Familia Motuda: La pobrecita mortalidad de Florcita
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Familia Motuda: La pobrecita mortalidad de Florcita

Familia Motuda: La pobrecita mortalidad de Florcita

martes 27 de junio, 2017

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Escrito por: Equipo SO

Después de once años sin editar material original, Florcita Motuda anunció el lanzamiento de un disco nuevo para fines de 2017. La Familia Motuda, conjunto formado junto a sus hijos Olivia y Lucas, es la banda definitiva con la que el destacado músico chileno pretende sellar su legado compositivo hasta la eternidad. Florcita se sentó con Sonidos Ocultos para hablar sobre estas canciones inéditas, de las energías que le permiten seguir dando conciertos, su fé en la humanidad y de por qué se puso a componer oraciones para ateos.

PARTE I: LA ETERNA BÚSQUEDA DE UN FRACASADO

Es una noche de mayo en Santiago y Florcita Motuda se estaciona para cumplir el último trámite de la jornada, después de los ensayos para su concierto del día siguiente en el Bar de Rene. Del auto se asoman primero las zapatillas de terraplén que aportan algunos centímetros a la corta estatura del músico, quien con una sonrisa acepta pasar a comprar algo para tomar once mientras hacemos la entrevista. En la panadería, se soba las manos mientras una joven colombiana le pasa una empanada de pino con ají. “Bienvenidos y gracias por venir a animar este país culiao fome”, le dice y ella suelta una carcajada al mismo tiempo que un hombre le pide una foto. Florcita no se hace problemas y se despide amablemente masticando su empanada.

Lo primero que hace al entrar al living es darle toda su atención a una pintura realista de unos zapallos. Pide permiso para sacar el cuadro, lo cuelga al revés y queda impresionado del resultado. “Siempre que hago esto me dicen: “¿¡puta, pero qué pasó!?”. Yo les pregunto: “¿hace cuánto que no mirabas el cuadro?”, y se dan cuenta de que no lo apreciaban hace rato. He volteado hasta retratos familiares, me gusta el chiste de convertirlos en algo totalmente diferente”, cuenta fascinado. “Mira, antes eran zapallos hiperrealistas y sin gracia. Ahora son zapallos espaciales, están flotando en el cielo. Te hace pensar, ¿cómo hacer para dar vuelta la mirada dentro de uno mismo? No se trata de encontrar una lógica contraria, sino de buscar otra lógica”, razona Florcita mientras se sienta para conversar sobre música, drogas, energías cósmicas y del disco nuevo de la banda que hizo con sus hijos Olivia (guitarra) y Lucas (bajo).

La Familia Motuda anunció que en su show incluirán temas del disco nuevo que se viene. ¿Es primera vez que los presentan en vivo?

No, de hecho ya tocamos un par en enero cuando fuimos al Festival Woodstaco. Uno es “Lucidez”, que grabamos con Pedro Piedra en la voz, y el otro es “El Show del Planeta Humano”, en la que cantó el Lalo Ibeas, de Los Chancho En Piedra. Para este nuevo álbum ya hay como catorce canciones, no hemos terminado aún el trabajo en el estudio eso sí pero esas dos canciones están listas y suenan increíble.

Hace un tiempo me dijiste que no te convencía la idea de sacar algo tan largo y complejo como un disco

Prefiero sacar singles, porque cuando sacas un álbum entero quedan como tres canciones en el recuerdo y lo demás se pierde. Pero ahora estoy más abierto a la idea porque mis hijos quieren y quiero retirarme un poquito de las decisiones, que la Familia Motuda tome el mando. No es “Florcita acompañado por los hijos”, quiero que ellos sean protagonistas. Voy a cumplir 72 años y estoy en zonas en las cuales uno se puede ir en cualquier momento. Imagínate me muero y después aparece una banda pilla que haga tributo a Florcita Motuda, ¡no!. Yo quiero que mis hijos canten mi música y se queden con mis canciones.

Y en la composición del álbum nuevo, ¿los dejaste contribuir con ideas?

