Morsuko – El ruido (2017)
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Morsuko – El ruido (2017)

Morsuko – El ruido (2017)

miércoles 01 de noviembre, 2017

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Escrito por: Martin Poblete

Una de las grandes ventajas de hacer música en esta época de la historia es la libertad que tienen los músicos de elegir hacia dónde apuntar con su propia obra: tanto el camino de mirar hacia el futuro y contribuir a la vanguardia musical de su tiempo, como el de profundizar y refrescar el legado de corrientes estéticas del pasado, son vías igualmente válidas y respetables en la actualidad.

Morsuko se cuadra más con este segundo camino y, aunque su forma de hacer rock es amplia y diversa en influencias, su fórmula se mueve principalmente entre el hard rock, el stoner y el garage rock. Y no, no son una banda separatista: estas influencias conviven a lo largo de sus canciones, combinando elementos de un estilo y otro para dar interesantes giros a sus canciones.

El rock duro de Callar, el track inicial del disco, nos resume de buenas a primeras lo que estos muchachos se traen consigo: un sonido potente y crudo, con poco y nada de overdubs y otras triquiñuelas de estudio. Lo que se escucha es lo que es. El bajo cobra especial protagonismo hacia el final del tema, con un incisivo solo de parte de Rai.

Con Perseguidos la banda coquetea con el post-grunge, a través de una repetitiva introducción en la que una simple pero efectiva melodía de bajo descansa sobre una cama armónica de acordes mayores, cortesía de James en guitarra. A lo largo de su desarrollo el tema gira en direcciones más oscuras, pero siempre vuelve a su leitmotiv principal.

Sigue avanzando el disco con Estados primitivos. En un principio se perciben influencias de los primeros años de Motörhead, pero la melodía y la ejecución vocal suenan con fuerza a Ricardo Mollo y al rock argento de Divididos.

La oscura y pesada atmósfera de El desierto nos comienza a coquetear con los primeros indicios de stoner. Distorsiones fuzzeras, pulsos lentos y riffs pegados contrastan con una voz que termina estallando en gritos.

Le sigue el garage rock de Lluvia negra. La voz, distorsionada como sonando a través de un megáfono, da a la canción un sonido lo-fi que acompaña a la perfección su crudeza y frontalidad. Jumbitos extra para James, el guitarrista, por el uso que le da a la palanca de whammy. Jeff Beck estaría orgulloso.

Chamán nos lleva de vuelta al stoner, con riffs oscuros y repetitivos que van construyendo la canción poco a poco. Tras una larga entrada, en la que a ratos se escucha a Truckfighters, la canción se resuelve y la voz entra en una onda bastante más alegre que lo que se pronosticaba. Nuevamente, la influencia de Divididos se asoma con fuerza.

Dr. Dencil y Desvanecer retoman la senda del rock más pesado, con el recurso de la voz megafónica reforzando la agresividad de un hard rock de impecable ejecución. El trabajo de Guzmane en batería es preciso para el estilo de la banda: bombo y caja bien acentuados en todo momento, con precisión y fuerza.

No necesitamos banderas es el único cover del disco. Una verdadera versión de power trio del clásico de Los Prisioneros. La sonoridad de reggae primitivo del tema original aquí es reemplazada por un bajo distorsionado, una guitarra de alta ganancia y voces desgarradas que, bordeando lo gutural, fortalecen la sensación de desdén y enojo de la canción.

De todas las canciones, probablemente Destino incierto sea la más producida de todas, y por lo mismo resulta un acierto que sea la canción que cierra el álbum. La actitud punkie de la letra y voz contrasta con su música casi metalera, llena de cambios interesantes y riffs de guitarra que construyen constante tensión. La forma en que Guzmane subdivide y resuelve cada cambio de la estructura del tema es sencillamente impecable.

Tal como prácticamente todo el disco.

 

 

Morsuko – El ruido (2017)

One of the greatest advantages of making music today is being able to choose where to aim with the own work: either you look forward and contribute to the avant-garde of your time, or if you rather prefer to refresh the legacy of old music trends, both options are today equally valid and deserving of respect.

Morsuko is more from the second category and, even though their way of making rock is very wide and diverse, their formula moves mainly between hard rock, stoner and garage rock. And, no, they’re not a separatist band: their influences share their space throughout songs, sharing elements from one style and the other, making cool turns during songs.

The hard rock of Callar, the opening track, summarizes very well what this is all about: a raw powerful sound barely overdubbed or studio-tweaked. What you hear is what it is. The bass takes the spotlight towards the end of the song, with a sharp solo by Rai.

With Perseguidos the band flirts with post-grunge, through a repetition of a simple yet efective bass line, which rests over a guitar harmony of major chords, courtesy of James on guitar. Through the song, it turns into a darker mood, but always coming back to its leitmotiv.

Next comes Estados primitivos. Even though at the beginning it sounds like the first years of Motörhead, the lead vocals drive the song into its ultimate influence: Ricardo Mollo and his argentinian band Divididos.

The dark and heavy atmosphere of El desierto begins the flirting with stoner. Fuzzy distortion, slow tempos and sticky riffs are in contrast with a screaming lead voice.

Garage rock comes around with Lluvia negra. Overdriven vocals, like being sung through a megaphone, gives the song a lo-fi sound that matches perfectly with its rawness and in-your-face attitude. Somebody give James a golden star for the use he gives to whammy bar. Jeff Beck would be proud.

Chamán take us back to stoner, with dark riffs that build the song one step at the time. After a long intro, in which you can head some Truckfighters, the song resolves itself and the vocals get in a much happier mood. Once again, the influence of Divididos is strong.

Dr. Dencil and Desvanecer get back to heavy rock, with the resource of megaphonic vocals reinforcing the agressive attitude of a flawless hard rock song. Guzmane on drums does the precise job: bass drum and snare very well accentuated, tight and strong.

No necesitamos banderas if the only cover song of the album. A real power trio versión of Los Prisioneros, classic. The primitive reggae sound of the original track is replaced here by a distorted bass, a high-gained guitar and strong vocals, which are close to be considered guttural.

From all songs, Destino incierto must be, by far, the most produced of them all. That’s why it was a wise move to make it the last song of the album. The punkie attitude of the lyrics and vocals compete against its close-to-metal musicality, full of changes and constantly tense. The way Guzmane subdivides and dissolves every change of the structure is simply amazing. Just like almost the entire album.

 

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