Avishai Cohen Trio en Chile: Herencia en constante evoluciónespera un momento...
martes 03 de diciembre, 2024
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda
Fotos por Rodrigo Damiani @SonidosOcultos
Una carrera artística durante más de 30 años, iniciada a después de hacer el servicio militar en su natal Israel. Jaco Pastorius fue su inspiración para acercarse al bajo, con 14 años. Un catálogo discográfico de kilometraje probado, inclasificable incluso a los estándares del jazz. Todo lo que el contrabajista Avishai Cohen ha forjado en su búsqueda incansable de sonidos y estilos en todas las latitudes existentes y por haber. Moverse entre lo clásico y lo contemporáneo, para el destacado músico nacido en Kabbri es una forma de ver y hacer las cosas. Cohen es un profeta de la libertad creativa, y lo ha demostrado mediante su firma inconfundible, producto de sus viajes musicales a través del Medio Oriente y Europa del Este. La música afroamericana también tiene su espacio, dejando en claro que su huella en el jazz de la vieja escuela responde al impulso por expresar una idea o una emoción. O ambas.
La promoción del recién estrenado «Brightlight» nos trajo a Avishai Cohen, por primera vez en un escenario chileno. En formato trio, acompañado por el pianista Guy Moskovich y la baterista Roni Kaspi. Un equipazo, como nos lo demostrarán durante casi 90 minutos de ritmos sincopados, sonidos cayendo en forma de cascada y un contrabajo con ‘voz’ propia. Y ante un público que, a pesar de lo silencioso en estas lides, responde a la convocatoria hasta repletar el recinto ubicado en pleno barrio Bellavista hacia el poniente. Con toda razón, si se trata de un exponente del jazz cuya faceta de viajero-explorador le da al género una bocanada de aire fresco en cada trabajo e incursión.
El arranque de la jornada, a eso de las 20 horas pasadas, corrió por cuenta de Gabo Paillao Cuarteto. Proyecto en solitario del director musical de La Brígida Orquesta, su propuesta denota la influencia de próceres como Charles MIngus y Thelonious Monk, como lo notamos en la primera descarga con «Monology». Una pieza con alto derroche de energía, donde las habilidades del baterista Félix Lecaros y el contrabajista Milton Russell contribuyen a construir un estilo que impone su propia autoridad. De la misma forma que «Duerme Tranquila», compuesta hace una década por Gabo en dedicatoria a su sobrina, evoca una dulzura que después transita por otros pasajes musicales en una progresión natural. El aporte de Joaquín Contreras en el saxo tenor rememora un sentido de espiritualidad e ingenio propio de los Coltrane-Parker-Davis que cimentaron hace más de medio siglo las bases de la música popular.
Si bien Gabo es un músico de sonido reconocible, jamás abjura del uso de disonancias y el uso de nuevos caminos armónicos. Más bien, toma lo mejor de Monk y Mingus y lo lleva a su propio estilo percusivo, como una caída de agua en algún paraíso natural de nuestro país. Una de las razones por las que «La Danza de los Vivientes», la tercera y última estación en el repertorio de anoche, se siente y se recibe como lo que es. Una pieza con desarrollo telúrico, con los cuatro instrumentos entablando una conversación, como amigos en una misma junta. Lo que despliega una agrupación que preserva los valores de una revolución atemporal, es lo que le da a Gabo Paillao Trio un sitial ganado a pulso, con sus toneladas de expresividad y buen gusto traducido en una grandeza artística como pocas.
A pesar de que el sector frontal del Chocolate en un comienzo se encontraba muy poco poblado al empezar la jornada, no tardaría en repletarse a eso de las 21 horas. «Courage» y la titular «Brightlight«, ambas distintas entre sí y, a la vez, dotadas de una sensibilidad que poco y nada opaca su movimiento ágil y espontáneo. Cerrando «Hope» un hat-trick imbatible, queda a la luz una muestra de categoría en base a la constante apertura de vórtices hacia recovecos tanto ignotos como necesarios de revisitar.
El groove de sabrosura latina que inicia «The Ever and Ever Evolving Etude», un deleite cuando se trata de adentrarnos en esa faceta de viaje y exploración que Cohen lleva a cabo hasta tatuar en su ADN los sonidos y ritmos adquiridos desde todos los puntos cardinales que haya visitado nuestro protagonista. Eso sí, nada de eso se entiende sin el piano destellante e inteligente de Guy Moscovich, un intérprete cuyo entendimiento con Cohen y Roni Kaspi es casi telepático. Nótese que la empezada con Avishai siendo el centro gravitatorio, forma parte de un conjunto de voces y distintivos que hacen simbiosis en favor de una idea en común.
Si bien Roni Kaspi tiene un rol protagónico en toda la presentación, lo que ocurre en «Roni’s Swing» es para sacarse el sombrero. Lo que empieza con elegancia pulcra, se convierte de a poco en una fuerza natural sin contrapeso. A sus 24 años, le imprime a su instrumento una pegada propia de veteranos, a la vez que su diálogo con Cohen y Muskovich no puede ser más fluido. Y es que cuando pasamos a «Hitragut», nos damos cuenta de todo lo que es capaz de levantar un trio hasta sumirnos en un mar de emociones, con las plumillas de Roni marcando la base más tierna y solemne de un estilo que navega sin miedo a través de nuestros pensamientos.
De la forma en que Avishai Cohen y su trío nos exponen un universo propio, la clásica «Summertime» de George Gershwin tiene un lugar merecido. Lo importante que es rescatar el legado de los padres fundadores, Cohen además le da un toque de ska y afrobeat que en el directo equivale a un oleaje de frescura y clase que satisface hasta al más melómano. Notable, como siempre, la tarea de Guy Moskovich en el piano, quien incluso aprovecha su espacio para dejar caer las notas y distribuirlas con una precisión abrumadora.
Cuando se trata de viajar y rescatar sonidos y estilos del mundo en su totalidad, Sudamérica no puede quedar ausente. Y ahí es donde la emoción a flor de piel se toma el recinto, con una vibrante versión de «Alfonsina y el mar«, el clásico inmortalizado por la eterna Mercedes Sosa y un obligatorio en el cancionero popular de Argentina y todo un continente. Cantada en perfecto español por un Cohen entregado al lamento que evoca dicha pieza, las cerca de 300 personas uniendo sus voces en un mismo sentimiento es una captura impagable. Y clausurando lo que será recordada como una visita histórica, el poema de Leonard Cohen «I Pray for Courage» nos muestra a un grupo que prioriza la interpretación y el propósito de comunicar por sobre cualquier artificio ajeno.
En un tiempo donde el jazz parece no obtener el nivel de popularidad respecto a días pretéritos, es un lujo el poder ser testigos de lo que hace y construye Avishai Cohen. No es solo el demostrar habilidades en los espacios medios y agudos del contrabajo, sino dotarlos de algo reconocible y maravilloso. No quepa duda de la constante evolución que mantiene más viva que nunca la herencia dejada por los grandes. Esa misma evolución que nos hace maravillarnos con las sonoridades orientales y, sobretodo, abrazar la emoción de nuestra raíz en esta parte del mundo.
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