Sistemas Inestables en SCD Plaza Egaña: cerrando un círculo de relieves y experimentación
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Sistemas Inestables en SCD Plaza Egaña: cerrando un círculo de relieves y experimentación

Sistemas Inestables en SCD Plaza Egaña: cerrando un círculo de relieves y experimentación

viernes 28 de septiembre, 2018

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Escrito por: Álvaro Molina

La noche del miércoles 26 de septiembre el Ciclo LeRock estaba llegando a su fin. Las fechas que durante el presente año hicieron vibrar, experimentar sensaciones y abrir espacios ocultos en la nueva música experimental chilena, tuvieron lugar en la Sala SCD Plaza Egaña. Aquí, el común denominador escénico es la intimidad con la que los artistas del sello LeRockPsicophonique se presentaban frente a un público reducido, pero preciso; sibaritas de esta bullante e incipiente escena que está buscando hacerse un espacio a pasos agigantados. Y así, el colectivo discográfico enfocado en los estilos del math-rock y post-rock, llevó a cabo estas degustaciones de su catálogo con las presentaciones de Inverness Sexores (abril), Osorezan (mayo), Baikonur (junio), tortuganónima (julio), La Ciencia Simple (agosto) y, finalmente, Sistemas Inestables junto a Nico Aimo.

Formados recientemente, Sistemas Inestables es un trío compuesto por Mauricio Lacrampette en bajo (quien además participa en la alineación de los Vuelveteloca), el compositor y multi-instrumentalista José Tomás Molina (pueden revisar ‘Bilanciare’, su último disco solista aquí) y Javier Hechenleitner en batería y secuenciadores (en nuestro último artículo dedicado a LeRockPsicophonique pueden averiguar más sobre el rol de este personaje en el sello). Así, la formación de este conjunto es un círculo complejo, donde los tres músicos habitan su propio espacio sonoro, el cual experimenta la (de)formación en diferentes relieves y escapes para crear pasajes de vanguardia musical que, rápidamente, pueden pasar a ser aguas calmadas bañadas en melancólico jazz para, repentinamente, explotar en cambios de ritmo adornados con la experimentación que cada uno de sus miembros le otorga a los diferentes movimientos que componen sus canciones.

Algo así podría ser en términos muy resumidos lo que presentó este trío el pasado miércoles con motivo del lanzamiento de su disco debut ‘O’ (2018). Para esta ocasión, LeRockPsicophonique también reveló que actualmente se encuentran haciendo una colaboración (¿de distribución? ¿o un pacto más que prometedor e interesante?) con el ecléctico sello trasandino Chancho Discos, cuya ética de trabajo es autodefinida como una sublimación de la canción. Si usted se pregunta qué diablos significa eso, pase a revisar el catálogo de los amigos argentinos, el cual incluye una atractiva banda llamada Macondo Children (si gusta de las vetas artísticas del stoner y el hard rock, no se defraudará), entre muchos otros proyectos.

Uno de esos «otros» proyectos es el del productor de electrónica ambiental Nicolás Aimo, quien abrió la noche unos minutos antes con sus pasajes oníricos y pegadizos. Como característica fundamental, lo de Nico Aimo es una madeja etérea de sonidos que tienen la gracia de ser compuestos completamente en vivo. Es decir, chao con los samples y las maquetas pre-fabricadas. El argentino mostró una honesta forma de crear música, acompañado de una plétora de equipos y maquinaria que servían como instrumentos para crear una serie de variaciones que se sentían como una larga cola de ambientación musical. Muy bien logrado.

Luego de un pequeño intermedio, en donde el respetuoso y fiel público congregado en la sala de Plaza Egaña aprovechó de acomodarse aún más en el recinto, era hora de que Sistemas Inestables mostrara lo suyo. Como primer dato freak, parecía curiosa la forma en que estaban posicionados los instrumentos y equipos; el sintetizador principal de José Tomás Molina casi pegado a la batería de Hechenleitner, quien además contaba con un pequeño set de secuenciadores a su lado, al mismo tiempo que Mauricio Lacrampette se estacionó lo más atrás del escenario junto al bajo, también un pequeño teclado para aunar más los matices de la música creada por el trío. En fin, comienza el primer tema, «Descenso» y la vara se pone alta; el suave jazz en teclado del inicio enseguida comienza a complejizarse, para dar origen a un vórtice de sonidos que juegan con los tiempos, ritmos y melodías. Como decíamos antes, cada músico habita en su propio universo estacionario; arreglos y relieves en los pedales de Molina y Lacrampette por un lado, los ritmos enrevesados de Hechenleitner por el otro. Una mini-sinfonía para dar el puntapié inicial.

Luego, con «Retorno de Saturno» quedó claro el por qué de la forma de posicionar los instrumentos arriba del escenario. Creo que nunca había visto algo así de bizarro y, al mismo tiempo, atractivo. Como si se paseara por el multi-instrumentalismo, José Tomás Molina deja a un lado el teclado en secuencia y agarra las baquetas para unirse en batería a Hechenleitner (con una caja distinta eso sí, pero compartiendo bombo y espacios de una manera más bien… insólita). En fin, el ritmo krautrockiano que Molina y Hechenleitner crearon en conjunto sirvió para que Lacrampette, desde las sombras, añadiera más y más capas de pura entretención sónica. La misma experimentación que en «DDVYPDV» abre los espacios para una forma más pesada de elucubrar el rock de vanguardia que Sistemas Inestables explora, sin miedo y sin dejar de lado las bases rítmicas y melódicas con las que trabajan. Poco a poco, el respetable estaba entregándose a la propuesta del trío, siendo los aplausos y las vibras ingredientes infaltables luego de cada tema.

Por último, el cierre que vino con «Azimut Shift/Zenit» resumió de buena manera la presentación vivida esa noche de miércoles. Como un círculo que se cierra perfectamente, los Sistemas Inestables hacen sentir al oyente que está frente a algo afiatado, frente a músicos que se conocen profundamente entre ellos (¿o no?), donde la comunicación arriba del escenario, a través de miradas que quién sabe cuántos mensajes contienen, fluye sin problemas a la hora de desatar las vertientes de sonido que este trío va explorando. Un sonido especial, honesto, en donde la metáfora del círculo como forma perfecta hace algo de sentido. Basta con echar un vistazo al título del disco (‘O’) y su portada para tener atisbos de lo que esto significa; específicamente, la portada es un círculo ondulante, con diferentes patrones en su relleno.

Algo así es la música de Sistemas Inestables, a falta de imaginación y palabras para describirla. Un trío de artistas donde cada uno sabe muy bien lo que hace, trabajando desde su propio mundo o patrones musicales, pero finalmente fundiéndose en la misma estela de sonidos que dan forma a esta circularidad entre los temas que presentaron en la Sala SCD. Una retroalimentación exquisita, con un sonido impecable y sembrando la esperanza al respetable de que es una banda cuyo fin es hacer música por el amor a ésta, a pesar de todas las complejidades y laberintos por las que va surcando. Con todo, el show de Sistemas fue algo especial, que tocó una vena fundamental. Incluso con el bis que se ganaron por parte del público, en donde aprovecharon de presentar una nueva canción compuesta tan sólo el día antes (!) que salió, se sintió y añadió un epílogo más que respetable para culminar los casi cuarenta minutos de presentación. Un acierto seguro y otra gema para añadir a la escena de vanguardia chilena.

 

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