Por Fabian Escudero.
Tras una serie de cambios en su alineación, la banda mexicana de post-hardcore Joliette regresa con Pérdidas Variables, su cuarto larga duración, donde el grupo afina aún más su propuesta, moviéndose entre lo melódico y lo áspero.
En un género saturado de etiquetas y subdivisiones, esta dualidad no resulta novedosa, pero en este disco —cuidadosamente mezclado— se concreta en ocho canciones que retoman los rasgos que han sostenido la trayectoria del cuarteto originario de Puebla.
El álbum, según la propia banda, está inspirado en la Ciudad de México, donde actualmente residen sus integrantes. A través de ritmos violentos, guitarras frenéticas y voces desgarradas, construye un relato atravesado por la angustia y la rabia. Esa intensidad se establece desde “Todos Pierden”, el primer tema, que crece en capas, con un pulso cercano al post-rock.
Sin embargo, el verdadero punto de arranque aparece en “Arsénico”, segundo track, primer single, y probablemente la mejor canción del tracklist, que aborda la idea del olvido a partir de la violencia: una escena de crimen donde se busca ocultar el rastro. La canción, sin embargo, se resiste a ese borrón y cuenta nueva, desplegando una de las composiciones más agresivas y potentes del disco.
Las influencias del metalcore y el mathcore, con ecos de Norma Jean o incluso Underoath, se perciben en cortes como “Limítrofe”, que abre con un riff de bajo brutal, aunque también hay pasajes que remiten a propuestas más recientes, como los guiños a Deafheaven a través de ciertos blastbeats repartidos en varias canciones, o bien del título de la cuarta pista llamada literalmente “Cielo Sordo”.
La canción homónima, “Pérdida Variable”, explora un terreno cercano al post-metal, con un riff que recuerda a la etapa dosmilera de August Burns Red, pero también a proyectos locales como La Bestia de Gevaudan. La conexión con Chile no puede ser casual: el actual baterista de Joliette es el chileno Matías Acuña, quien también tocó en destacados conjuntos nacionales como Tenemos Explosivos, Chances y Contra Todos Mis Miedos. Además, Acuña co-grabó el álbum junto a Fernando G. Esteve. Respecto del resto de la producción del disco, la mezcla corrió por cuenta de Hugo Madrid allá en México, mientras que el máster fue realizado por Paolo Riffo en Estudio del Sur, acá en Chile.
Vale mencionar también que la banda realizó durante septiembre una gira latinoamericana, que incluyó varias ciudades chilenas, como Temuco, Concepción, Viña del Mar, La Serena y Santiago. En la capital, de hecho, participaron en el Noes Fest junto a los trasandinos Vientos y locales como tortuganónima y Mala Postura.
Cerrando ese paréntesis: Pérdidas Variables fluye con naturalidad, equilibrando los pasajes melódicos construidos sobre riffs intrincados con la dureza de la base rítmica. “Nimbus” se inclina hacia un punk rock veloz y más contenido, mientras “Gris Protagónico” baja la intensidad con un enfoque más atmosférico, cerrando el álbum de forma reflexiva en poco más de 38 minutos.
Hasta el momento, el 2025 ha dejado un buen número de discos vinculados al post-hardcore (y géneros adyacentes) bastante interesantes. La banda canadiense Emma Goldman presentó su gran debut, al igual que los estadounidenses Pyre o Life (proyecto screamo de Damian Anton Ojeda, también responsable de Sadness). En el contexto hispanohablantes existe todo un auge de grupos adoptando nuevas formas en dichos sonidos, como los chilenos Cóclea y Canut de Bon, que lanzaron un Split tremendamente llamativo.
Por su parte, Joliette ya es una banda consagrada y, si bien su cuarto LP no es necesariamente una revolución o una reestructuración del post-hardcore, el screamo o el metalcore que bandas como Drive Like Jehu, Saetia o Converge delinearon en los noventa, sí es justo decir que se trata de una reivindicación sólida: un trabajo que pule esas influencias y las presenta con una producción clara, directa y sin excesos. Y eso es más que suficiente. Pérdidas Variables suma otro capítulo consistente a la discografía, tanto de Joliette, como del género en Latinoamérica y, ¿por qué no decirlo?, del mundo.