La inquieta plenitud de Flea
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La inquieta plenitud de Flea

La inquieta plenitud de Flea

martes 04 de octubre, 2022

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Escrito por: Equipo SO

Dueño de un estilo único, Flea ya tiene ganado su lugar. Y es su espíritu inquieto una clara demostración de sus inquietudes ya que siempre ha visto la vida como “una oportunidad”. Plenamente vigente, el extravagante músico tiene mucho por entregar aún.

Si usted lee una historia en que su protagonista se llama Michael Balzary y es una historia de vida fantástica, de un músico excepcional y reputado, fundador de una banda que ya lleva casi 40 años de trayectoria, entre otros detalles, de seguro lo pasará bien y ubicará a ese tal Balzary entre los músicos que comenzará a seguir e incluso podría llegar a admirar. Así hay muchas historias de artistas. Ahora, haga el mismo ejercicio, pero reemplazando Michael Balzary por Flea. Lo más probable es que la historia cobre otro sentido para usted (si es que alguna vez a escuchado el nombre Flea).

El bajista de 59 años, piedra angular de Red Hot Chili Peppers, tiene una vida digna de contar, cuento que él mismo se encargó de relatar en el libro “Acid for the Children”, en donde aborda sus vivencias hasta de que empezara su travesía sin fin junto a los Chili Peppers.

Su convulsionada niñez

Michael Peter Balzary nació en Melbourne, Australia el 16 de octubre de 1962. Según los relatos descritos en “Acid for the Children”, su infancia estuvo marcada por un ambiente alejado de la normalidad. “Crecí en un hogar muy poco convencional y muchas veces difícil en un lugar donde no me sentía seguro. Yo también estaba completamente desapercibido cuando era niño. Estaba en la calle corriendo salvajemente, metiéndome en problemas (…)”, explicó en una entrevista a Dan Schawbel en febrero de 2020 a raíz de la publicación de su libro.

En esa infancia, el papel que jugó su padrastro, el músico de jazz Walter Urban, fue fundamental. Si bien lo introdujo en el mundo de la música, ya que Urban invitaba amigos a su casa para tocar, también mostró su lado más agresivo por culpa del abuso de alcohol o drogas. Este comportamiento afectó a Balzary durante esa etapa. “Era una persona difícil. Era un adicto a las drogas y era propenso a ataques de violencia realmente irracionales y esas cosas. Pero también era un músico increíblemente bueno y también me amaba con todo lo que sabía. Estaba luchando contra sus propios demonios y lo estaba pasando muy mal. Fue realmente aterrador estar cerca de él porque nunca sabíamos cuándo había terminado. Siempre estábamos un poco temerosos de que pudiera explotar y enfurecerse y destruir la casa o lo que sea (…) Y me di cuenta de que aprendí de él que cuando tocaba el contrabajo, estaba tomando todo el dolor y el tormento de su propia vida y convirtiéndolo en algo hermoso. Cuando traté de escribir sobre eso, me di cuenta de que eso es lo que hago cuando toco música. Si no fuera por él, probablemente nunca hubiera tocado música. Me abrió a todos los dones ilimitados e infinitos que la música me ha dado en términos de ser un lugar para expresarme y algo en lo que concentrarme, comunidad, amigos y todo eso. La gente es complicada. Nunca hay buenos y malos. Siempre son los dos”, reflexionó en la misma entrevista con Schawbel.

Estas experiencias derivaron en que comenzara a consumir marihuana a los 13 años. En esa época surgió el apodo “Flea” porque nunca se quedaba quieto. Más tarde entraría a estudiar y conocería a Anthony Kiedis, uno de sus más grandes amigos hasta hoy. En ese momento, Flea no era cercano a la música rock, sino al jazz y tocaba la trompeta, instrumento en que destacaba, llenado a ser catalogado como niño prodigio. Todo cambió cuando conoció a Kiedis, primero y Hillel Slovak, después. Este lo llevó por el camino del rock, al punto de convencerlo de que aprendiera a tocar bajo, incentivándolo porque le faltaba un bajista para su grupo. Flea no solo dominó el instrumento, desarrollando una técnica bastante particular, si no que abandonó el proyecto de Slovak para integrarse a la banda Fear. Luego de su estadía en Fear, Flea se unió a Kiedis, Slovak y Jack Irons para fundar Tony Flow and the Miraculoly Majestic Masters of Mayhem, génesis de Red Hot Chili Peppers.

