Criminal «Sicario», la mirada hacia la raíz
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Criminal «Sicario», la mirada hacia la raíz

Criminal «Sicario», la mirada hacia la raíz

sábado 22 de noviembre, 2025

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Escrito por: Equipo SO

Por Claudio Miranda.

Es un punto de inflexión en la carrera de Criminal, sobretodo en lo que respecta a una discografía sin puntos bajos. Con un nombre puesto en el mapa mundial, los dirigidos por Anton Reisenegger comenzaron una etapa donde el retorno a las raíces del metal extremo tenía motivo de ser.

La década del 2000 vio la conformación de Criminal como potencia sudamericana para ambos lados del Atlántico. Con nuestro Anton radicado en Europa desde hace un buen par de años, la experiencia y aprendizaje adquiridos en el Viejo Continente serán fundamentales. No Gods No Masters (2004), el primer trabajo concebido fuera de Chile tras una tirada de tres LPs haciendo escuela, mostraba una faceta mucho más experimental -pensemos en el mejor Strapping Young Lad- y dejando en claro que la categoría estaba presente en todos los flancos. Al mismo tiempo, el espíritu revivalista de la vieja guardia del metal, tras un período marcado por el cambio de siglo y las tendencias más ligadas al ‘nü-metal’ y el sonido post-industrial, se impregna en una banda que no esperará más de un año para dejar fluir una serie de ideas notoriamente inclinadas al death y el thrash a la antigua usanza.

Tan celebrado en su momento por los fans del estilo en su fase más primitiva, Sicario también generó sentimientos encontrados. Si el anterior No Gods No Masters marcaba un punto álgido en la progresión de expresividad, acá apelaban a una contundencia que emulaba la revolución con que Victimized (1994) y el supremo Dead Soul (1997) remecieron tanto la escena local como a todo un continente al sur del mundo. Discusiones más y menos, el patadón inicial de «Rise and Fall» responde a todas las dudas hoy como hace dos décadas. No es solamente la consistencia de los riffs, sino la captura fotográfica de una agrupación que, por miles de kilómetros que estuviese lejos de su tierra de origen, brinda un trabajo cuya jerarquía se destila desde la misma escritura.

Hay un par de nombres que le brinda a Sicario un valor extra, de la misma forma en que permite hacernos una idea más clara de su éxito. El primero es un conocido nuestro, Claudio Bergamín, destacado ilustrador y diseñador chileno -hoy radicado en EE.UU-, encargado de aquella portada con sangre salpicada en fondo blanco, quizás un sutil guiño visual a Kill ‘Em All pero a la manera de estos Criminal con más bagaje. El siguiente nombre es el productor alemán Andy Classen, guitarrista histórico y compositor principal de la mítica banda alemana speed metals, Holy Mose quien jugó un papel fundamental como guía para una banda preparada para dar el siguiente paso. Como todo buen productor, el oído de Classen fue necesario para que el material escrito se traspasara al estudio con la misma intensidad que ganarían en el directo.

Sicario se trata de volver a los orígenes. Específicamente al momento en que el thrash y el death metal se encontraron en un punto bisagra. Así se entiende lo que ocurre en «Time Bomb», mientras que «Walking Dead» no tiene empacho en mirar hacia atrás -específicamente, los días de Victimized y, en el mismo plan, exponer cuán reforzada y musculosa desfila una propuesta que sabe a lo que va.

En su segunda producción con los chilenos, el aporte del inglés Zac O’Neil es enorme. Pese a su juventud -entonces frisaba los 27 años-, su desempeño con los legendarios Extreme Noise Terror bastó para que Anton lo reclutara en 2001, iniciando así una permanencia durante poco más de 15 años. En Sicario, O’Neil realiza un trabajo extraordinario y luce mucho más respecto al trabajo anterior. La guitarra del eterno Rodrigo Contreras, no solamente se entiende a la perfección en los riffs, sino que detona toda su expresividad como guitarra solista. Es cosa de observar lo que ocurre en «Root of All Evil», una pieza de enorme fractura, y donde Curadrigo se despacha un pasaje memorable por su riqueza melódica y el clímax que le da a una pieza que, de por sí, trasciende como un favorito en el repertorio. En las bajas frecuencias, Juan Francisco Cueto firma lo que será su última aparición en una producción de Criminal antes de ceder oficialmente su puesto a Dan Biggin.

