nueva línea low cost, con asientos duros como sillas de colegio y una política dudosa de equipaje. Salimos 30 minutos tarde, pero el piloto debe haber sido micrero antes porque la aceleró y llegamos a tiempo a Lima, lo que me costó un aterrizaje doloroso ya que sentía como la presión casi se me reventaba el ojo izquierdo mientras me lagrimeaba. Alberto Parra (AKA “Parrita”, guitarra y voz), sentado a mi lado, no se percató de mi dolor, haciéndolo menos incómodo. Durante el viaje, Carlos González (AKA “Karloncho”, bajo y voz) dormía en un vaivén que variaba entre dejar caer la cabeza hacia atrás con la boca abierta y apoyar la frente en el asiento delantero.
Lima es una ciudad donde viven 12 millones de personas (dos tercios de la población total de Chile), con una furiosa actividad día y noche, de lunes a viernes. El tráfico es mortal: cero respeto a las normas del tránsito, con autos pasándose las rojas como si nada y doblando en tercera fila. Así, a las carreras en pleno centro y sorteando autos a milímetros de sacar chispas, llegamos a la Hostal 1990, antes la mansión de algún ricachón y que ese fin de semana albergó, además de a nosotros, a Kayros (Concepción) y Múcaro (República Dominicana) en la misma habitación. Pese a compartirla con otras 17 personas, no dejaba de ser elegante. Luego de comer en el peor sucucho de la cuadra y un breve descanso, nos dirigimos a la primera tocata.
Otra odisea en el tráfico y llegamos a Barranco, el distrito cuico de Lima junto con Miraflores. El bar está instalado en una enorme casona, con el escenario situado en lo que asumimos era la cava del hogar. “Muy virreinato, ¿eh?”, dijo Arturo Quispe, director y creador de Necio Records, un tipo que pasa sus días cazando bandas para su sello, planeando conciertos que mueven el underground peruano de ayer y hoy. Así se ganó el apelativo de “King”, un título que más allá de una broma con cariño, es real signo de admiración por su labor. Nos encontramos también con los chilenos de Slow Voyage y parte de Lagunas Mentales, que fueron a hacer el apañe en su noche de descanso tras unos días de shows en Perú. El menú de la noche incluyó a Múcaro, Kayros, Cuarzo y Vago Sagrado: los primeros combinan un sonido muy pesado (“le pega como Yajaira”, dice Nicolas, AKA “Nick Vayolence”, baterista del Vago y siempre atento a los tarros), con disonancias que los sacan del eje stoner clásico. Los penquistas subieron después para un corto pero intenso set, un aperitivo que dejó a Nacho, voz y guitarra rítmica, con ganas de más. “Pero bueno… mañana será”, dijo ansioso mientras se empinaba una pilsen. Cuarzo recuerdan mucho a Kyuss, pero son jóvenes y tienen destellos de originalidad que asoman un buen futuro.
Día 2:
Sábado 15 de diciembre – Aniversario 5 años de Necio Records, Asociación Guadalupana
Despertar, vagar por ahí, dar la cacha un rato para llegar a un restaurante otra vez malo, un poco mejor que el de ayer pero malo al fin. Claramente no estábamos bien dateados, pero nos llenamos el buche y quedamos listos para enfrentar la jornada: el quinto cumpleaños de Necio Records, de 16:30 a 2:00, con 25 bandas en vivo. Una locura que Arturo llevó a cabo en la Asociación Guadalupana (la sede social del viejo Colegio Guadalupano, fundado hace 178 años), un edificio con patio, dos pisos y una terraza que albergaron los 3 escenarios de este festival, los que funcionaron de forma alternada para asegurar buen sonido y asistencia de público para cada show. Una feria de música, ropa, arte y fanzines junto con la venta de cervezas frías complementaban el ambiente de jolgorio.
El Jefazo era un nombre que el público esperaba ver, especialmente nosotros porque actuarán en el próximo Woodstaco en enero de 2019. Un tipo gigante en el bajo y otro mucho más bajo en la guitarra, con el mediano en la batería, iniciaron una explosión pesadísima que hizo retumbar los cimientos del salón. El moshpit, alentado por el bajista de la banda que llamó al público a sacarse la mierda, no cesó salvo en pasajes más marihuaneros de sus temas. “Van a dejar la cagá en Woodstaco”, me dice Karloncho al mismo tiempo que encuentra un parecido entre el alto y Negan, de The Walking Dead. Después, atacaron Los Satánicos Marihuanos con riffs de raíz Megadeth, agitando al público con su vibra punk. Aunque los de atrás no veían nada, la gente llenó el salón para escuchar y sacudir sus cabezas.
Lagunas Mentales se presentó en el patio, cuando ya empezaba a oscurecer y sus acordes nostálgicos se combinaron con las primeras luces nocturnas, un matiz más tranquilo entre los sonidos fuzz y acid jazz que sonaron toda la tarde. Un cansado Arturo se asomó por la ventana del segundo piso para hacer un anuncio: “Eeeh, ahora viene Hijo De La Tormenta y… si quieren venir, pues… eeh… suban todos… ahora ya!”. Subimos y los argentinos, ya instalados, tiran los primeros acordes de sus canciones que pasan por la calma, la intensidad y la tormenta, con letras de poesía a la naturaleza y la humanidad. Un show que dejó la vara altísima para los que seguían en ese mismo escenario: Vago Sagrado. Antes, Kayros tocó en el patio y esta vez descargaron todo lo que tenían desde la noche anterior, incluso dándose el lujo de improvisar un buen rato con la base rítmica azotando con todo mientras Larrea, el guitarrista, se mandaba unos solos con un pedal que emulaba una flauta cósmica. En ese momento pensaba que Karloncho, Parrita y Nick ya sabían que tenían que dejar la vida o pasar sin pena ni gloria.
Lo que siguió a esto fue una vorágine de cervezas, buena marihuana limeña y las bandas Spatial Moods, Mutant Geisha, Culto Al Qondor y Rito Verdugo.
El cansancio no se notaba en esta alucinación de sonidos que es la escena peruana, realmente a la vanguardia en Latinoamérica. El final fue algo abrupto, con la caída al suelo de un power que dejó a Rito Verdugo tocando en formato instrumental y sólo con el backline, lo que no detuvo ni por un instante al público que se las cantaba todas. Circunstancias injustas para Reino Ermitaño que cerraba la jornada, pero quienes demostraron gran humildad al asumir el desenlace sin alegatos ni reproches. Todo lo contrario, de hecho, pues fue una ola de felicitaciones a la mente maestra detrás de todo esto. Creo que ahora sí, definitivamente, Arturo fue reconocido como el King of Kings. Y nosotros, los chilenos, reconocimos en los músicos peruanos una humildad y entrega que la verdad no se ve mucho en nuestro país.
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