Más de la mitad de su vida en Red Hot Chili Peppers

Corría 1983 y el grupo pululaba por locales de Los Ángeles presentando su acotado repertorio de nueve canciones. Irons y Slovak dejaron la agrupación para volver a su banda What Is This? siendo reemplazados por Cliff Martínez y Jack Sherman. Con esa formación, el grupo editó su homónimo disco debut (1984).

Luego le seguiría “Freaky Styley” en 1985, producido por George Clinton, unión de dulce y agraz para el grupo. Clinton era una referencia musical indudable, pero era al mismo tiempo, una pésima influencia en cuanto a excesos y drogas se refería. Este abuso se volvió intenso un tiempo después y las relaciones entre los músicos no fue de las mejores. Slovak, Kiedis y Flea eran tensión pura.

Pese a todo, grabaron el tercer disco “The Uplift Mofo Party Plan” (1987), álbum en que el sonido no fue tan funk como el anterior y los cortes fueron más rockeros. El éxito de este trabajo disparó, aún más, el consumo de drogas, especialmente de Slovak, quien cayó en un pozo del que no saldría nunca más: fue encontrado muerto el 28 de junio de 1988. Su deceso golpeó con fuerza a Flea y al grupo. Jack Irons (que había regersado y ocupado el lugar de Martínez) no pudo lidiar con esto y los abandonó. Los reemplazantes definitivos fueron John Frusciante, adolescente fanático de la banda, y Chad Smith en las baquetas.

A finales de los ochenta, la vida personal de Flea no era de las mejores. Si hija Clara había nacido en 1988, pero su matrimonio ya se hacía insostenible, al punto que se separó en 1990 de Loesha Zeviar. Al mismo tiempo, el grupo grabó y lanzó “Mother’s Milk” en 1989, el disco más exitoso del grupo hasta ese momento, sin saber que sería el predecesor del mayor bombazo del grupo: “Blood Sugar Sex Magik” de 1991.

A estas alturas, Flea consumía marihuana de forma rutinaria, buscando el cobijo emocional a la separación de su esposa y poder enfrentar la creciente exposición mediática del grupo. El proceso de grabación de “Blood Sugar…” fue diferente a todo lo que habían hecho anteriormente. Se encerraron en una mansión; comenzó la fructífera unión con el productor Rick Rubin y la grabación fue libre y creativa, llena de largas jornadas de sesiones y convivencia en la mansión. “Blood Sugar…” se convirtió en un suceso y la gira de promoción trajo consecuencias para el grupo. Frusciante no toleró la exposición que sufría la banda y renunció, además de cargar con problemas de consumo de heroína que por poco lo matan.

Tras esa tormentosa gira, Flea descansó un tiempo. Con Dave Navarro como guitarrista, grabaron “One Hot Minute”, álbum lanzado en 1995. Este es, sin dudas, el disco más excéntrico de la discografía del grupo. Para muchos es el mejor; para muchos, es el peor. (eso “del mejor” y “del peor”, como hemos dicho otras veces, depende de cada uno). Después de una gira accidentada, la agrupación hizo una pausa y se rumoreó con su separación definitiva. En aquel instante, esta información fue desmentida tanto por Flea como por Navarro. En ese período, Flea se unió temporalmente a Jane’s Addiction en reemplazo de Eric Avery.

En paralelo, Frusciante, que había estado sumergido en las profundidades más recónditas del consumo de heroína, lograba salir a flote. Flea, preocupado por su amigo (nunca dejaron de serlo), lo visitaba a menudo para saber cómo se encontraba. En una de esas visitas, y al notar que ya estaba rehabilitado, le ofreció volver al grupo, invitación que Frusciante aceptó. Con la formación más exitosa, la mesa estaba servida para retomar la extraviada senda de los éxitos.

Sin embargo, Flea había caído en depresión por una nueva ruptura sentimental. En este cuadro, su hija Clara fue su principal sostén. La grabación de “Californication” (1999) pilló a Flea encandilado con la música electrónica. El álbum fue un verdadero éxito comercial devolviendo al grupo a la primera línea. Le siguió “By the Way” (2002) y “Stadium Arcadium” (2006), discos que completaron la trilogía de esta nueva etapa del cuarteto.