Lo esencial de Sicario, más allá de la exageración o metáfora a la que recurre cierto periodismo cuando faltan recursos literarios para describir lo invisible a los ojos, está en lo que buscas al ponerle play y encuentras en cada surco: death-thrash metal ejecutado de manera impoluta, con una distribución de matices totalmente acorde al propósito traspasado desde la escritura a la sesiones en el estudio. Por eso es que la titular «Sicario», «The Land God Forgot» y «Preacher of Hate», tal como se presentan a medida que avanza el redondo, no se limitan a mantener la altura del disco, sino que le dan entre todas un aspecto orgánico. Para hacernos una idea: en 2005-06, hubo una generación de adolescentes que se nubló con Sicario -aquellos días de MySpace o cualquier sitio de descarga digital- y vio en Criminal una puerta de entrada hacia el metal chileno, de la misma forma en que el público metalero cayó rendido ante el impacto demoledor de Victimized y Dead Soul durante la década anterior. Un dato que responde a la gran virtud de Criminal en contexto de lanzamientos: la mirada puesta en las nuevas formas en cada trabajo, sin descuidar en lo absoluto su integridad. Y en el ecuador de los 2000, Criminal proyectaba a través de Sicario la claridad suficiente para concebir un trabajo que propone momentos de intensidad y dramatismo que, dos décadas después, se mantienen igual de potentes.

Hay quienes sostienen -y con mucha seguridad- que Sicario es su trabajo más aplastante y soberbio desde Dead Soul. Y si hay un argumento que reafirma aquello, tanto como casi todo el cuerpo del disco, es el track con letra en español que cierra el álbum. «Por la Fuerza de la Razón». Una referencia directa al lema patrio «Por la Razón o la Fuerza» y al himno nacional. Criminal siempre fue y será una banda chilena, y traspasa en este pasaje el cuestionamiento hacia los supuestos valores patrios que se nos inculca desde la formación escolar. «¿Asilo contra la opresión, o tumba serás de los libres? / Copia del Edén en mano criminal», una línea tan potente que, fácilmente, tiene su lugar ganado dentro de las canciones mejor escritas en la música chilena. En la misma línea de crítica y protesta contra el status quo disparada a través de «Hijos de la Miseria», pero mucho más sugerente y volteando dichos valores para exponer lo peor de lo nuestro. Y esa es la gran lección que nos deja Criminal en el último botón de Sicario: más que el don de la palabra o una buena pluma, hay que tener muchas cosas que decir. Y mucha calle, sobretodo en estos tiempos de ‘viveza’ en las redes sociales.

La edición europea de Sicario tiene como bonus track una versión remozada de «Self Destruction». No es solamente la versión ‘mejorada’ de un clásico, sino que, quizás sin proponérselo, refleja el propósito del 5to esfuerzo de Criminal: el retorno a la crudeza de sus inicios, pero con una voz con más experiencia, más trabajada…y mucho más rabiosa. Y lo hicieron en el momento indicado, cuando la vieja guardia volvió con todo a recuperar lo que les pertenecía por derecho propio. Era inevitable que Criminal se impregnara de dicha atmósfera durante su estadía europea. Fue el paso natural de una banda que se mantuvo constante donde otros quedaron atrás, siempre a base de canciones hechas como las que querían escuchar. Es lo bueno de mirar hacia donde todo empezó, y mucho más cuando se refuerza el lenguaje propio.

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