Algo colaboraron, pero aspiro a que eso se abra y participen más para que de verdad sea la Familia Motuda. El disco saldrá este año y se llamará “Familia Motuda: Volúmen 1”, por ser el primero de esta formación. Incluso puede esperarse un volumen dos, tenemos varios temas en el tintero. Lo grabamos en el Estudio Mistika, que es de nuestro saxofonista Lucas Saavedra.

¿Cómo llegaron tus hijos a tocar en la banda?

La Olivia al principio tocaba batería. Un día me falló el mío y no podíamos cancelar la fecha, así que le pedí que parchara. Empezamos a tocar y noté que tenía un beat muy sólido, que no se adelantaba ni se atrasaba como el otro batero que fumaba hierba y se le iban los tiempos. Miré para atrás y no podía creer que era mi hija, con 15 años, tocando así de bien. Lucas, por otro lado, participa en varias bandas y a él le gusta mucho hacer los arreglos: “aquí agreguemos un compás más”, “cortemos aquí”, es todo un músico súper entusiasta y tiene su lugar en el conjunto. Tocar con mis hijos es un tremendo gusto, es como jugar con ellos pero siendo grandes. De repente chocamos porque les gusta tocar más rápido y hay canciones que funcionan solo en las velocidades en que fueron creadas. Me esfuerzo para que vayamos al ritmo correcto, pero la mayoría de las veces estoy cagao y tengo que transar nomás.

 Hablemos de tu canción nueva, “Lucidez”. Propones un ideal sin drogas ni alcohol, pero no predicas una prohibición ni una crítica a los consumidores sino que hablas de otra realidad, que dices es una buena opción para el progreso de la mente humana

Exacto, no es una mirada puritana. Antiguamente habían movimientos acá en Chile que buscaban el desarrollo interno ligándose a distintas drogas. El Grupo Arica lo hacía con el LSD en los tiempos en que yo estaba integrando el grupo de Silo, pero teníamos diferencias muy profundas y la verdad no podíamos dialogar. El piso mínimo de nuestro trabajo energético es la vigilia que permite la lucidez sin difusiones. Desde nuestro lado no usábamos ninguna sustancia, ya que conocíamos ciertas teorías de cómo producir conexiones energéticas poderosas y, si estábamos drogados, no podíamos comprobar si funcionaban o no. La letra dice: “El ser humano puede acceder a estados de conciencia muy lúcidos, cristalinos, transparentes, místicos y de gran concentración de energía. Con esa fuerza el ser humano puede construir nuevas realidades”. Esta no es una mirada inquisidora en lo absoluto.

¿Nunca tuviste afinidad con el alcohol? ¿Probaste la marihuana?

Yo soy muy sociable, me gusta conversar y con el trago la lengua se me traba, eso me da rabia. Lo mismo con la hierba, cuando la probé en los sesentas fue porque todos los de mi banda, Los Sonny’s, fumaban. Un día pitié con ellos y me puse la guitarra, pero cuando intenté el primer acorde no sabía qué hacer, así que puse el pedal de delay bien aumentado para que se enredara el sonido y no se dieran cuenta que había olvidado todo, ja, ja, ja. Como eso se interponía entre mí y la música, lo saqué cagando de la ecuación hasta la segunda vez, un año después con una mujer que me gustaba mucho. Me invitó a dormir con ella con la condición de que llevara dos pitos y acepté, aunque caché que me usó de dealer. Me llevó al dormitorio al toque, se empelotó entera y yo también. Empezamos a fumar y en eso yo me miraba pa´abajo, ¡pero estaba cacho e’ paragua total! Así que conversamos y a dormir nomás. En toda la noche no pasó nada, así que nunca más marihuana para mí. Fue mejor, ahora estoy llegando a los 72 años en muy buenas condiciones físicas.

Tienes buena voz todavía. ¿Cómo haces a esta edad para enfrentar un show de una hora o más?
Mantengo buena cabeza y estoy componiendo siempre. Me ha servido no agotarme buscando el exito, cosa que aprendí temprano con el movimiento siloísta en 1970. Me dió un feedback tan potente que me dije: “puede existir la inmortalidad, ya que se trabaja energéticamente”. No tengo problemas con los shows, de hecho a veces los cabros se cansan y yo salgo solo a cantar con la gente. Tengo mejor salud que la Olivia y el Lucas.