El grupo, tal como en el pasado, decidió pausar su carrera, dejando a cada integrante en libertad de acción. Flea comenzó a estudiar teoría musical, composición y trompeta de jazz en la Universidad del Sur de California. Además de estudiar, Flea se embarcó en otros proyectos musicales. Uno de ellos fue Atoms for Peace junto a Thom Yorke, vocalista de Radiohead. Grabaron un disco en 2013 y realizaron una gira promocional.

En estos años, los Red Hot Chili Peppers ya no contaban con Frusciante, quien había renunciado para desarrollar sus planes personales. En 2011, lanzaron “I’m with You” con Josh Klinghoffer en guitarra. Ese mismo año, Flea fue parte de un proyecto con Damon Albarn y el baterista Tony Allen bautizado como “Rocket Juice & the Moon”. En 2014, se unió con Cedric Bixler-Zavala, Omar Rodríguez-López y Dave Elitch para crear Antemasque. De los Chili Peppers, nada. En una entrevista con James Mc Mahon y publicada en el sitio de The Guardian, Flea se refirió a su banda madre y su estadía en ella: “He tenido altibajos con la banda tantas veces. He pensado: “¿Podemos continuar sin repetirnos?” o: “Ya no quiero hacerlo, quiero crecer, no quiero ser prisionero del dinero, la fama o el poder”. Luego tocaremos un gran espectáculo o escribiremos una canción que me haga sentir un hormigueo de emoción y me vuelva a enamorar por completo”, sentenció.

Sin embargo, en 2016 los Red Hot Chili Peppers volvieron al ruedo con la publicación de “The Getaway”, álbum que marcó un hito al ser producido por Danger Mouse en desmedro del histórico Rick Rubin. Hace pocos días, publicaron su más reciente disco, titulado “Unilimited Love” con el regreso estelar de John Frusciante en la guitarra, reuniendo nuevamente al cuarteto más famoso en la historia del grupo.

 Estilo único

Con una vasta carrera, Flea goza de un estatus como pocos dentro del ambiente musical. En el año 2009, los lectores de la revista Rolling Stone lo ubicaron en el segundo lugar de los mejores bajistas de todos los tiempos. Sin ser santo devoto de esos listados, hay que reconocer que influyen en la opinión pública y son capaces de posicionar a un músico por sobre otro, utilizando el argumento de “según la Rolling Stone…”.

De esta manera, Flea construyó un estilo único, manejando una variedad de técnicas que le entregan versatilidad a su manera de tocar. Una de sus mayores influencias proviene del jazz, pero Bootsy Collins fue uno de los influyó en su sonido, aunque cabe mencionar que su técnica ha mutado con los años. Sonidos punk, funk y rock han nutrido a Flea, aunque la electrónica ha ganado espacio dentro de sus intereses, en especial durante la época de grabación de Californication.

En su caso, además del estilo, lo relevante es el sitial que ha ganado en el ambiente y el reconocimiento de sus pares. Geddy Lee, mítico bajista de Rush tiene su opinión: “Flea me deja boquiabierto. Quiero decir, cuando hablas de una generación de bajistas que comenzaron con el slap …hay tantos. Creo que él creció un poco con el jazz, y otro poco con el R&B. Recuerdo que, por un tiempo, eso es todo lo que yo escuchaba en él. En una época, todos los bajistas dependían del «slapping» y el «popping». Y allí estaba Flea, quien dominaba estas dos técnicas y podía tocar de todo entre medio de ellas, con una dexteridad impresionante. Trajo una suerte de sensibilidad contemporánea, en el estilo del R&B, a la música rock. Pero siempre se mantuvo dentro del rock. Y amo todas las herramientas y las aptitudes que posee, muchas más de las que otros bajistas tienen. Siempre experimentó con distintos instrumentos y consiguió distintos tonos”, confesó en el año 2020.

Ahora vuelva a revisar la historia de Flea, pero hágalo diciendo Michael Balzary. Le apuesto que no podrá. Flea es Flea y seguirá vigente, a pleno, porque su filosofía de vida así lo confirma: “Siempre he visto la vida como una oportunidad. Eso podría ser para explorar o para aprender. Nunca estoy más emocionado que cuando encuentro algo nuevo que me emociona”. Tal como lo dice con precisión su apodo, su nombre de pila a estas alturas: nunca se queda ni quedará quieto.

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