Pentagram – «Lightning in a Bottle» (2025)espera un momento...
lunes 17 de marzo, 2025
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda.
Casi una década hubo que esperar desde «Curious Volume» (2015) para que Pentagram, el legendario combo fundado en Alexandria en 1971, volviera a la relevancia por un lanzamiento discográfico. La movida constante de fichas en el tablero, al menos durante dicho período, le permitió al incombustible Bobby Liebling dar con la alineación perfecta para darle forma y cuerpo al recién salido del horno «Lightning in a Bottle«. Al mismo tiempo, la duda de rigor es inevitable cuando reparas en la ausencia del histórico Victor Griffin, el equivalente estadounidense al todopoderoso Tony Iommi. Y es que es imposible entender la bruma distintiva de Pentagram sin el aporte de Griffin, como podemos apreciar tanto en redondos del calibre de «Relentless» (1993, editado originalmente en 1985 con título homónimo) y «Day of Reckoning» (1987) como en los más frescos «Last Rites» (2011) y el mencionado «Curious Volume».
El fichaje por el prestigioso italiano Heavy Psych Sounds es el primer gran atractivo, hablando en el plano mediático. Un sello quizás de alcance menor respecto a la tradición de Peaceville, pero coherente con la huella dactilar de Pentagram en el orígen e identidad del rock pesado. Lo que se propagaba desde el otro lado del charco con las huestes de Birmingham, Pentagram también respiraba los mismos humos, sin el éxito estratosférico de su contraparte británica pero plantando las semillas de maldad para todo lo que vendría durante las siguientes décadas. Con los imperiales Sabbath hoy retirados en sus cuarteles de invierno, Bobby Liebling se mantiene al frente de unos Pentagram renovados y, tal como mencionamos más arriba, hubo que ajustar las piezas en la interna. Es así como el guitarrista y productor Tony Reed, el baterista Henry Vasquez (Saint Vitus, Legions of Doom) y el bajista Scooter Haslip conforman una versión 2025 que traspasa al estudio un propósito tan genuino como esperable de una banda ícono del riff monolítico.
Cualquier duda o prejuicio respecto a este «Lightning in a Bottle», probablemente se respondan de manera automática con los 4 golpes a la caja que Henry Vasquez propina en el arranque con «Live Again». A la vena, en su sentido más literal, y exponiendo el disfrute de Bobby y sus nuevos compañeros de ruta. Un asalto de rock pesado que reluce por su intensidad y los pasajes que transita en dicha estación. «Sí, quiero vivir nuevamente», pregona Bobby con la convicción propia de un sobreviviente que mira de frente hacia una nueva aventura. Pura intrepidez desde el inicio, que en «In the Panic Room» matiza con jerarquía añadiendo un puente de atmósfera con voces fantasmagóricas de fondo. La referencia musical a los días de «Relentless» es inmediata, pero con brillo propio. Y todo potenciado por el trabajo de una alineación que se compromete a muerte con el legado de Pentagram y lo revitaliza.
La energía se contiene en «I Spoke to Death» solamente para dejar caer su peso en los espacios apropiados. El doom metal de 1972 en su esencia, actualizado a las formas del año en curso. Y si bien Tony Reed se manda una labor soberbia a lo largo de la placa, acá se las manda con un solo que intercala melodía y explosión, entablando un puente hacia el riff principal en el último tramo. Sin duda, un corte que va fijo en el repertorio en vivo y proyecta ese desplante de festividad y peligro tan clásico de Pentagram desde aquellas grabaciones en los ’70s y que adquirieron su forma definitiva a partir de los ’80s. Por otro lado, el uso del freno de mano en el single «Dull Pain» habla mucho de la capacidad que Pentagram ha forjado para distribuir los momentos memorables en el largaduración. Adjunto al atrevimiento, en «Lightning in a Bottle» predomina la inteligencia que sus creadores e intérpretes destilan para hacer de álbum un viaje por varias curvas y pendientes muy pronunciadas, incluso a riesgo de extraviarse por caminos inhóspitos.
Es necesario hacer énfasis en lo que ocurre en «Lady Heroin», un corte con rasgos autobiográficos. Imposible desconocer la incesante lucha de Bobby Liebling contra sus demonios, en especial la adicción a la ‘dama heroína’. Y es que tras la apabullante empezada, con Henry Vasquez haciéndose del papel protagónico en los tarros y la guitarra de Tony Reed construyendo una muralla de electricidad y lodo, la música adquiere un tono de atmósfera que va entre lo deprimente y lo siniestro. es el descenso a los infiernos que ha transitado un sobreviviente de mil y una batallas de todo tipo. Un fiel espejo de la seducción a la cual Bobby ha sucumbido para levantarse una y otra vez, como podemos apreciar en el documental «Last Days Here» (2011).
Si el track anterior es la historia de un largo camino de regreso desde el infierno, «I’ll Certainly See You In Hell» se puede interpretar como un manifiesto de quienes abrazan el destino que les espera. De frente y a los ojos, Pentagram lleva más de medio siglo enfrentando un destino que, al menos hasta ahora, le ha perdonado todas y por haber. Es lo que también da a entender su estilo más fiestero y pendenciero, rememorando en parte la época de los demos en los ’70s pero siempre consciente de todo lo que ha sorteado durante décadas.