 Mirando atrás, ¿en qué momento dirías que hubo un cambio decisivo en tu música?

Bueno, la primera utilidad que debe tener una banda para uno es que se acerquen las minas, pero me pasaban por el lado y se iban con el otro guitarrista y el baterista. Además se empezó a mecanizar la música, siempre tocábamos encerrados en ciertos acordes y yo quería cambiar eso. Jugué con las afinaciones en mi guitarra y le saqué hasta los trastes para romper la cuestión armónica, pero no lo lograba. Me peleé conmigo hasta que el siloísmo me mostró la clave: “esta doctrina no es para los triunfadores, es para los que llevan el fracaso en su corazón”. Y yo estaba en esa, no pasaba nada con las mujeres y más encima estaba en conflicto con mi música que era lo único que me tenía. Ahí ví que esto era para mí y me uní al movimiento, fue la forma en que me reconcilié con ella.

Entonces pasaste a componer cosas más personales y fuera del esquema…

Claro. En 1977 mandé “Gente” al Festival de Viña, quedé y eso fue la demostración de esa reconciliación. Las canciones del “te odio, te quiero” ya estaban hechas y yo quería cantar otras hueás. El amor puede ser a las galaxias, a los extraterrestres, a las ideologías, con esa perspectiva me metí en otras ondas y los tipos decían: “wow, pero qué genial este loco, ¡puta que creativo!”. Y na que ver, lo creativo en realidad es el punto de vista del cual yo vengo. Fue interesante, porque impacté al medio musical y no cachaba bien todavía qué había pasado en mí, en realidad no tenía registro de lo que estaba produciendo la nueva relación con mi arte. Llegué a mi hogar psicológico en ese momento, me sentí a mis anchas y en un punto de vista para hacer canciones muy diferentes con toda naturalidad.

¿Te sentiste más asumido con tu pensamiento y tus limitaciones?

Sí, porque el que fracasa busca en todos lados y se convierte en experto buscador. Las experiencias potentes de inspiración llegan cuando estás en cuidadosa y humilde búsqueda. Empecé a cachar que ciertas canciones no eran producto del oficio de construirlas, sino que llegaban de otra manera. Conocí lo que era la inspiración. Pero cuando empiezas a sentirte la raja, crece el “yo” y ese ego neutraliza el canal de conexión con la realidad creativa.

¿Y ahora te sientes buscando aún?
¡Ya estoy encontrando! Una muestra de eso es que he compuesto ocho oraciones, con la intención de componer una sinfonía para orquesta y coro, que se va a llamar “Oraciones Radioactivas Para Ateos”. Esto deviene de estar viendo las redes sociales y las reacciones a los constantes casos de corrupción y colusión, la gente se indigna profundamente y quedan muy afectados. Estas hueás me irritan tanto, que descubrí que tenía ganas de orar para estabilizarme frente a estas realidades tan charchas. Así empecé a trabajar en estas oraciones que ahora comparto a la gente, son muy inclusivas y ni siquiera hay que sabérselas. ¡Esto no es religión, es mística!

Además de ser un experimentado compositor, también has destacado por tu estilo y trabajo en la guitarra ¿Cuál es la relación actual con tu instrumento?

Cuando me regalaron mi primera guitarra pasaba todo el tiempo con ella, dormía y me acompañaba hasta a cagar al baño. Siempre he dicho que soy hijo de dos grandes guitarristas: Violeta Parra y Jimi Hendrix. Para mí fue un instrumento muy importante que me guió por la vida hasta donde estoy ahora, pero yo ya toqué la guitarra. Mi aspiración es dejarla un poco y ponerme a cantar nomás, porque me gusta moverme. En lo composicional, lo fundamental para mí ahora es la palabra, esa es mi acuarela con la que voy pintando la música, con la entonación de poesía y recitación voy tratando de descubrir la melodía que hay dentro. En el conservatorio siempre me decían que lo más importante en la música es la melodía y que había que trabajarla desde la armonía. Pero cuando la música nos lleva a lugares no cómodos  se pone interesante, si sigues encuadrado las canciones siempre van a ser iguales. Si quieres aventurarte y llegar a lugares desconocidos, trabaja con la pura melodía y deja la armonía de lado.

