The Exploited: Terminando la guerra que empezó Maggieespera un momento...
martes 29 de abril, 2025
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda
Fotos Rodrigo Damiani @SonidosOcultos
Es totalmente comprobable que la gran mayoría de quienes estuvimos anoche en el Caupolicán, aún ni pensaba en nacer cuando The Exploited escandalizaba a la elegante y pechoña sociedad británica. Los escoceses, con el entrañable Wattie Buchan a la cabeza, retomaron la ira y burla que los Sex Pistols profesaban con descaro, llevándolo al siguiente nivel de hostilidad y agresión. Adjunto a la imagen del corte mohicano-cuero-tachas que Wattie transformó en una identificación visual a perpetuarse generación tras generación, poco y nada pesó el dictámen de cierta prensa que aseguraba que «el punk estaba pasado de moda», una sentencia que se fue a cierta parte cuando «Punks Not Dead» (1981) vio la luz para generar un nuevo terremoto en las Islas Británicas. Hablamos de un LP debut editado hace casi 45 años; la fotografía de un país que lidiaba con una fuerte crisis en todo aspecto, con el régimen de Margaret Thatcher haciendo honor a su apodo «Dama de Hierro». y retomando los valores de la revolución del ’77 para llevarlo hacia un terreno mucho más devastador y provocativo.
En Chile, gracias a comunicadores como Rolando Ramos y espacios como «Melodías Subterráneas», el hardcore punk británico llegó casi como un acto más de la resistencia cultural a la dictadura de Augusto Pinochet. Un panorama local no muy distinto al de Gran Bretaña en 1981-82, lo que le ha dado a los de Edimburgo una connotación de integridad ante las tendencias impuestas por el status quo y la corrección política. Y en Chile, un país que desde la década del ’90 viene desahogando sus gargantas contra la injusticia constante, The Exploited se volvió un nombre indispensable de protesta y ferocidad. Lo dijo el periodista y escritor español Marcos Gendre: «el punk es preguntarse contra qué o quién se está combatiendo». Y la respuesta está en un repertorio que apunta contra el doble estándar y llama al cuestionamiento, todo potenciado con un aluvión de ruido a la cara de la autoridad de turno, en todos sus estamentos. De ahí que, como en cada visita, sobretodo las dos anteriores, la asistencia en el Caupolicán -solo habilitado en cancha y palco-, respondiera a la comunión que despierta una banda de trayectoria intachable en una fanaticada que se renueva en cada generación.
Con el reducto de calle San Diego registrando escasa presencia a eso de las 19 horas, los nacionales de Gordom abren las fuegos mediante un patadón de thrash y punk que le da un golpe bajo a la indolencia de la clase política. Breve, preciso, a lo que saben hacer y justificando su nombre como apertura de anoche, de la misma forma en que lo hicieron durante la última visita de Brujería. Por cierto, tirón de orejas al público, en gran masa afuera del recinto a esas horas. No se trata de apoyar, pero sí queda al debe respecto a la valoración local.
Hay que decirlo: un acierto la inclusión de Moratory en la gira final de los forajidos de Edimburgo. Desde San Petersburgo, la metralla D-Beat que retumba en el recinto a esas horas surte el efecto correspondiente. Y es que en un repertorio donde «Doomsday», «Haunting Eye, «Catch Them» y «To Stay Alive» caen como bombas en plena zona de desastre, hay algo que nos deja tranquilos respecto a la renovación del género, extendiendo su probidad a un nivel de agresión y ruido que se esparce y echa fuego entre los asistentes que ya empezaban a repletar el lugar. Desplante intenso y enérgico, escupiendo rabia contra el poder establecido mediante un sonido aplastante. Para el recuerdo, una versión magistral del clásico de los fundamentales Discharge «State Violence, State Control». La diferencia entre «sonar como…» y respirar la cochambre del punk en su faceta más cruda y despiadada, lo es todo. Y los rusos de Moratory la tienen clara cuando se trata de traducir una idea de resistencia a un espectáculo atronador.
La cancha repleta, y basta con la aparición de los escoceses para que empiece la última batalla… literalmente. «Let’s Start A War» entra a puntapiés y transforma el Caupolicán en una fiesta. Un oleaje de gente y sudor, con algunos cuerpos flotando en pleno caos. Los misilazos que «Fight Back», «Dogs of War» y «The Massacre» aluden por su efecto devastador, funcionan en base a las ideas profesadas mediante la música más cañera y mala onda que puede concebir el ser humano. Y esa es la idea en The Exploited, lo que en el directo se convierte en una liturgia de ira y celebración para quienes no tenemos nada que perder.
