Malevolent Creation y Morta Skuld: Masacre de Viernes Santo
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Malevolent Creation y Morta Skuld: Masacre de Viernes Santo

Malevolent Creation y Morta Skuld: Masacre de Viernes Santo

sábado 30 de marzo, 2024

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Escrito por: Equipo SO

Por Claudio Miranda.

Fotos por Francisco Aguilar. @FranciscoAguilar.ph

El death metal no solamente implica baterías rápidas e intensas (blast-beat), guitarras filosas como motosierra y riffs asesinos, voces guturales y letras sobre lo abominable que es el mundo. También implica algo fundamental como es la coherencia, y más cuando hay tres décadas de recorrido en la mochila. El caso de Malevolent Creation tiene todo eso y más, además de compartir el lugar de origen: Buffalo, Nueva York, la misma tierra de donde surgió Cannibal Corpse. Y lo que une a ambas bandas, fuera de la ventaja mediática de uno respecto al otro, es la coherencia a nivel de estilo, música y letras. Su primer demo (1987), y la tirada inicial de LPs como «The Ten Commandments» (1991), «Retribution» (1992) «Stillborn» (1993) y «Eternal» (1995), todos trabajos obligados en cualquier colección que se precie tal, donde la influencia de los míticos Possessed derivó en un sonido propio y constante. Death metal desde la tripa, en la suya y sin aditivo que valga. Como fue en los ’90s y debiera ser hoy.

Ese mismo sentido de consecuencia es lo que impulsa a Morta Skuld, sus compañeros de jornada anoche en el escenario de Sala Metrónomo, a seguir adelante durante un lapso parecido al acto estelar. Cultores de un sonido podrido en la vena de Obituary y «hermano» de correrías junto a Vital Remains, los de Milwaukee tuvieron que sortear un receso de poco más de una década (inicios de los 2000) y tanto su catálogo editado en los ’90 como la tripleta que vio la luz durante la última década -a destacar el más recién salido del horno «Creation Undone«, editado en febrero de este 2024-, tienen todos los ingredientes que requiere un género que se debe a sí mismo contra el status quo. En la misma que Malevolent Creation y otros nombres de culto para todo amante del death metal más voraz y podrido, los liderados por el guitarrista y fundador Dave Gregor tienen algo que gritar en un mundo de permanente agonía.

Como tiene que ser en una jornada dedicada al metal hecho a la antigua, la apertura a cargo de Diabolvs no podía ser más idónea. Un grupo de amigos, todos nombres de peso en el metal chileno (Claudio Carrasco, Felipe Vuletich, Sergio Aravena, Rolando Castillo e Ian Huidobro), que hacen uso de sus kilometrajes respectivos para tocar la música que les gusta. Está el tiempo suficiente para que «Temple of Hypocrites» y «Killing my Enemies», ambos de su EP «Rite of Consecration» (2020), desfilen con la bestialidad propia del género, al igual que las recién estrenadas «Deceiver Christ» y «God’s Beast», las dos adelantando lo que será el largaduración debut. Imposible pasar por alto el hecho de que estos cinco amigos, todos con un CV extraordinario a nivel de recorrido y proyectos, realmente disfrutan de tocar death metal y se nota en la identidad de las canciones. Y si sumamos las palabras de Claudio respecto a la fecha -jornada de metal extremo en viernes santo-, obtenemos una atmósfera especial. A veces no necesitamos de tanto alarde musical ni la blasfemia más adornada en estos ritos donde lo único sagrado debe ser lo que nos convoca para vociferar contra lo impuesto por los poderes fácticos.

De la junta de viejos amigos, vamos al presente fulgurante de Demoniac. El ciclo de su aclamado LP «Nube Negra» no para de cosechar frutos y lo que ofrecen los de la V Región en el directo refleja al desnudo un sentido de transgresión abrumador. No hay nada que no nos maraville en lo que podemos encontrar en pasajes como «Granada», donde el clarinete a cargo del guitarrista y cantante Javier Ortiz se integra de manera natural a una tormenta poblada de riffs letales y ritmos que hacen y deshacen a gusto propio en su propia vorágine. Una identidad que se entiende a la perfección con el material anterior, representados por «The Trap» y «Death Comes», donde se aprecia el poderío sin discusión de una banda que abre un vórtice hacia terrenos ignotos sin renegar en lo absoluto de su vena metalera. Y es ahí donde Demoniac, aludiendo al tema que cierra su presentación, apela al Equilibrio Fatal como un broche artístico que abre posibilidades sin transar sus principios. En la misma senda que leyendas como Voivod, Death y Coroner, da gusto cuando el metal, desde lo más subterráneo de la condición humana, abre un camino hacia otras posibilidades. Y Demoniac tiene aquello que lo hace supremo e inclasificable.

