«Fomingo» le dicen algunos. «Los tontos se aburren», dice mi madre y algo de verdad tiene en esa frase. Esta es la reseña de la jornada dominical de cierre del ciclo Festival Sonora Chile en el Cuarto del Barrio Yungay. Un desfile de mujeres compositoras independientes, emergentes y con aguante.
Es la tarde de cierre, luego de tres días que expusieron a una veintena de compositoras femeninas, esta es la cuarta jornada de un desfile de flores para recibir la primavera con otra disposición. Una invitación a meditar sobre la importancia de las mujeres en la sociedad, una sociedad que ha trasladado el machismo incluso hasta los pentagramas. Se valora que nos presenten partituras con la delicadeza necesaria para concientizar nuestro estúpida virilidad.
Alto nivel compositivo tiene Valentina. Equilibrio acogedor en la puesta en escena, sobra encanto en cada melodía. Hay calidad y mucho trabajo. Es una banda completa y el juego de las voces es muy bueno. Las armonías bailan frente a nosotros con una sutileza que nos atrapa. Formato de banda pulcro y con una exquisita sonoridad. En un momento no suena el teclado, pero se transmite de igual manera.
Este Festival de compositoras logró funcionar a pulso y con mucho corazón. Se notaba la preocupación. Hubo días en que incluso estuvieron en 4 lugares distintos de manera simultánea. Sin duda, un aporte que nos mueve la cuchara a todos. Hacia el cierre de su presentación, Valentina, con guitarra en mano, nos hace mover las patitas y todo converge en un aplauso rotundo con la convocatoria más alta de la tarde.
«Contigo o sin ti» se introduce como una especie de bossa colombiano, muy interesante por cierto. Hay algo especial que no logro describir en el cantar de esta chica. No se puede negar el talento. Su registro me llama poderosamente la atención. Varía fácilmente desde un soul jazz muy tarareable y pegote, pasando por líneas que bordean agudos muy potentes.
Catalina es invitada a ponerse de pie y acerca su violín al hombro para que podamos apreciar un momento sublime. No recuerdo el nombre del tema que interpretaron, pero el show subió nuevamente a otro nivel. El espacio del lugar no precisa más elementos que los que la organización dispuso. Todo está perfecto para esta primera edición chilena y ya imaginamos una próxima. No hay lesión que limite el encuentro de mis manos en un aplauso al son de su música de Ania, gracias por el momento muy buena presentación.
Claudia Manzo es la anfitriona de esta jornada. La cara visible de una producción a cargo de ella junto a María Jesús López y Paz Mera Lemp, conformando un equipo cohesionado que pretende hacer bien las cosas. Sépanlo cabras, lo logran hacer perfectamente. La próxima artista se cola en la fila para el baño para no atrasar más la cosa y la espontaneidad con que se trabaja me estremece gratamente. Los pequeños siguen jugando felices entre los pasillos y pronto conoceremos una voz llena de sentimiento.
Diego Sáez, pasa piola, incluso cuando espera la micro de regreso al finalizar todo el evento. Sin embargo, cuando se acopla a esta Almendra se crea un sabroso y robusto sonido de cuerdas, un trabajo minucioso que logra arroparnos en un manto de música de raíz y muy chilena (al menos para mí). El sonido aquí es exquisito, más aún con «un percusionista caído del cielo» como bien dijo la cantante. Salomón goza descalzo con muchos elementos que complementan de manera increíble las composiciones de esta cabra fraterna. No pude reconocer ni contar la cantidad de instrumentos que utilizaba…un udú, un cajón…en fin…prefiero no precisar, pero sí reconocer y admirar el talento.
Por si fuera poco, hacia el final de su presentación trae una invitada para que fluya con el torrente de «Agua». La Flo interpreta de la mejor manera posible todo ese flujo de energía sanadora con la danza que nos regala. Hay goce sobre la plataforma y hay una entrega muy auténtica en este relato de composiciones desgarradoras y conciliadoras a la vez. Es tarde, pero esto sigue y quedamos con ganas de más, prendidos por el desempeño natural y libre que nos deleitan.
Cuando tienen un guitarrista con técnica y que sabe utilizar la loopera con conocimiento amplio sobre los recursos, siempre vas a lograr captar mi atención…y la de cualquiera. Se engrandece de inmediato este formato de dúo. Suena una rítmica que no había conocido en una telecaster; un rasgueo latino con compases a lo Jhonny Greenwood (Radiohead) y cultura jazzística claramente aplicada, es decir, una rítmica impredescible. Me gustó mucho la guitarra desde el inicio, pero jamás me hubiese imaginado tratando de cantar en creolés siguiendo las bellas melodías de la composición incial que interpretó Daniela.
El nivel y la calidad es evidente. A pesar de señalar un par de veces que estaba con un resfriado primaveral, yo no sentí nada más que buen manejo y exquisitez vocal. Manejo absoluto de las atmósferas y la dicción es perfecta, casi podríamos redactar con la pronunciación acabada de esta mujer de música madura y alma jovial con su sonrisa y sus chuck taylor.
Un espíritu libre de egos y cualquier egoísmo y/o machismo no se huele en este fomingo que ha mutado en un domingo de junta familiar hipersensitivo. Hacia el final, Conejero preparó una hermosa última sorpresa. Se retira Ítalo y se conforma un coro íntegramente femenino. «Vamos a interpretar un estilo de raíz brasilera que tiene la particularidad de que solamente lo interpretan las mujeres…» algo así nos comenta y no logro alcanzar a retener cómo se llama y con un simple pandero, sus palmas y sus voces se despachan este cierre de una noche intensa y que acogemos con mucho respeto esperando una pronta nueva invitación. Revisa el video a continuación: