El curioso caso de Mr Bigespera un momento...
lunes 29 de abril, 2024
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda.
«La gente tiende a confundir éxito con popularidad. Para ser exitoso, tienes que ser bueno en lo que haces. Para ser popular, sólo debes estar a la moda!. La frase le pertenece a ‘un tal’ Ritchie Blackmore, y no es la primera ni será la última vez que me toque invocarlo, y con toda razón. Y si hay un ejemplo de éxito musical inversamente proporcional al fenómeno mediático, Mr Big tiene todos los méritos, para bien o para mal.
No puedo evitar empezar esta nota desde la primera vez que escuché el que debe ser su hit single por excelencia, «To Be With You». Una balada acústica, elegante y demasiado melosa, de esas canciones hechas para dedicar a una chica o algún ser querido. Esto debió ser a finales de los ’90s y me parecía demasiado ‘cursi’, al menos es el recuerdo de un quinceañero que busca sonidos más pesados y extremos. Sería algunos años más tarde cuando un amigo, probablemente un compañero de carrera, me enseñó una copia del debut homónimo en CD original -un lujo en esos tiempos dicho formato- y quedé de una pieza con el arranque a puro vértigo de «Addicted to that Rush». Como unos Van Halen sin tanta pirotecnia y con una tonelada de melodías que, además de la grata sorpresa, me planteó una pregunta retórica que aún sigue latente más allá de si se responde o no: ¿por qué la gente -en Chile, al menos- no los conoce en su mayoría si tienen un repertorio que la rompería en la radio?
La mención a Van Halen en el párrafo anterior, se justifica por el contexto que vio nacer a nuestros protagonistas, promediando la década del ’80. ¿Qué tenían que los hizo distintos respecto a otros consagrados? O mejor dicho, ¿qué no tenían? De partida, no tenían como frontman al enésimo clon de David Lee Roth, tampoco un sex-symbol como Jon Bon Jovi ni a un tipo proclive a los escándalos como Axl Rose. Tenían a un cantante que, literalmente, cantaba. Lo que no muchos pueden afirmar con propiedad. Lo otro es que tenían un guitarrista de talento extraordinario pese a su edad, no necesitaba competir con Eddie Van Halen ni Yngwie Malmsteen para demostrar su valía en las seis cuerdas; un bajista con vasta experiencia y una voz ‘bajística’ siempre a la par con la guitarra en cuanto a habilidad y feeling. Y un baterista con CV de sesionista que potenciaba la intensidad del hard rock con las herramientas del jazz-fusión. Una cosa poca.
Como en muchos casos reconocidos en la historia del rock, Mr Big es un enigma cuando analizamos su poca valoración respecto a otros nombres más afortunados. En 1989-90, el mercado americano estaba saturado de melenas cardadas, rockstars trasnochados entre tanto glamour, baladas rockeras para el gancho radial y hit-singles con la fórmula segura. Mr Big es un bicho raro ahí; su foco en la música pesa más que la tentación mediática, y la tirada de discos editada en esos años -coronada por la suprema «Lean Into It» (1993)– da cuenta de una firma que se vale por sí sola y rehuye a las reglas de una industria musical que, para esos años, vivía un cambio de paradigma con el surgimiento del grunge. Pero poco importa aquello en la senda de los californianos, quienes dejan en claro que lo suyo no va ni por la parafernalia del glam ni la bruma depresiva y sucia del grunge.
Si bien nunca editaron un mal álbum – o lo que uno entienda como tal-, Mr Big sienten la presión de la industria musical en su país natal. Por otro lado, es en Japón donde los angelinos generan un fervor similar al que provoca Iron Maiden en Chile. No es algo gratuito, sino que tiene que ver con la variedad de colores y la lozanía de una propuesta musical que se mantiene joven e innovadora. No es música con aire de nostalgia, sino algo mucho más grande y potente, lo que le dio al repertorio de Mr Big una estampa original y fútil, ambas en una y sin ningún complejo que pudiera mermar el propósito de estos señores que no ofrecían nada más, salvo el de darle a la gente buenas canciones y entretención en vivo, siempre desafiando cualquier probabilidad ajena. Y en Chile hemos podido disfrutar de tamaña muestra de nivel en sus tres visitas, siendo la más especial la de 2018, la última con el recordado Pat Torpey en vida. Un componente vital en el andamiaje que integró junto a Eric Martin, Paul Gilbert y Billy Sheehan. Todos músicos de carrera y talento siderales, siempre disponiendo sus virtudes respectivas en favor de la canción como fin y el espectáculo concentrado en la música y el humor ante todo. En unos días se viene la cuarta por estos rumbos -y final, como lo anunciaron el año pasado-, esta vez en el Caupolicán, como se lo merece. Como se lo merece un curioso grande del rock y la buena música.
Para terminar, y a lo mejor habrá quienes lo sepan de antemano, pero Mr Big es una banda integrada por músicos con bastante rodaje previo, y es justo y necesario destacarlos uno por uno:
Eric Martin: La voz ideal en una banda de hard rock con varias tazas de soul. Tenía 29 años al momento de editar el primer disco con Mr Big, un dato no menor por su carrera previa, la cual incluyó un corte incluido en la OST de la película de culto «Iron Eagle». Y también por una apariencia juvenil que se mantiene como un sello de vitalidad.
Paul Gilbert: Un virtuoso de la guitarra que venía de tocar heavy-speed metal con racer X -fue compañero del baterista Scott Travis, el mismo de Judas Priest. En Mr Big encontró su sello definitivo en cuanto a sonido e ideas, más allá de su experticia técnica. A finales de los ’90s empezó una carrera solista donde la variedad de colores es la base de su propuesta, dentro y fuera de Mr Big.
Billy Sheehan: El más experimentado de los cuatro Mr Big originales. Dueño de una monumental técnica en las bajas frecuencias que le permitió potenciar su expresividad como una voz aparte. Su CV incluye el rock progresivo de Tallas y los primeros LPs en solitario de David Lee Roth. Hoy le da un espacio de su tiempo a otro supergrupo: Sons of Apollo.
Pat Torpey: Un baterista exquisito y eficiente. Dueño de un currículum que incluye desde Ted Nugent e Impellitteri hasta Belinda Carlisle. Probablemente, el más entrañable de los cuatro integrantes, adjunto a su estilo que hermanaba el jazz más sofisticado con la intensidad del rock duro. Falleció en 2018, debido a las complicaciones del mal de Parkinson.
Bonus Track:
-Richie Kotzen: En 1999, Paul Gilbert abandona el barco para reformar Racer X -volvería para la reunión de Mr Big en 2009- y su lugar lo ocupa Richie Kotzen, un virtuoso multiinstrumentista que encaja a la perfección en el esquema instrumental y artístico de la banda californiana. Además de su previa incursión en Poison, Kotzen posee un catálogo tan extenso en cantidad como rico en colores musicales, destacando incluso su parecido vocal a Chris Cornell, pero menos rabioso y más pulido. En Mr Big inscribió su nombre como escritor de éxitos incuestionables, en especial «Shine», la cual hoy tiene su lugar asegurado tanto en los conciertos de Kotzen en solitario como en The Winery Dogs.
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