Le costó a Morta Skuld impresionar de entrada, en especial por los casi 15 minutos de pana por un problema en el retorno de Dave Gregor. Pero el arranque con «Without Sin» y «Useless to Man» disipa toda duda y saca adelante un espectáculo que va de menos a más. Llegando a «Rotting Ways», es un hecho que el aceitaje de los norteamericanos se basa por sus méritos y sin dobles intenciones, formando una muralla sónica de metal de la muerte en forma más pura. Y es que Gregor, un líder que ha reactivado el proyecto con músicos calificados para dejar la vida tocando dicho estilo, la tiene clara en lo que ofrece cuando se trata de death metal arquetípico.

«In Judgement», «Perfect Prey», y la clásica «Dying Remains», una tras otra marchando como si les valiera la vida, y Gregor sabe lo que significa la incursión sudamericana (y chilena). Secundado por Scott Willecke en guitarra, el bajista John Hill y el baterista Eric House, el funcionamiento de la máquina infernal que es Morta Skuld es irrebatible. Hablábamos de la coherencia en el metal al comienzo de la nota, y el público tiene claro lo que implica, te guste o no. Ese sonido crocante e intratable de los ’90s que hoy suena igual de iracundo, es la prueba en vivo de lo que es aferrarse a sus convicciones, incluso con todos los baches que implique hacer esta música ante lo que imponga la industria con sus nuevas tendencias. Por eso es que «Dead Weight», «Hatred» y «We Rise We Fall», hacia el final, son recibidas como himnos por una minoría que sabe que esto va más allá de nombres consagrados. Eso es Morta Skuld en su esencia, la banda sonora de una humanidad que se funde en los caminos de lo podrido.

Sabemos de antemano que Malevolent Creation tiene la localía asegurada en nuestro país. La tripleta inicial con «Eve of the Apocalypse», «Coronation of Our Domain» y «Slaughter of Innocence», no hay mucho que agregar ni analizar, sino caer de rodillas ante el castigo sónico que nos propina una banda que apela a un repertorio casi todo ‘old school’. Es verdad que las nuevas generaciones mantienen viva la llama, pero también hay que ver la cantidad de metaleros sobre los 40 años que vive y transpira el metal extremo como un paisaje musical que se mantuvo al margen de las tendencias musicales de su época. Y es cosa de preguntarle a Phil Fasciana, guitarrista y único fundador sobreviviente, quien se hace cargo del asunto acompañándose de una banda dispuesta al todo o nada.

Repertorio vieja escuela, como dijimos en el párrafo anterior, implica actitud vieja escuela. Para quienes disfrutamos del metal sonando con identidad propia, «Monster», «Prematurial Burial» y «Remnants of Withered Decay» son bienvenidas tanto por su presencia como por la centrífuga humana que detona el público. Cómo permanecer impasibles ante la muestra de categoría que te da una banda que ha sorteado mil y un problemas durante más de treinta años rebanándole el cuello al mundo. Es lo que encarna Malevolent Creation como una institución del death metal más puro e indomable, el que te apuñala en la yugular como pasa en «Multiple Stab Wounds», un título que refleja el nivel de peligro y brutalidad propios de un género que va por su propio camino.

«Carnivorous Misgivings» y «Dominated Resurgency», ambas del fundamental «Stillborn», hacen acto de presencia como hermanas en la muerte y el averno post-mortem. Lo que también permite apreciar las credenciales de Phil Fasciana y Deron Miller en las seis cuerdas, este último dueño de un gutural acorde al requerimiento de una leyenda. Qué decir del baterista Ron Parmer y el baterista Jesse Jolly, ambos definiendo el andamiaje rítmico de Malevolent Creation hasta el último surco, como formando una pared impenetrable. He ahí el acierto de Phil Fasciana cuando se trata de continuar su propio proyecto, incluso se da el tiempo en algún momento de fumar un cigarro con cierta sustancia que le da alguien del público. Ambiente de fiesta, todo permitido dentro de un ambiente de camaradería sin perder el hilo. de lo que nos convoca.

Notable lo que ocurre en «Infernal Desire», donde tras una partida en falso, retoman para no dejar nada en pie. Es el entendimiento propio en una banda donde prima el humor y el profesionalismo, lo que explica el arrastre que provoca Malevolent Creation en nuestro país. O lo que ocurre hacia el final en «Living in Fear», «Manic Demise» y «Blood Brothers», donde el sudor y la música conforman una cátedra de actitud que se valora cuando no se necesita nada más. Sin duda, con poco más de 60 minutos de brutalidad musical, vivimos una matanza de inocentes en pleno viernes santo. Y la pasión en poleras mojadas en transpiración es suficiente para retribuir a los héroes menos reconocidos en un género que pule el buen arte del crimen.

 

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