¿Sobre qué estás cantando hoy? Mencionaste la liberación mediante las oraciones, las virtudes de los estados lúcidos…

Bueno, está otro tema nuevo, “El Show del Planeta Humano”, que habla sobre la necesidad urgente de la bondad y el buen trato. Si quieres, tú puedes ser protagonista del mundo y aquí podemos ser la nota amable, que dé sentido a este planeta. El punto de vista general que quiero comunicar es este: el ser humano es un conglomerado energético que tiene como centro de gravedad el cuerpo. De acuerdo a tu conducta, si has logrado construir un centro de gravedad diferente al de este cuerpo humano, podrás seguir hasta otras realidades, evolucionando. Si, en cambio, estás en la contradicción de pensar algo y hacer otra cosa, la energía no se une porque está dispersa hacia todos lados. Lo que estamos intentando lograr es una acción centrípeta, donde vaya uniéndose el pensamiento, el sentimiento y la acción. Pensar, sentir y actuar en la misma dirección: así se logra la unidad interna.

¿Sientes que ha cambiado tu audiencia en el último tiempo, que es más joven que antes?

Siempre he tenido galería joven. Los adultos inflan más las canciones del “te odio, te quiero”. El rock en sí es joven, de un público que está abierto a lo experimental y que le gusta. No es una nueva audiencia en realidad, soy un artista transversal al que van a ver abuelos, padres y nietos. Si llego a ellos es porque me encanta lo que estoy haciendo y eso lo reflejo, es muy sencillo. Es eso, ama la realidad que construyes y ni siquiera la muerte detendrá tu vuelo.

PARTE II: LA FAMILIA MOTUDA EN VIVO

A pocos minutos de comenzar, el Bar de Rene está repleto hasta el último rincón. Es una ocasión especial pues, además de ser el aniversario 21 del local, la banda muy rara vez toca en bares o recintos de tamaño reducido. Varios usan las poleras con una colorida ilustración de la cara de Florcita al frente, fabricadas para la ocasión y vendidas en un improvisado stand por su hija Olivia, quien también produjo este recital. Cuando por fin suben los músicos hay gritos de “¡ídolo!”, “¡maestro!” y “¡ponele viejo culiao!”, que al rato pasan a voces coreando todos los temas. Abren con “Pobrecito Mortal”, que demuestra inmediatamente la armonía entre el padre y su hija como líderes de la banda. “Las Máquinas” goza de una versión renovada y muy rockera que incluso provoca un mosh en las primeras filas. Es increíble ver cómo el conjunto eleva las viejas composiciones con una ejecución y sonido impecable.

Uno de los temas nuevos, “Lucidez”, es disfrutada por los mismos que hace unos minutos fumaban pitos en las afueras del bar y ahora se ahogan en sus cervezas de litro. Florcita, advertido de que el local debe estar en silencio a las 12 de la noche, no se toma descansos mientras Olivia pide por favor un trago de algo para recuperar el aliento entre canciones. Pero antes de tocar “En Pelota”, su último tema, ella pregunta a su colega: “Papá, ¿quieres decirle algo al público?”.  “¡Sí, que puta que estoy cansao oh! Tengo 72 años po, hueones, que más quieren”, responde el músico antes de dar el último bis. “Cuesta seguirle el ritmo, a veces tiene mucha energía y otras veces se cansa al tiro”, comenta Olivia después del concierto ya más relajada.

Te mantienes atenta sobre el escenario y llevas la fluidez de la presentación, hasta los aspectos técnicos. ¿Te gusta ese rol?

