Bitterdusk en MiBar: Guardianes del Cosmos
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Bitterdusk en MiBar: Guardianes del Cosmos

Bitterdusk en MiBar: Guardianes del Cosmos

domingo 14 de abril, 2024

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Escrito por: Equipo SO

Por Claudio Miranda.

Fotos Rodrigo Damiani @SonidosOcultos

El doom metal en Chile no se puede entender sin Bitterdusk. Una institución del género que congrega a los entendidos que profesan lealtad al riff monolítico. Un nombre referencial que culminó el hiato discográfico de una década hace unos años con el lanzamiento de «Árbol Cósmico», hoy volviendo con todo a la cancha con el recién salido del horno «Guardián del Valle». La demora fue menor al del ciclo anterior, y como nunca, el presente de su reciente lanzamiento va de la mano con una potencia registrada a base de elementos bienvenidos en esta nueva fase.

Así como el baterista Kurt Heyer -también golpeando los tarros en Yajaira– ya acumula años y kilometraje en la banda de los hermanos Alvarado, la suma de Seba Puente (Nuclear) a la producción y avanzada de guitarras fue todo un acierto. Completando el cuadro los sempiternos Fabián y Leo, y tratándose de una máquina de lubricación probada en todas sus líneas, era cosa de tiempo que MiBar fuera el epicentro de un lanzamiento esperado por quienes disfrutamos del riff lento y real como opción de vida.

Al igual que en el rock de vanguardia -o ‘progresivo’, lo dejamos a juicio del lector, el doom metal no es precisamente un estilo que genera efervescencia mediática fuera de sus dominios. Y la apertura a cargo de Black Messiah es la ocasión para apreciar aquello, no como un contra, sino por lo que genera entre los fans del estilo en su faceta más tradicional.

Cultores de una propuesta muy en plan «fans de Slayer y Testament tocando la música de Candlemass», el espectáculo de Black Messiah va por dejar la vida en cada riff, potenciándolo todo con una actitud callejera desde la tripa. Una intro densa para el primer bombazo con «Stay in the Dark» , seguida de la más agresiva «In the Shadows», nos muestra las mejores armas de una banda que bucea en las aguas profundas de la vieja escuela. Felipe Troncoso en los solos, y Rodrigo Echeverría en la bruma de los riffs, ambos te definen el peso irrefrenable de las guitarras en un estilo personal sin precedentes a nivel local y sudamericano.

La voz de Rodrigo «Yuyo» Pérez, un cantante que respira metal de viejo cuño y lleva el asunto a su puesta escénica con sus espasmos de locura, es la corona de una catedral ruinosa que hacia el final con «Church of Pain» lo deja todo, incluso el cuello. Es la sensación que nos deja Black Messiah hasta el sudor, donde las cadencias y el gusto por la melodía son determinantes en el nombre que han logrado dentro de un hábitat donde pocos logran poner un pie sin caer en el abismo.

Con el recinto de calle Santa Isabel registrando una notable concurrencia de fieles doomsters hasta la médula, y con la intro homónima a la altura de su contexto, «The Inward Battle» inicia el viaje de Bitterdusk desde sus raíces ligadas a la influencia de Paradise Lost y Anathema, allá en los ¿lejanos? ’90s. No es solamente presentar un nuevo trabajo, sino recordar los inicios de una agrupación que va para las tres décadas en la carretera y hoy goza de sus mejores años. De ahí pasamos a «Árbol Cósmico», el corte titular de su penúltimo álbum, en vivo ganando puntos en fuerza y energía suficientes para sumergirnos en el trance propio de la música pesada con temple etéreo.

Hasta ahí, la suma de la segunda guitarra a cargo de Seba Puente le da a los clásicos un brío juvenil que da gusto por el estado de gracia con que Bitterdusk despliega su repertorio. Suficiente para darle el «¡vamos!» al material recién salido del horno, primero con la principal «Guardián del Valle», una muestra de rock pesado y arrastrado tan envolvente y liberadora como lo que provoca en su versión en estudio. Ahí nos permitimos apreciar las virtudes de Leonardo Alvarado en bajo y voz, no podemos entender el sonido pesado de Bitterdusk sin la solidez en la bajas frecuencias, mucho menos sin su voz bajando por las montañas hacia el valle del doom. Lo mismo con Fabián, un guitarrista con presencia sobria en escena pero con un sonido en las seis cuerdas que combina agresión sónica con la construcción de texturas sonoras, siempre transitando en senderos de psicodelia oscura.

«Ascención del Sol Interno», «Ojos de la Montaña» y «Rezo Antiguo», todas ganan un carácter imponente y honesto a la vez, con la guitarra de Seba Puente sumándose con fluidez al mar de riffs con que Bitterdusk en vivo consolida el fulgor de una fase gloriosa, la de hoy, la de los días dorados. En la batería, nos parece admirable la forma en que Kurt Heyer, un fan acérrimo de Ian Paice, vuelca su sangre púrpura en un estilo que domina como una extensión de su experticia con las banquetas. De ahí que del doom más pantanoso pasemos con naturalidad a una atmósfera de rock gótico ochentero, al estilo de The Cult. Lo que hay en el disco, se amplifica en el directo de manera incuestionable.

El remate con el binomio conformado por «Amanecer de la Galaxia» y «El Llamado», con lo distintas que parecen ambas, en realidad tienen eso que nos impulsa a dejar la última hora de sudor. Y es que Bitterdusk, con lo justo para hablarle al público en las pausas, te deja literalmente sin aliento, así como ellos dejan la vida durante el viaje hacia el valle cósmico. El mismo valle que sus guardianes protegen a muerte, ante los ojos de la montaña del rock pesado.

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