To Hell and Back: El horror latente de lo malditoespera un momento...
sábado 25 de enero, 2025
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda.
Fotos por Vicente Castro.
Cuando se anunció el cartel de la segunda edición del festival To Hell and Back, y con una selección de nombres literalmente pesados, hubo uno que motivó de inmediato a la alta convocatoria entre los amantes del sonido lento y pesado. Y es que tras poco más de dos años, King Heavy concretaba su regreso a la capital, con nueva alineación y repasando el EP debut «Horror Absoluto» (2014), una de las producciones nacionales más emblemáticas de la década anterior. Un mini-álbum cuya enormidad ayudó a pavimentar la ruta a través del heavy clásico y la narrativa del doom en su faceta más épica. A la vez, el ingreso de Jorge Jones (Dissident, ex-Necrosis) encaja como anillo al dedo en el objetivo de una agrupación que la tiene clara respecto a lo que importa. Se asumía que, tras la partida del querido Luther Velmark, iba a ser distinto ante la huella que el músico nacido en Bélgica dejó entre colegas de ruta y fans. Pero en una banda del pedigree de King Heavy, seguir adelante y retornar con fuerzas renovadas a los escenarios -técnicamente, concretaron dicha vuelta en septiembre del año pasado, en El Bunker de Viña del Mar-, es lo que el propio Luther hubiese querido. Lo que habla de la integridad de sus músicos, incluso en instancias donde muy pocos exponen tamaña determinación ante algo más potente que el factor musical.
Por supuesto, King Heavy fue el anfitrión. El sumo sacerdote en un sabbath de metal de viejo cuño y riffs monolíticos. Y para un ritual de asistencia obligatoria, hubo que sumar invitados que respiraran, todos a su manera, el mismo aire brumoso que se traduce en música pesada, literalmente. Y con las altas temperaturas casi sofocando la noche santiaguina, la combinación entre riff pesado y calor hizo del club RBX una caldera.
El puntapié inicial estuvo a cargo de Inheritance, una banda cultora de un speed metal a la usanza de Exciter y Agent Steel. Desde el arranque con «Black Night» -la que titula su EP debut (2020), pasando por «Evil Scarecrow» y la declaratoria «Inheritance of the Old Metal», la cuota de velocidad y riffs asesinos que aporta al evento marca la diferencia a su manera. Se nota a kilómetros esa forma de ejecutar y sonar, quizás poco en común en el ropaje de los otros nombres, pero es en pasajes como «Burning Witches» y «Maniac Chainsaw», donde se manifiesta la contundencia de una propuesta que bebe directamente del metal químicamente puro. No solamente en las guitarras, sino en la elasticidad vocal de Marcelo Concha. Un cantante de voz prodigiosa, también de militancia en Evil Command.de quienes interpretan «Executioner». Al grano, directo a la yugular. Letal como un cuchillo, y de la mano de un talento musical que obedece al impulso primario del metal «fast and furious». Así, defendiendo y heredando la fé como Judas Priest en la edad de oro del metal.
Como en una reunión de viejos (y nuevos) amigos, y con el permiso del primer acto de la jornada, The Ancient Doom detonó el primer bombazo como espectáculo, tanto a nivel de sonido como en su magnánima puesta visual. «Urbe Solar», de su LP debut «In Hoc Signo Vinces» (2021), inaugura la refriega con Alfredo Pérez al frente. Un frontman de voz portentosa y una presencia visual que transforma el despliegue en vivo en algo más grande y pantagruélico. Lo necesario para que, pese a lo «corto» del repertorio, un RBX ya con más afluencia de público se entregara al dominio imperial de una propuesta que bebe sin complejos de instituciones como Sorcerer, Solitude Aeturnus y, claramente, los todopoderosos Candlemass. Por supuesto, apelando a sus propias armas, como nos remarca la postal de Alfredo, con espada en mano en el clímax de «The Grace, The Omen», uno de los adelantos de lo que será el próximo álbum. Es lo que respira The Ancient Doom, el culto a lo antiguo y lo arcano, con una entrega hacia el combate como prueba de honor.
Si hubiese que definir la propuesta de The Black Messiah, considerando el CV de casi todos sus componentes -los que están y estuvieron-, sería «thrashers tocando doom metal». O, recurriendo al ejemplo práctico, fans de Slayer y Testament sumergiéndose en Saint Vitus y Candlemass. En su formación actual, con Nancy Gomez como titular en la voz, la descarga inicial de «Empty Lives» nos pone al corriente del presente marcado por el lanzamiento del cassette-demo «Under the Cross» (2024), cuyo track titular también retumbó en el recinto ubicado a pasos de Avda Matta.
