MISA METALERA POWERLOBUZNA
espera un momento...

MISA METALERA POWERLOBUZNA

MISA METALERA POWERLOBUZNA

martes 06 de mayo, 2025

Este artículo ha sido visitado 198 veces, de las cuales 14 han sido hoy

Escrito por: Equipo SO

Por Pablo Rumel.
Fotos Rodrigo Damiani @SonidosOcultos.

Benditos, Perdidos y Poseídos: Crónica de una Liturgia Metalera

El Teatro Cariola fue testigo de una misa pagana electrizante donde riffs benditos, alaridos guturales y una imaginería sacra deformada se fundieron en una noche irrepetible. Desde los truenos veloces y sacrílegos de Hëiligen hasta la liturgia gótica y teatral de Powerwolf, pasando por la elegancia oscura de Lord of the Lost, el ritual metalero fue total: una procesión de herejes con el puño en alto, dispuestos a comulgar con cada golpe de bombo y cada lamento de guitarra.

PRISIONEROS DEL METAL

A las 19:15 las luces se apagaron, y como relámpagos encendiendo la oscuridad, los muchachos de Hëiligen oficiaron de sacristanes en una larga noche de cruces, hombres-lobos, monjas y demonios. «Lighs in the Darkness» fue el tema escogido, un heavy con mucho sabor a vieja escuela, con riffs speedsmetaleros e interludios con punteos de guitarra. Siguió «Back in the Game», con un ritmo machacante pulimentado por Javier Bravo a los tarros y Hugo Álvarez al bajo, luciendo ambos en un discreto segundo plano, todo para darle el protagonismo a Mörder, ataviado con un outfit ochentero y una calva reluciente, que nos regaló fuerza y energía a raudales.

«Prisioners of Faith» siguió en la misma tónica, riffs entrecortados y galopantes, gran trabajo de los guitarras Hugh Der Hëiligen y Marco Pincheira, con una base rítmica sólida, que dicho sea de paso, se oyó impecable, alto tonelaje y excelente ecualización, lo que demostró el profesionalismo de los expertos a cargo.

La pieza final fue «Rage of the Gods» que despegó con un tremendo grito heavymetalero, agudísimo y templado como el acero, demostrando el alto nivel de Hëiligen, que sonaron más pesados y veloces que sus placas de estudio, no en vano ya son diez años de circo sobre las pistas, un cierre perfecto para caldear los ánimos en un Teatro Cariola que de a poco se iba repletando.

LOS SEÑORES DE LA PERDICIÓN

Con una propuesta escénica oscurecida, llegó el metal gótico teutón de Lord of the Lost, un (im)posible cruce entre The Cure y Rammstein, que sorprendió gratamente al público presente. Con un estilo clásico, pero que a momentos se desmarcó de las propuestas de toda la vida con velocidades crudas y gruñidos, Chris “The Lord” Harms rompió con un hachazo el hielo de la indiferencia y se mostró cálido con el respetable, acercándose peligrosamente a las primeras filas, para frasear a viva voz canciones como «Loreley» o «Destruction Manual», acompañado de una muralla sónica esculpida por las distorsiones melódicas de Stoffers y Mundigler.

Otro foco en escena fue el talentoso y carismático Gerrit «Gared Dirge» Heinemann, quien se encargó de prender las luces atmosféricas con su teclado, agregando incluso más peso a la percusión de estos “señores de la perdición”, y para ello se valió de platillos y bombos, potenciando así el trabajo del baterista Niklas Kahl, quien aunó velocidad y técnica; los expertos saben que la rítmica es fundamental en propuestas góticas, menos cargadas a las guitarras (que sonaron en afinaciones bajas), y más dadas a crear capas musicales, donde cada elemento tiene su candencia y su tempo.

Los muchachos interpretaron doce canciones en total, cerrando con la tripleta de «Die Tomorrow», «Drag Me To Hell», y «Blood & Glitter Die», señalando con creces que Lord of The Lost tiene la musculatura y solvencia de sobra para presentarse como cabezas de cartel en el evento industrial-gótico-metalero que se precie: dejaron la vara tan alta, que no faltó el pájaro de mal agüero que creyó que los lobos de Powerwolf desteñirían ante tremendo portento.

VIAJE AL FIN DE LA LUNA: RIFFS Y HUMO

Y por supuesto que el pájaro de mal agüero se equivocó. Promediando la 21:30, la escenografía se iluminó igual que una catedral gótica, el atril del micrófono fue reemplazado por uno con forma de cruz, las visuales mostraron arcos ojivales, y tras una rápida prueba de sonido, la noche cayó de bruces al escenario: la descarga generó mosh y aglomeraciones en las primeras filas, que a banging y saltos crearon el torbellino perfecto para recibir «Bless ‘Em With The Blade»: la homilía metálica había arrancado y ya no había vuelta atrás, recibiendo la bendición del sumo pontífice Attila Dorn, ataviado con ropas largas, a medio camino entre el faldeo sotánico (de sotana), y las ropas que habría vestido el temible Atila “Azote de Dios”, rey de los hunos, que causó la grande en épocas pasadas por toda Europa.

