Tom Araya, siervo chileno del metal
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Tom Araya, siervo chileno del metal

Tom Araya, siervo chileno del metal

lunes 15 de abril, 2024

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Escrito por: Equipo SO

Por Francisco Quevedo.

El músico nacional radicado en Estados Unidos desde los cinco años, alcanzó el éxito como bajista y vocalista de Slayer, banda en la que militó por 38 años.

Nueve días antes del mal denominado “estallido social”, la diputada Camila Flores se paseaba radiante por los pasillos del Congreso Nacional con una polera de Slayer ¿El motivo? La parlamentaria le haría un reconocimiento a Tomás Enrique Araya Díaz, bajista y vocalista de Slayer. De esta manera, y ante la mirada de varios parlamentarios (de todos los colores políticos), periodistas y curiosos, el músico se llevó bajo el brazo una medalla y una escultura de Isla de Pascua.

Resulta que Araya es chileno, nació en Viña del Mar el 6 de junio de 1961, pero cinco años después su familia armó las maletas y partió a Estados Unidos. Sin embargo, su chilenidad la pasea por todo el orbe y no pierde ocasión, aunque sea para la chacota, de demostrar que es chileno. Conciertos con la polera de la selección chilena, de su Everton de Viña u otras con simples chilenismos son pequeñas grandes manifestaciones que Araya acostumbra a hacer. Por lo tanto, pese a no tener casi recuerdos de niño del país, el metalero chascón es un compatriota patiperro orgulloso de sus raíces.

California dreamin’

Establecida en California, la familia Araya Díaz tuvo que enfrentarse a un nuevo mundo, un nuevo idioma y, por qué no, una nueva cultura. “(…) No lo llamaría tanto un choque cultural, pero aprender el idioma inglés fue un problema, así que lo aprendimos bastante rápido. Teníamos que hacerlo para salir adelante, pero no nos llevó mucho tiempo aprenderlo porque éramos muy jóvenes en ese momento. La forma en que lo hicimos fue que nuestros padres contrataron a alguien para que viniera a nuestra casa y nos enseñara inglés. Hablaba un poco de español con nosotros en las lecciones, pero recuerdo que lo hablaba de una manera muy americana, lo cual era realmente extraño de escuchar. Entonces sí, el idioma fue un problema, pero aprendimos inglés bastante rápido”, narró Araya a Metal Hammer (2023). Aprendió a tocar bajo a los ocho años gracias a la influencia de su hermano, quien tocaba guitarra. Y, tal como hemos revisado en la vida de otros músicos, The Beatles y Rolling Stones fueron las primeras influencias del joven Tom. “No había nadie en mi familia que tuviera inclinaciones musicales. Fue extraño, ahora que lo pienso. En realidad, fue mi hermana mayor la que aprendió por primera vez a tocar un instrumento, y eso nos inspiró a mi hermano menor (y más tarde roadie de Slayer) Johnny y a mí a tocar la guitarra cuando tuvimos edad suficiente. Ahora mis sobrinos y sobrinas son todos músicos, lo cual es realmente genial”, reveló al mismo sitio. En una conversación con el portal Revolver en el año 2011, Araya nombró a Les Claypool de Primus («Es el primero en el que puedo pensar, porque es un bajista tremendo. Tuve el privilegio de verlo tocar en el Ozzfest ’99. Fue increíble»), Troy Sanders (Mastodon), Stanley Clarke y Billey Sheehan (Mr Big) como cuatro de sus bajistas favoritos.

En 1981, Araya conoció a Kerry King y comenzó el matrimonio con Slayer, sólida unión que duró 38 años, hasta la disolución anunciada en 2019. Junto a Slayer, Araya alcanzó el éxito mundial llegando a integrar el grupo de los “Big 4” de thrash metal, cuarteto que conforman junto a Metallica, Megadeth y Anthrax. Este mote no es gratuito. Slayer ha editado 12 discos de estudio, llegando a posicionar álbumes entre los más destacados del metal. “Reign in Blood” de 1986, “South of Heaven” (1987) y “Seasons in the Abyss” (1990), podrían ser citados como placas clásicas del metal, pero fue la primera la que los consagró y los inscribió en la historia para siempre. A pesar de triunfar, Araya y Slayer también vivieron momentos difíciles, siendo la muerte de Jeff Hanneman en el 2013 uno de los más complicados. “Personalmente, valoraba el proceso creativo de Jeff, porque tenía un “oído” especial para las crear buenas canciones. Eso es lo que más extraño. Creo que Jeff era el verdadero genio de la banda en lo que se refiere a composición. Jeff y yo colaborábamos mucho juntos, él siempre me dejaba incluir lo que fuera necesario porque estaba dispuesto a escuchar opiniones. En el nuevo disco, no tuve que pelear, pero fue un poco más difícil (…)” confidenció a Rockaxis en 2017, en el contexto de la grabación del álbum “Repentless”, editado en 2015.