Soy su brazo derecho en eso. Creo que mi hermano y yo somos los directores musicales, personalmente me estoy encargando de la producción y de ayudarlo en lo que más pueda para facilitarle la pega, que esté tranquilo y pueda fluir en el escenario. Antes le tocaba hacer todo el trabajo, pero ya es mucho para él.

Según Florcita, está intentando soltar el control de la banda y abrirse a que ustedes aporten en la composición de canciones…

Mi papá siempre nos ha apoyado respecto a que seamos creativos, compongamos y hagamos arreglos. Pero en el minuto de hacerlo nos empieza a corregir, entonces al final siempre se hace como él quiere. Él es el maestro aquí y eso lo respetamos, Don Floro tiene su carácter también.

¿Cuáles son los primeros recuerdos musicales que tienes con tu papá?

Yo siempre estuve presente en los ensayos, desde chica veía a la banda crear. Es algo muy natural para mí escuchar la música bien fuerte y me quedaba dormida mientras tocaban a todo volumen en mi casa. A los 14 años me puso a tocar batería con su banda para salvar una fecha y sin saberme los temas, pero lo hice bien. Mi papá siempre me ha obligado a hacer esas cosas, a veces sin que yo quisiera me tiraba al escenario igual. De no haber sido así, yo jamás me hubiese atrevido a dirigir una orquesta, tocar batería, guitarra o ninguna de esas cosas. Me lo impuso, pero gracias a eso hice muchas cosas que yo no cachaba que podía lograr.

¿Fué él quien te inspiró a tomar la guitarra?

Sí, viene directamente de mi papá. Hasta tocar la batería lo he hecho por imitación a él, como toda niña cuando aprende. Después empecé a buscar otras técnicas y estudié licenciatura en composición en el Conservatorio de la Universidad de Chile, donde estudié cinco años y congelé porque tuve un accidente. Pero aprendí un montón.

En el show de la Familia Motuda confluyen un montón de estilos, entre ellos tu influencia que es mucho más heavy. ¿Cómo crees que aporta en el sonido casi sinfónico de tu papá?

Mi estilo es bien rockero, pero es mi papá el que me exige que incluya más de eso. “¡Esto tiene que ser más distorsionado, más sucio!”, pide a veces. Él cacha harto y no se cierra en ese sentido. Siempre me mostró lo clásico como los Beatles, Hendrix, etc., además de mucho folclore, así que me siento entrenada para tocar de todo en mi instrumento.

¿Cómo es tocar con tu viejo y tu hermano?

Es bien cómodo porque es una familia. Mi papá tiene su genio y una postura bien cuadrada sobre los arreglos, pero siempre llegamos a un acuerdo. Es complicado, pero lo logramos gracias a que he practicado la paciencia. Siento que yo soy más perfeccionista y mi papá es relajado, más hippie.

¿Te molesta que a Flor lo tomen como un loco? ¿Qué cosas crees que la gente malentiende sobre él?

No, para nada. Tiene que ver con la época, cuando empezó era súper incomprendido porque lo veían con disfraces, máscara y antiparras. No era tan aceptado como se cree, si ves los videos cuando salía en los festivales con sus canciones que hablaban de temáticas distintas, en realidad no lo entendían. Pero siguió con su música y llegó a ganar el Festival de la OTI, por ejemplo, donde la gente quedó sorprendida con el show cuando los músicos de orquesta se paraban gritando en los coros. Recuerdo que para el primer ensayo de esa presentación, la primera corrida de violines se fueron cuando vieron que los iba a dirigir una cabra chica. El director de orquesta de allá los amonestó y los mandó de vuelta a tocar con esta pendeja. ¡Y al final ganamos la hueá! Fue muy bizarro y bonito, todo idea de mi viejo.

Él dice que le gustaría que la banda continúe después sin su presencia, cosa que parece lejana pero segura. ¿Cómo te sientes respecto a eso?

Yo y mi hermano tocamos con él desde niños, cachamos cómo llevar la banda y su forma de componer con arreglos raros. Estoy súper acostumbrada y no es nada difícil ni extraordinario seguir ese rumbo, creo que lo haremos bien siempre y honrando la genialidad de mi viejo.

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