Cuando «Thundercrest» vio la luz como el primer adelanto del disco hace unos meses, -precisamente el 31 de octubre del año pasado, víspera de Halloween-, las expectativas fueron inmediatas. No solamente por terminar con una década de silencio discográfico, sino por las intenciones detrás del retorno al estudio. partiendo por lo brillante que luce Tony Reed en las seis cuerdas, siguiendo con la solidez que Scooter Haslip brinda en las bajas frecuencias y el apoyo en retaguardia de Henry Vasquez, un baterista cuya pegada a lo largo del plástico destaca al mismo nivel que la precisión aplicada en cada patrón rítmico. Y, por supuesto, el componente humano a cargo del buen Bobby, gozando de un estado de gracia que su inconfundible voz refleja a pesar de todo -y de sí mismo, digámoslo-. En el contexto del disco, encaja de su posición en el corazón de la obra, en la carne de un trabajo que no busca sorprender sino confirmar su autoridad.
Cuando hablamos de Pentagram como un rock brumoso con aire desfachatado, «Solve the Puzzle» lo grafica en todas sus líneas. Una que te deja como si metieras los dedos en el enchufe, ni hablar de lo que es capaz de provocar en el directo. Si nos recuerda en parte a ZZ Top, es porque entre ambos, a pesar de las numerosas distancias, respiraban el mismo ecosistema y, seguramente, bebían del mismo licor evocando jornadas de trasnoche, juerga y borrachera hasta la resaca. En tanto, la pachorra de «Spread Your Wings» de pronto se vuelve una pendiente cuesta arriba durante la reproducción del disco. Un corte en la línea de lo que es Pentagram, pero que no logra obtener el carácter memorable que le hubiese valido un lugar en el repertorio.
Puede resultar extraña la elección del track titular en el lado más altivo del álbum. Si la primera parte del todo es un arsenal de bombas logrando su objetivo, acá da la impresión de que el ensayo con los cambios de ánimo puede incomodar hasta al fan más duro. Pero es también la idea en cuestión a profesar en una placa que, pudiendo ir a la segura, se juega el pellejo caminando por senderos angostos, con el abismo al frente y la posibilidad de caer al vacío en plena caminata. Pero, y tal como reza el título de la pieza y el álbum, tenemos acá a una banda en pleno dominio de sus facultades de escritura y ejecución, con toda la disposición a capturar un rayo en plena tormenta y embotellarlo para quizás liberarlo en una próxima correría. Y, tal como lo ejemplifica el corte titular en su recta final, hay que dejarlo todo si es necesario, incluyendo la vida.
El cierre con «Walk the Sociopath», corrobora la idea que plasma Pentagram en el estudio sobre lo que es el doom en su esencia. La vibra maldita del rock pesado, cuya bruma tétrica alcanza su máximo nivel de expresividad y le da a «Lightning in a Bottle» un toque concluyente en todo su esplendor. El fundido de salida con que termina el redondo, genera sensaciones encontradas; si bien es un recurso que Pentagram utiliza desde sus primeras grabaciones en el corazón de los ’70s, puede pillar desprevenido a quien no esté familiarizado con las viejas formas.
Tanto el CD como su edición en doble vinilo de cuatro colores, contiene 3 bonus track. Resaltan «Star the End» y «Might Just Wanna Be Your Fool», ambos fuera de la selección final pero con los elementos que distinguen la viscosidad sónica de Pentagram ayer y hoy. En especial el segundo corte mencionado, un ejercicio de expresión y talento que parece surgir de la nada y elevarse hasta donde sus creadores lo permiten. En tanto, el tercer bonus track es una versión preliminar de «Lady Heroin«, la cual refleja al desnudo el propósito de estos Pentagram más jugados que en los anteriores «Last Rites» y «Curious Volume».
Al momento de sacar conclusiones, respecto a «Lightning in a Bottle», somos testigos de la leve superioridad respecto a «Curious Volume». Mucho más inspirado y con una idea mucho más sólida respecto a su antecesor de hace una década. Sin embargo, y aunque parece estar demás decirlo, el factor Griffin termina siendo el inevitable punto de discusión. No es para menos, si por mucho que Tony Reed se mandara una labor extraordinaria -también estuvo involucrado en tareas de escritura-, hay un tema de nombre y peso históricos imposible de omitir. Que no se malentienda, ahí la responsabilidad debe asumirla automáticamente Bobby, como ideólogo y único fundador sobreviviente. Y si «Lightning in a Bottle» está varios metros abajo de trabajos fundamentales como «Day of Reckoning», «Relentless», «Be Forewarned» (1994) y «Review Your Choices» (1999) -este último, uno de los trabajos con el multi-instrumentista Joe Hasselvander a cargo de todos los artefactos-, es porque Bobby asumió hace rato que hay una cumbre que es improbable de reconquistar. Ojo, no es una crítica, sino lo que podemos constatar en una banda que ha hecho del hambre y la dificultad herramientas de gran utilidad al momento de producir material fresco.
Puede que este noveno largaduración, considerando el recorrido por más de 50 años y con todos sus altibajos, sea el último rito en un catálogo de valor incalculable en el circuito subterráneo. Es posible que Bobby Liebling, al momento de reformular este nuevo episodio discográfico y reclutar a sus nuevos compañeros de navegación, haya revisado todas las opciones a su alcance. De lo que estamos advertidos en cualquier caso, es que Pentagram es una bestia que vive y revive de nuevo, con la valentía necesaria para hablarle a la muerte mientras se empeña en capturar un rayo para encerrarlo en una botella. Una locura desde todo punto de vista, una inclinación natural de quienes extienden sus alas ante el inminente destino.
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