También, y aunque suene un tanto banal, Araya tuvo una lesión al cuello que ha mermado su puesta en escena. Insisto, puede ser algo sin relevancia, pero para el bajista sí es importante puesto que su headbanging era una de sus sellos sobre el escenario. “(…) La cirugía fue en mi cuello, aunque es parte de mi espalda. Pasaron por la parte frontal del cuello, quitaron el esófago y todo eso, colocaron una placa en la parte frontal de los huesos del cuello y luego volvieron a colocar todo. Hay seis tornillos allí [muestra una radiografía en un iPhone]. Después me salió un bulto grande ahí que se desintegró: supongo que mi cuerpo absorbió todo, aunque todavía siento como si tuviera mierda en la garganta (…) Amigo, no sabes las ganas que tengo de hacer headbanging cuando estoy en el escenario. Pero no puedo, nunca. Ése es el verdadero desánimo. Estaré ahí arriba tocando las canciones y tengo muchas ganas de hacerlo, pero no puedo. Es un gran fracaso, porque la música es lo que me hace querer hacerlo. ¡Me gusta tocar las canciones y no puedo hacer lo que quiero!”, explicó a Metal Hammer (2017).

Sus fanáticos reconocen los logros de Araya y compañía, expresándole su lealtad y cariño. No obstante, el bajista no cree que sea para tanto, siempre desde su perspectiva personal. “(…) Realmente no veo a esta banda como la ve la mayoría de la gente. Siempre es una sorpresa para mí cuando la gente me hace preguntas como esa, incluso después de todos estos años. Realmente no pienso en la banda como algo tan importante, aunque todos los demás sí lo piensan. A veces me asombro cuando la realidad me golpea y pienso: ‘¡Guau! ¡Maldita sea!’ – pero realmente no pienso en eso tan a menudo” (Metal Hammer, 2017).

En el nombre del Padre… ¿y el Hijo?

En un aspecto más personal de su vida, sus creencias religiosas han sido materia de discusión entre sus seguidores…y también para los que no lo son. Araya ha confesado en reiteradas ocasiones que fue criado bajo la religión católica y que sus padres profesaban aquella religión. «Creo en un ser superior, sí… Pero él nos quiere a todos», ha señalado. Pese a que se ha puesto en tela de juicio sus dogmas, Araya no se inmuta ni un milímetro y menos se le mueve siquiera un pelo de la cabeza (o la barba). “(Ni Slayer ni nada) pueden nunca interferir con lo que creo y lo que siento… La gente no sabe muy bien dónde tienen que preguntarse acerca de sus creencias, a causa de un libro o historia que alguien escribió, o una canción de Slayer», planteó en una entrevista alguna vez. Incluso músicos de otras bandas -las que no vale ni mencionar- lo han criticado por no ser “digno” de Slayer debido a que sus creencias no están alineadas con las letras del grupo. Un absurdo por donde se le mire y que no resiste análisis. En otra oportunidad, fue más enfático aún, explicitando que «sí, creo en Dios. Vengo de un país católico, nací y me criaron en un país católico. Mis padres, mi padre y mi madre ayudaban en una iglesia en Los Ángeles… De hecho, mi padre, que falleció hace un tiempo, era diácono y mi madre todavía enseña catequesis los días domingo. Así que tengo mucha fe en Dios», afirmó al medio argentino Clarin (2006).

Sus padres fueron muy relevantes en esta formación. No sólo por sus creencias católicas sino también por el apoyo que le dieron a su carrera musical. Basta imaginar una familia en otro país, lo que cuesta establecerse y surgir, para, además, desarrollar una carrera tan compleja como lo es la musical. Considerando ese contexto, Araya siempre recibió el apoyo de sus padres. “(…) Tuve mucha suerte porque tuve padres que me apoyaron mucho, al igual que Kerry (King, guitarra), Dave ([Lombardo, batería) y Jeff (Hanneman, guitarra). Eso fue muy especial para mí y para los otros chicos de la banda: literalmente tuvimos a cada uno de nuestros padres en nuestro primer par de shows que tocamos después de que Slayer se juntara por primera vez, lo cual fue realmente genial. Todos apoyaron mucho lo que estábamos haciendo”, recordó a Metal Hammer (2017). Este soporte familiar fue clave en la carrera de Araya.

Aparte de su trayectoria en Slayer, Araya dedica tiempo a su vida familiar en Texas, lugar en los que comparte con su señora y sus dos hijos. La vida campestre es la principal ocupación del ahora exbajista de Slayer.

Es de esperar que retome alguna veta artística, ya sea con Slayer o con otra banda, porque personajes del tonel de Tom Araya ya no se encuentran con facilidad. Paridos en otra época, con una formación de la vieja escuela y con mucho bagaje y kilómetros recorridos, es mejor tenerlos en el ruedo. Queda claro que la apuesta de la familia Araya Díaz de emigrar a California dio frutos. Cómo dice la Biblia: “Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará” (Mateo 25, versículo 29).

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