‘Con sello propio’ es un nuevo ciclo de artículos y entrevistas que Sonidos Ocultos le dedica a los sellos musicales que están haciendo las cosas bien en Chile. Desde la grabación, producción, edición y difusión, nos encargamos también de investigar de qué manera estos colectivos configuran y ayudan a definir una escena musical y cultural chilena. Un estudio que busca explorar las fronteras de lo independiente y la búsqueda de una identidad.
Para Arturo Quispe, la necesidad de armar algo propio en la escena de Lima era inminente. Junto a sus amigos Israel Tenor y Joao Orosco, el fundador y principal cerebro detrás de Necio Records debía responder a la relación que mantenía con el contexto musical en Perú; la esperanza de hacerse un lugar en el circuito independiente estaba corriendo peligro. Las bandas que tenían por ese entonces (Cholo Visceral, Rapa Nui, Spatial Moods y The Terrorist Collective) la tenían difícil dado que “nadie nos daba bola”. Era complicado conseguirse el auspicio de un sello, las invitaciones a tocatas y conciertos eran escasas y, por lo tanto, se volvió urgente crear algo que sirviera como respuesta a la falta de retroalimentación en el contexto limeño. Entre ellos se dieron cuenta que tenían la obligación de fundar un espacio diferente y formar alianzas con sus amigos para no abandonar la idea de que tenían un mensaje que transmitir, aunque la apuesta era riesgosa. Así, sumando cercanos y familiares a la aventura, se dio la ocasión para combinar miembros entre bandas amigas y generar una continua experimentación de sonidos que se desmarcaban en gran parte del ecosistema dominante. Inevitablemente, se comenzó a correr la voz de una llamativa génesis musical en la escena peruana y que más temprano que tarde se amplificaría al resto de Latinoamérica.
Según Arturo, la materialización del sello se convirtió en una aventura. Luego de los primeros lanzamientos de Rapa Nui, Spatial Moods, Cuadrado Negro, Shambhala y El Cerebro de Gregorio Samsa, Joao e Israel se marcharon por razones personales dejándolo solo, a pesar de mantener la amistad porque, a fin de cuentas, compartían la camaradería en bandas y eran la semilla del trabajo que Necio Records estaba comenzando a gestar. Hasta ese entonces, las primeras ediciones del catálogo del sello remarcaban una vena de alta experimentación y complejidad musical, de gustos adquiridos, discos que revoloteaban libremente entre el free jazz, el rock progresivo denso y elaborado y expediciones hacia el noise crudo. La gran mayoría de esos primeros lanzamientos se distribuían entre amigos en fiestas y tocatas, quienes los compraban – a veces como un acto de simpatía – al ver el honesto e incipiente emprendimiento de sus pares. Sin embargo, los discos no se vendían con la velocidad esperada y comenzaron a aparecer los problemas de plata para poder reinvertir y continuar creando nuevo material. “Me daba pena, sentía que estaba solo, desamparado. ¿Qué voy a hacer? ¿Para dónde voy?”, relata Arturo mientras compartíamos una tarde de enero en la terraza de una casa en La Reina y aún recuperándonos de la experiencia Woodstaco 2019. “Pero en ese tiempo comencé a ser muy entusiasta con la idea del sello, porque, por ejemplo, pasó que ya no le vendíamos discos exclusivamente a nuestros amigos. Aparecieron personas de la nada, que no conocía y que llegaban al sello por las tocatas y conciertos que empezamos a organizar”. La primera banda externa al círculo que llegó fue El Cerebro de Gregorio Samsa, agrupación proveniente de las alturas de Huancayo en la región de Junín. Una extravagante combinación de stoner y rock progresivo y experimental, su disco ‘¿Me percibes, animal?’ fue editado por Necio y se convirtió en la primera aproximación a una comunidad que trascendía las fronteras de su barrio natal en Lima. A continuación, vino el jazz-doom de Shambhala, quienes grabaron ‘Agyptiaká’ con dos cámaras digitales en una toma y continuaron la exploración del sello por aguas experimentales. Pero estas colaboraciones con bandas “externas” aún tenía que cruzar fronteras más grandes.