Muy poco que decir respecto a ,lo que genera The Black Messiah en el directo. La forma en que los riffs de Rodrigo Echeverría y la guitarra líder de Felipe Troncoso se complementan entre el ataque y la firmeza, es un tema de convicción traspasada a la música, como si la vida les valiera en cada golpe a las cuerdas. La voz de Nancy, en tanto, marca un distintivo marcado por la visceralidad y, a la vez, la proyección de una atmósfera de la que muchos solemos hablar y pocos son capaces de dominar con maestría. «End of the Road», del LP debut «Church of Pain» (2022) es la única referencia en el set a su etapa anterior, pues «Death Always Triumph» y «Fall in Darkness» nos ponen al tanto de lo que se viene. A lo más en lo que podemos destacar ante todo, es el amor al metal que sus integrantes profesan a muerte, tanto en el directo como en sus demos y producciones en cassette. Puro metal, pura tiniebla. Y con el martillazo constante del destino inminente.
A lo que venimos. Al regreso en plena forma de una agrupación que cubrió y dominó con propiedad el heavy metal con vena doom en Chile. De la intro «The Aquatic Sleep» al primer ataque con «The Origin of the Witch Hunt», la cabalgata furiosa de un grupo que va de frente y disminuye las revoluciones solamente para sembrar mortandad y pánico. Jorge Jones al frente, un cantante de experiencia probada y dueño de un despliegue escénico intimidante, comparable solamente a lo que proyecta su voz, como uno más en el escuadrón de cacería. Una máquina instrumental bien aceitada, con el bajo de Daniel Pérez remarcando su distintivo en favor de lo que realmente importa, mientras la batería de Miguel Canessa, su compañero en el engranaje rítmico, hermana la fuerza descomunal del golpe con la maestría que imprime en los patrones ejecutados con precisión quirúrgica. Y, por supuesto, la guitarra de Matías Aguirre exponiendo sus credenciales como responsable y generador de un distintivo sólido que, cuando lo requiere la situación, da paso a la textura en pleno fragor metalero. Lo que podemos notar en la inédita «Nero Megaton», un avance de lo que se viene en el futuro. Dos piezas y los nuevos bríos de King Heavy se exteriorizan con la misma autoridad ganada a pulso durante la década pasada. O quizás superior, aunque lo que presenciamos en RBX es derechamente una hecatombe.
¿Horror?, pregunta un Jorge Jones en plena posesión de sus facultades como intérprete. La respuesta es clara… ABSOLUTO!!! El corte que titula uno de los EPs más importantes, y no solamente de un género determinado. Un momento obligatorio en toda ceremonia liderada por King Heavy, por todo lo que ocurre, incluyendo el bombardeo de doble pedal hacia el final. Por lejos, un himno a entonar con puño en alto. Lo que es el rey pesado en todo su fulgor, en un recinto sumergido en un trance de heavy metal que apela a los valores de una era irrepetible, y los incorpora tanto a su estilo identificable como a la sintaxis de un repertorio preciso y matador en cada surco. Y ese orden es el que, tal como en el disco, termina por echar abajo la sala cuando «Creation Must Be the Devil» triunfa como el asalto sónico que es en toda su esencia. Todo lo que ocurren en una pieza de 5 minutos, en vivo se vuelve un momento de brillantez de categoría sudamericana y, porqué no, mundial.
Como en toda reunión de amigos, el nuevo encuentro con King Heavy trasciende el plano musical. Y es que Daniel Pérez Saa, un músico que ha dedicado casi toda una vida a defender los valores del metal como tradición, estuvo de cumpleaños por estas fechas. Un tipo querido por una multitud que no dudó en cantarle el «Cumpleaños Feliz», como una fiesta. Puede que en el doom metal la palabra ‘fiesta’ no sea la más apropiada, pero… ¡al carajo! Eso le da un cariz especial a «Doom Shall Rise» -del más reciente «Guardian Demons» (2018) y el medley de «Thirteen Chosen Ones» y «Wounds», las dos últimas del LP homónimo (2015). Metal, derrumbe, y mucha cicatriz. Eso es el doom metal en su esencia. Y, en este caso al menos, inclinado al heavy metal clásico porque es lo que respiran sus músicos. Lo que King Heavy abraza sin complejos y bajo un ideal inquebrantable. Algo que escasea en estos tiempos.
«¡YO SOY LA GÁRGOLA!» Así, con la primera estación del debut homónimo cerrando el set principal y brindando una descarga de poder que habla mucho de la destreza instrumental de sus intérpretes. La forma en que el contenido sonoro en los discos se revitaliza hasta transformarlo y liberarlo como un espectáculo rugiente. Y el cierre con «Dreaming of Daylight» , la que también abrocha «Horror Absoluto», no hace más que satisfacer la necesidad de tamaña descarga de catarsis y purificación. Porque eso es lo que King Heavy le regala a quienes se dejan llevar por el horror en toda su forma. Es el horror latente de la música maldita, la que compensa su desnudez con un sentido de honestidad que, al menos en estos días de «mentes digitales» -en otras palabras, lo que fácil viene, fácil se va-, nos recuerda que la lobreguez y lo humano se complementan como fuerzas naturales. King Heavy está de vuelta, y hay que disfrutarlo como debe ser.
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