Notable la sugerencia histórica de «UK 82», una que nos transporta al Londres sucio y turbulento de comienzos de los ’80s, cuando las bandas como The Exploited, GBH y Discharge eran sinónimo de «lo peor de lo peor» para la bienpensante sociedad británica. Una necesidad natural romper la voz en «Chaos is my Life», versionada por nuestros Nuclear, con Matías y Seba presentes entre el público después de compartir escenario con los británicos en La Serena hace unos días. Importante remarcar aquello, porque son esas cosas las que definen, en parte, el lazo entre The Exploited y la comunidad subterránea de nuestro país. La misma comunidad que se apropia con legitimidad de «Alternative», se identifica con «Noize Annoys» -la postal del fan regalándole su chaqueta a un Wattie de torso desnudo y sacado de una por la seguridad, imborrable y se arma de paciencia en «Troops of Tomorrow», original de The Vibrators, un nombre angular en el estallido británico del ’77. Puede sonar raro, pero es que The Exploited, a estas alturas, es la historia de un género que se volvió una revolución absoluta, donde la música violenta sólo responde a la brutalidad de su época.
Entre «Never Sell Out» y «I Believe in Anarchy» hay como dos décadas de diferencia. Y entre ambas el resentimiento hacia el sistema imperante se exhala desde la tripa. Bien lo sabe Wattie Buchan a sus 67 años, un tipo con mil batallas en el cuerpo y una voluntad inquebrantable al momento de vomitar todo el odio del mundo contra el verdadero enemigo. Inclúyase, a todo esto, la bengala que aparece en «I Believe in Anarchy» como un highlight en plena centrífuga humana. Una de tantas capturas ópticas sobre la forma en que el odio al poder nos une en plena fiesta, a pesar del riesgo pertinente.
En pleno fragor de pogo, headbanging y puño en alto, también aprovechamos de apreciar las virtudes de una agrupación que se debe solamente a su integridad humana. La solidez de Irish Rob en las bajas frecuencias, la destreza de Stevie Campbell en las seis cuerdas y la pegada descomunal de Gary Sullivan en los tarros. Lo justo y necesario en el ensamblaje sónico de los escoceses para que Wattie haga lo suyo y deje hasta el sudor en su verraquera. Lo que explica sin nada rebuscado la efectividad con que «Drug Squad Man«, «Rival Leaders», «Beat the Bastards» y «Disorder» echan abajo una y otra vez el Caupolicán. Una hora y 15 minutos de paliza y bombardeo sónico, como debe ser siempre.
El dedo medio a la autoridad en «F**k the System», las vivencias del «servicio militar» en «Army Life», el puñetazo al mentón del imperio en «F**k the U.S.A.»… ¿Con cuál momento nos quedamos de una jornada rutilante en todos sus ángulos?. Por acá, «Sex and Violence» va fija como la fotografía en plano general de una celebración total, con el público saltando desde la cancha al escenario. No se compara con nada, lo resume todo cuando nos toca hablar del punk donde las papas queman. Y abrochando la despedida, el último convite, «Punks Not Dead» y «Was It Me» se llevan lo último que nos queda de aliento y energía. No podía ser de otra forma, si esta música no requiere de observaciones cuidadosas, tampoco son necesarias. Porque tal como Motörhead, Discharge, Slayer y Napalm Death, no hay término medio con The Exploited. Te gusta mucho o no te gusta nada. El turismo es para los curiosos.
De ser la última de los escoceses en nuestro país, damos fe de que lo vivimos como Lemmy manda. Por acá al menos, podemos afirmar que Wattie terminó la guerra que empezó Maggie -Margaret Thatcher, para los despistados, aludiendo a la Guerra de las Malvinas- hace más de cuatro décadas. Pero mientras la indolencia de la clase política y la injusticia persistan hasta colmarnos la paciencia, The Exploited nos habrá dejado un catálogo discográfico en el cual vive el impulso por mandar a la chucha al poder de turno.
Este artículo ha sido visitado 133 veces, de las cuales 1 han sido hoy