Y la grande quedó cuando arrancaron los primeros acordes de «Incense & Iron», un coro de ángeles y de hierro candente atravesó al respetable, que avanzó igual que filas de hombres-lobo hacia la nave de la Iglesia, y a gritos de ¡uh-ah!, los guitarritas Charles Greywolf y Matthew Greywolf rasgaron la noche con sus riffs más afilados que plegarias blasfemas.

Era un hecho irrefutable: el público se había convertido en un coro de almas entregadas a esta misa oscura, al grado tal que se crearon pit moshs, pero medievalizados, más centrados en el baile que en las patadas y los combos, hubo incluso momentos en que parejas bailaron, demostrando que el público sabe mezclar brutalidad metalera con elegancia barroca.

«Army Of The Night» fue la tercera pieza, y la voz de Attila ya no era un mero canto, era un sermón de acero destinado a tumbar a herejes y convertir a pecadores a la causa metalera, pues como dice el lema, metal is religión, el metal es unión, comunión, una sola voz alzada en la noche de las almas en pena. «Sinners Of The Seven Seas» sirvió como breve descanso entre el caos desatado, con ritmos medios y más presencia del órgano canónico de Maria Schlegel, con coros angélicos en medio de historias de mares y tormentas, incluyendo una enorme Jolly Roger (la bandera pirata), pero con las siglas de Powerwolf a la vista, alzada por el organista, quien no se limitó a levantar los compases hímnicos, sino que bailó, saltó de tarima en tarima e interactuó con Attila y el público, quedando patente que la juglaría metalera es más que ejecutar un instrumento: implica despliegue escénico y derroche energético.

Herr Attila Dorn regaló un despliegue escénico de lujo: su corpulenta figura de tenor se desplazó por agilidad entre las tablas, bromeó en inglés y en español, y como buen sacerdote metálico, entre cada canción nos sermoneó de lo lindo: hay demonios entre todos ¡pecadores!, dijo con convicción, y también recordó que los metaleros también bailan, pero no el punchi-puchi de las discos, sino que se baila con la muerte, codo a codo: invitó a saltar y a corear, creando pasajes de puro cántico a viva voz, que el público por supuesto respondió a la altura, creando momentos inolvidables que desde ya, sabemos que los presentes atesoraran como hueso santo.

«1589» fue un momento de mayor introspección, con riffs abiertos y poderosos, obra y gracia de la hermandad lobezna. No se nos pasó por alto, pero la propuesta de Powerwolf fue sin las cuatro cuerdas del bajo ¿alteró la calidad musical? Para nada, pues el trabajo de percusión sumado a la mezcla en pista de sonoridades creó melodías prístinas; si hubieran sonado envasados o huecos, otra habría sido la nota (entre un cuatro y un rojo), pero la pericia de los alemanes fue a prueba de balas (de plata), y otro de los momentos elevados llegó con «Demons Are A Girl´s Best Friend», herejía pura y sensualidad a raudales en una interpretación que llegó a la perfección teológica.

Ya casi al cierre los Powerwolf atacaron con «Sainted By The Storm» y «Blood For Blood», pura venganza escatológica en clave powermetalera; antes hubo bailes, bromas y una energía sónica que se enraizó en un sonido pulido, que de verdad parecía emergido desde una catedral. Los bises arrancaron con «Sanctified With Dynamite», y estamos seguros que de ser otras las condiciones y épocas, el público habría hecho caso a la lírica haciendo estallar todo por los aires. El cierre final llegó con «We Drink Your Blood» y «Werewolves of Armenia» ya pasadas las 23 horas, con una ejecución perfecta: sin acoples, sin problemas técnicos, con un nivel en decibles excelente. Y lo que es mejor: mostrando con solvencia un enorme catálogo lobezno, lo que da pie para que los Powerwolf regresen a nuestro país, pues estamos ante un trabajo que va en pleno ascenso creativo.

En tiempos donde los conciertos tienden a lo predecible, esta trilogía de oscuridad, velocidad y teatralidad dejó claro que el heavy aún puede invocar lo sagrado y lo profano sin pedir permiso. Hëiligen encendió la llama, Lord of the Lost oscureció el templo y Powerwolf selló el grimorio con sangre y gloria: una noche en que el metal no solo sonó, sino que resonó como credo, como comunión y como batalla.

FICHA TÉCNICA

Fecha: 5 de mayo de 2025

Productora: Chargola Producciones

Lugar: Teatro Cariola, Santiago de Chile

Setlist Powerwolf

Bless ‘Em With The Blade
Incense & Iron (Weihrauchschwaden)
Army Of The Night
Sinners Of The Seven Seas
Amen & Attack Fahnę
Dancing With The Dead
Armata Strigoi
1589
Demons Are A Girl’s Best Friend
Stossgebet
Fire & Forgive
We Don’t Wanna Be No Saints
Alive Or Undead
Heretic Hunters
Sainted By The Storm
Blood For Blood
Sanctified With Dynamite
We Drink Your Blood
Werewolves Of Armenia

Este artículo ha sido visitado 198 veces, de las cuales 14 han sido hoy

Otros artículos del mismo autor