Esta visión abre la puerta para que la oportunidad de generar una comunión entre artistas y bandas esté fundamentada en las relaciones humanas y sociales que se estrechan para actuar en una base de reciprocidad y retroalimentación. Así, el circuito estaría funcionando con una especial atención en la camaradería, dado que simplemente hay gente que va a escuchar a las bandas y que estaría orientada a dar una respuesta más sincera con su música. “Por ejemplo, con El Jefazo y Rito Verdugo pasó que quise motivarlos con el ejemplo para que vinieran a tocar [este año] a Chile. Trato de decirles a las bandas ‘vas a trabajar conmigo, vamos a hacer esto, sacaremos discos’ […] No es que yo te vaya a imponer cosas, solamente consulta lo que quieras consultarme y yo te voy a decir, desde mi perspectiva, si te funciona o no. Yo te aconsejo para que no trates de irte a la mierda, porque siento que a veces el entusiasmo medio inocente te manda un poco al carajo por hacerte tomar decisiones extrañas. Pero espero que el dinero que está invertido haya sido bien invertido en el sentido de que puedes llevar tu música un poco más allá de tu contexto o ámbito”.
El ecléctico catálogo de Necio Records hace que «definirlo» sea una tarea difusa, ya que en él no existen demarcaciones puristas en cuanto a estilo. Es un adentramiento a la mente y los gustos personales de su fundador, a quien le cuesta encontrar una palabra para en realidad definir a qué suenan los trabajos que editan. De hecho, para que una banda sea editada por el sello “tan sólo debe encantarme; siempre publico bandas que me gustan mucho y trato de ser sincero con las bandas que me envían su música”. La relación interna que hay entre los trabajos publicados por Necio es simplemente la opción de tener un amplio espectro y una muy buena baraja de opciones si es que el oyente tiene diferentes gustos de música. “Se podría decir que este catálogo es estar escuchando mis propios gustos musicales”, confiesa Arturo mientras se ríe y mueve la cabeza. Uno puede encontrar desde psicodelia que cruza los espectros del acid rock, el space rock, lo progresivo y las raíces folk hasta experimentación inclasificable que combina el free jazz, la improvisación y el noise.
Pero en esta gama de sonidos hay un especial cuidado por crear una comunidad que trasciende fronteras; un ejemplo de esto es el aniversario de los cinco años del sello que se llevó a cabo en Lima el año pasado. Además de bandas locales de Perú, los escenarios también fueron compartidos con bandas chilenas como Vago Sagrado, Lagunas Mentales, The Slow Voyage (quienes editaron su debut ‘Time Lapse’ a través del sello) y Kayros, mientras que a la par se encontraban los argentinos de Hijo de la Tormenta entre otros actos que acudieron a celebrar un ritual cumpleañero que fue más allá de las banderas. Al mismo tiempo, en la edición 2019 del Festival Woodstaco, un gran contingente de bandas del sello anduvo por estas tierras provocando una catarsis en medio del público que asistió a las presentaciones de El Jefazo, Los Ácidos, Rito Verdugo, Cholo Visceral y Familia de Lobos. Y para Arturo ese es el aspecto particular que más resalta y desata las subrepticias emociones que sacan a flote el verdadero espíritu del sello. “Para mí, una cultura de escena es la transmisión de ideas de mucha gente, experiencias y emociones de una gran cantidad de personas reunidas en torno al compartir algo común. Por lo tanto, en las tocatas que organizamos, siempre intento de que haya una experiencia, transmitir eso de que la gente se va a acordar de ti por tu show, por tu música, más que por ti mismo”. Dicho espíritu vuelve a seguir la figura de reciprocidad, entusiasmo y gratitud; cuando nos damos cuenta de que empatizamos y compartimos ese mensaje, se reafirma la cercanía. “Y siento que esa cercanía es algo que se trata de contagiar a la gente y esa es una de las cosas que siento que se ha rescatado en el sello. Y eso es lo que me motiva a continuar y a no desanimarme. Jamás desanimarte”.
A veces, la tentación de caer en la candidez y el idealismo logra ser muy fuerte. Sin embargo, tomando en cuenta los alcances que hoy en día existen, podría caber la posibilidad de darse cuenta de que la puerta está abierta para que las propuestas de sellos cultivadas actualmente en Sudamérica tengan la intención, o al menos la inclinación, de concebirse como un colectivo, convirtiéndose en la esperanza del circuito independiente. No sólo por los artistas y bandas que comparten su material y creatividad, sino porque está la posibilidad de crear una alianza entre sellos independientes latinoamericanos que, según Arturo, “ayudaría mucho a las bandas de cada país y un sinfín de cosas más”. Mientras conversábamos, le dimos un par de vueltas a esto, aunque sin llegar a nada, divagando y, quizás, soñando con la materialización de esta idea.
Fotos: RUPHA Photography. Necio Records: Aniversario 5 años (15/12/2018)