SODOM, “ARSONIST” (2025)
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SODOM, “ARSONIST” (2025)

SODOM, “ARSONIST” (2025)

martes 29 de julio, 2025

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Escrito por: Equipo SO

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Por Pablo Rumel.

Entre los gritos de los futuristas italianos que proclamaban a la guerra como “gran higiene del mundo”, y las declamaciones del trovador medieval Bertran de Born que amaba a la guerra e iba seguido a pelear a ellas, la guerra ha sido materia incombustible en las artes, sobre todo en la música, desde los electro pop Aviador Dro (Baila la Guerra), el canto antibélico de Lennon (Imagine), y el metal machacón y destructor de Sodom, buques insignes cuando de belicismos se trata.

Sabemos que la guerra en las coordenadas metaleras no va tanto de glorificar o llorarla, más bien se trata de recrear su macabra sinfonía, esa chirriante, de huesos aplastados por pesados tanques, de carnes chamuscadas por napalm, o de pobres soldados acribillados por metralla: «Battle of Harvest Moon» es una canción que va de lleno a esos riffs acelerados y cromáticos con baterías a doble bombo y caja machacante, unos Sodom dispuestos a repetir la velocidad sónica inaugurada en Persecution Mania, con ráfagas palm muteadas y guitarras solistas en modo shreder, recurriendo también a bajones de velocidades con acordes pesados y construcciones densas.

Mientras «Trigger Discipline» explora una veta thrashera más modernosa, con fraseos vocales que transitan entre guturales altos y gritos rabiosos, «The Spirit That I Called» dialoga con los clásicos del thrash, con esas estructuras rítmicas entrecortadas y acordes deslizantes puestos ahí para atronar la cabeza. La banda también se permite homenajes, en este caso con «Witchunter» dedicada al desaparecido batero Chris Witchhunter, quien fue parte de la formación original y antes de partir al otro mundo se despachó los tarros del fabuloso álbum Tapping The Vein (1992), reeditado el año pasado y top ten en cualquier lista de la banda teutona.

Hay acercamientos al speed metal con cortes como «A.W.T.F» o la mala leche «Sane Insanity» que recuerda a esas composiciones ultra aceleradas de los Razor o los Napalm Death, con guiños al crossover, temas que no sobrepasan los cuatro minutos y que están ahí para agarrar un palo con clavos y enfrentar una hecatombe nuclear y ponerse a moshear entre los restos radiactivos de esqueletos frenéticos y cizañeros.

Dentro del maremágnum de riffs cañeros y trallazos percusivos, sobresale «Twilight Void», una orquestación metalera con una rítmica marcial con toques viking, la más larga del disco, con solo 4:44 segundos, sin salirse del marco thrashero, destaca por algunos parajes lentos, no como una balada romántica de Bon Jovi, claramente, sino porque tiene esa vibra del clásico Seasons in the Abyss de los Slayer, con el otro Tom, el Angelripper, combinando vocalizaciones raspadas, algunas más agudas y otras que recuerdan los gritos del Tom chileno.

El viejo banger sabe que The Arsonist no viene a reinventar la guerra, pero sabrá disfrutar esta pieza que reafirma lo bélico como territorio hostil para la distorsión, el ruido y la furia. Sodom no busca fórmulas rebuscadas con texturas diferentes o rítmicas ajenas a su ámbito, va por lo suyo, ataca conociendo sus fortalezas y debilidades, con bombardeos frontales, el riff como lustrosas AK47 y la batería a todo cañón. En tiempos donde muchas bandas afinan discursos, ellos afinan guitarras. Y mientras siga habiendo conflictos, misiles y mentiras estatales, habrá discos como este: brutales, veloces, incómodos y, sobre todo, inevitablemente humanos.

 

 

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