Fatal Prediction Fest 2025 III: Inmortalidad simbólica desde el más alláespera un momento...
domingo 05 de octubre, 2025
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda
Fotos Rodrigo Damiani @SonidosOcultos
En el contexto de Fatal Prediction como festival, el metal extremo en su faceta más primitiva genera una convocatoria admirable, mucho más cuando el cartel de turno incluye nombres imprescindibles para los fans más acérrimos del género y sus respectivas sub-ramas. Es el caso de Massacre, banda angular en el auge del huracán death metal que azotó Florida durante la década del ’90. Formada en los ’80 por músicos que compartieron en distintas etapas con el eterno Chuck Schuldiner en Death, les bastaría una serie de demos y el fundamental LP titulado From Beyond (1991) para ayudar a construir la identidad del metal de la muerte en sus formas más cruentas. Tras su debut en estas tierras allá por 2020 -de los últimos eventos de música en vivo en nuestro país, con el desastre pandémico a la vuelta de la esquina-, los liderados por Kam Lee, el único fundador sobreviviente, retornan ofreciendo un repertorio centrado en su (casi) totalidad por la criatura del ’91. Y es que a pesar de la calidad de sus últimos lanzamientos -el más reciente es Necrolution (2024)-, Lee tiene claro que lo mejor de ‘su’ banda está en aquellos años fundacionales, cuando el death metal era un impulso desde la tripa misma, literalmente.
No solamente de clásicos vive el metal. También hubo lugar para la resiliencia, como es el caso de Brujería. La duda sobre el estado de salud tras las lamentables partidas de Juan Brujo y Pinche Peach hace poco más de un año, generó altas expectativas entre sus fans, tanto en los incondicionales de años como en quienes probablemente jamás han visto en acción a la banda. Así como para algún primer cara a cara en suelo chileno, lo que nos debía Vltimas. La superbanda liderada por David Vincent y Rune Eriksen, en pleno ciclo de su segunda placa titulada Epic (2024), ofrece una propuesta arraigada en el metal extremo desde la raíz, abarcando el death y el black más primitivos, potenciados con un matiz de thrash metal tan elaborado como implacable.
Arrancando la jornada sabatina en el teatro Cariola, y ante un público bastante escaso en horas de la tarde, el death metal de To Kill haría lo suyo. Ajustados en todas sus líneas, misilazos del calibre de «The Finisher», «Breakfast of Death» y «AntiMatter» relucen la potencia de una banda que renueva sus votos de matanza presentando Not So Weak (2024), su lanzamiento más fresco. Incluso lidiando con un que otro imprevisto técnico, To Kill saca la tarea con toneladas de precisión y resistencia, siempre de acuerdo a lo que requiere una propuesta que no busca nada más que reflejar la naturaleza sanguinaria de nuestra condición humana. Lo sabemos, el horario (15:30) no jugó muy a favor debido a la muy baja afluencia de público, pero hay que ver de qué están hechos. en dichas circunstancias.
La estadía de Weight of Emptiness en el escenario de la calle San Diego empezó con la intro «Mütrumtun (The Calling)» y «Defrosting», tal como en su último trabajo titulado Withered Paradogma (2023). en la que Alejandro Ruiz, ataviado como sacerdote-chamán en pleno ritual, exige sus cuerdas vocales desde el arranque para alcanzar costas igual de memorables en «Chucao», uno de los destacados del contundente Conquering the Deep Cycle (2019). Se nota a kilómetros una propuesta artística traducida a un espectáculo de death metal con mucha atmósfera, pasajes impensados que fluyen a pura maestría y creatividad, y enormes dimensiones en los pasajes hacia donde somos conducidos. Las guitarras de Juan Acevedo y Alejandro Bravo se entienden con naturalidad y firmeza, siempre grabando a fuego una jerarquía que les ha valido un sitial de honor a nivel local y sudamericano. «Behind the Masks», «0440» y «The Flame» así lo dejan en claro, multiplicando en el directo la grandeza con que Weight of Emptiness lleva los principios del death metal hacia los lugares más ignotos de nuestras latitudes. Completando el cuadro, el bajo de Mario Urra y la batería de Mauricio Basso permiten entender la simbiosis de efectividad y buen gusto que le da a los chilenos un rasgo de originalidad que refresca el género sin necesidad de encasillarse.
De las grandes sorpresas que nos dio esta edición de Fatal Prediction, los polacos de Hate nos dieron quizás la más esperada en cuanto a recepción y resultado en el escenario. Una a una, «Sovereign Sanctity», «Erebos» y «The Wolf Queen» cayeron como bombas de death-black en su tradición más pura. Adam the First Sinner, líder y frontman con guitarra en mano, no tiene empacho en estimular al público, ya entonces repletando la cancha del Cariola, y lo hace a su manera. Le da el toque especial a un show sólido en cada línea, por lo que «Valley of Darkness», «Luminous Horizon» y «Rugia» funcionan tanto en los pocos fans presentes como en quienes probablemente se habrán llevado tamaña sorpresa. Ojo, que hablamos de una banda con 35 años de carrera y un catálogo que empezó muy abajo, desde ediciones en cassette circulando desde lo más abajo del underground. Sin duda, Hate fue una apuesta que anoche en el Cariola salió triunfadora, y por sus propios impulsos de odio hacia todo lo sagrado.
Tras superar un trance debido a las irreparables pérdidas de Juan Brujo y Pinche Peach -ambos homenajeados tanto en el telón como por el público en algún pasaje bien entrado el show-, la incógnita sobre Brujería circa 2025 era obvia. Y con la intro «Brujerizmo» y la elocuente «El Desmadre», se despejaron de un patadón todas esas dudas y las por haber. Lo proclama El Sangrón a viva voz: «¡Brujería no murió, aquí tengo su espíritu!», la misma frase impresa en las camisetas del merch oficial. «Hechando Chingazos», otro clásico de los que estará conformado el repertorio, provoca un terremoto grado 8 en escala de Richter.
«Hoy soy.. ANTI-CASTRO!!!», y el la centrífuga humana con puño en alto en el Cariola no se hizo esperar. El Criminal, nuestro Anton, aprovecha en cada pasaje de desplegar sus dotes en las seis cuerdas, exponiendo sus credenciales como generador de riffs en una banda que dice las cosas como son, en todo sentido. «La Migra», «Colas de Rata», «La Ley del Plomo», «División del Norte», el llamado a las tropas en «Revolución», los coros retumbantes en «Consejos Narcos» y El Sangrón pidiendo un «Sí!!» cuando dice «Marihuana»… Una serie de momentos que dejan en claro la cantidad de ch*ngazos y plomo que Brujería tiene aún por repartir. Por algo, y tal como reza un clásico de la música extrema, somos la raza odiada en el mundo güero. Y mientras el espíritu de Brujería siga con vida, la raza seguirá resistiendo y dando cara a la muerte.
Uno de los proyectos más interesantes de la última década, tanto por propuesta como por los nombres que la conforman. Necesitábamos a Vltimas en estos rumbos. Epic, el LP que traen bajo el brazo, dice ‘presente’ con el track titular, para después ofrecernos una demoledora «Praevalidus», de su aclamado debut Something Wicked Marches In (2019). Basta con la aparición de David Vincent para que el cariola se venga abajo. Una voz clásica del death metal, desplegando su temple en vivo con el linaje de un grande por derecho propio. Suficiente para que Rune Eriksen comande el combo instrumental que completan el bajista Ype TWS y los músicos acompañantes Joao Duarte (guitarra) y Pawel Jaroszewicz (batería).
Lo que habla por Vltimas, tanto como el CV de sus líderes (Morbid Angel, Aura Noir), es la forma en que traducen aquello a un espectáculo atronador, incluso a nivel visual. Tal como en sus días junto a Morbid Angel, David Vincent es un letrista prolífico a la altura de su voz. Por eso es que singles frescos como «Miserere» y canciones ‘de amor’ a la altura de «Monolith» obtienen un resultado extraordinario en vivo. El dramatismo que le impregna Vincent a su interpretación, se complementa con la maestría de Eriksen en las seis cuerdas. Ambos músicos le han dedicado al género una vida suficiente, lo que nos permite ser testigos de lo que pasa cuando dos referentes unen fuerzas y traspasan desde el estudio al directo la convicción que requiere tocar esta música sin respaldarse en el producto a la segura. Todo lo que en vivo, adjunto a la destreza instrumental, hace gala del propósito del binomio Vincent-Eriksen como generadores de devastación con ambición trascendente. Esperemos, con todo lo descrito, una próxima ocasión de Vltimas, esta vez como cabezas de cartel y un trabajo que les valga la consagración más allá del recorrido.
Coronando una jornada literalmente maratónica, y estrenando alineación renovada en año pasado, Massacre nos sumerge en la esencia más podrida del death metal en sus raíces. Todo lo que hicieron desde sus inicios hasta la edición de From Beyond nos lleva hacia la brutalidad desde el impulso antes de la etiqueta, lo que fue el género en un inicio. «Dawn of Eternity», «Cryptic Realms» y «Biohazard», tal como en el album, aparecen en el orden soñado por los fans más devotos. Kam Lee castiga sus cuerdas vocales al mismo tiempo que se mueve en el escenario como si estuviera en su casa. Lee sabe de antemano lo que le gusta al público, por lo que, cuando llegamos a «Chamber of Ages» y su atmósfera retorcida, se siente como quedar con deuda saldada. Y cómo no, si a los de Florida les bastó con apenas un álbum para esparcir su semilla de muerte y devastación a lo largo del orbe. Bien lo saben quienes eran adolescentes en esos años de cassettes demo y fanzines fotocopiados en blanco y negro.
Tanto como la presencia de Kam Lee como prócer y veterano de mil batallas, importante es el aporte de sus compañeros de ruta. En especial lo que se manda Carlos González, un guitarrista prodigioso que también aprovecha su fluido español para dirigirse al público. Con el baterista Eden Santos y el bajista Tim Wilson -este último ex integrante de Grim reality, donde compartió junto a González-, nos queda de manifiesto el ojo y oído de Lee para reclutar músicos, más aún sin son fans del death metal químicamente puro, el de viejo cuño. Notable lo que ocurre en «From Beyond», «Defeat Remains» y «Symbolic Immortality», todas al hueso y sin ninguna intención aparte de desatar la carnicería absoluta. Como nos parece hermosa y necesaria la inclusión del riff principal de «Raining Blood» al final de «Succubus». Y rematando una jornada destructora en toda su expresión, «Corpse Grinder» e «Evil Dead» rememoran aquellos días en que Massacre y Death respiraban la misma pesadilla cósmica, un lustro antes de que Human (1991) cambiara el curso del metal extremo en todas sus formas.
Al terminar la jornada, después de casi 8 horas de música brutal a la usanza de la vieja escuela, la satisfacción es total. Fatal Prediction, a estas alturas, es una tradición semestral por donde se le mire. Y con tamaños nombres aún congregando a la minoría amante de los guturales más podridos y los riffs más rápidos y siniestros, nos quedamos con la impresión de que el metal de la muerte, contrario a lo que dice su nombre, es dueña de una inmortalidad simbólica que proviene del más allá. Solo la muerte es real, como dice Hellhammer. Y la realidad no está tan allá como solíamos creer.
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