Electrodomésticos – «Mirar la Luz» (2024)espera un momento...
lunes 15 de abril, 2024
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda.
Las cuatro décadas de Electrodomésticos en la carretera -con dos hiatos de tiempo entre medio-, se explican en dos razones tan simples como decisivas. La primera es la convicción de vanguardia que profesa su líder y fundador sobreviviente Carlos Cabezas Rocuant, un científico musical declarado y dueño de un recorrido definido por la búsqueda en favor de la expresión. Una estirpe a la que pertenecen nombres del calibre de David Bowie, Robert Fripp, Trent Reznor y, porqué no, Steven Wilson. La otra es que Electrodomésticos, desde su debut a lo grande con el fundamental «Viva Chile!» (1986), representa una forma de hacer las cosas; hacer cosas impensadas y, al mismo tiempo, comunicar desde el estómago y no tanto desde la mente.
Hay un factor extra y tiene que ver con el catálogo discográfico. Cada disco demora su cocción lo suficiente para que su sabor sea el que busca obtener su cocinero. Tomando en cuenta la última década, los cinco años entre «Se Caiga el Cielo» (2013) y «Ex La Humanidad» (2017) tienen el mismo propósito que los otros siete transcurridos para llegar al recién salido del horno «Mirar la Luz», la sexta placa en una discografía que mira siempre adelante. No hay espacio para la nostalgia, salvo alguno que otro guiño a un pasado glorioso durante sus presentaciones en vivo. Y «Mirar la Luz» justifica la intención del viaje, donde lo que ocurre en el trayecto es más importante que el destino.
Edita Rojas en batería, Masiel Reyes en el bajo y Valentín Trujillo en teclados y arreglos. Alineación titular y armada por Cabezas con precisión quirúrgica. Lo podemos comprobar en el directo, de la misma forma en que el arranque con «El Viento Escapó» nos sumerge de inmediato en esta versión de Electrodomésticos que marca claras diferencias con su antecesor «Ex La Humanidad» sin perder un ápice de su coherencia. Hay un toque introspectivo muy marcado, una mirada al futuro con los pies en el presente y manifestando un cariño especial al pasado. Su propio pasado, y el nuestro también.
Los bpm aumentan considerablemente en el single «OH!», una pieza que en el contexto del disco encaja como anillo al dedo, a la vez que resume de manera certera el propósito de la banda. Al hueso, sin tantas vueltas ni adornos de producción innecesarios. Como los Bowie, Gary Numan y Peter Gabriel durante el atardecer de los ’70s, los Electro recogen elementos del punk como la urgencia por sacarlo afuera, asumiendo que el lenguaje musical debe servir a la pieza y no al revés. Y el resultado es una canción que denota honestidad hasta la médula.
La robustez del bajo de Masiel en «Frío en la Piel», es un detalle que termina forjando la identidad orgánica de Electrodomésticos. La obra como un todo, no solamente en el orden de las canciones, sino por el acento en el papel de cada instrumento, todos en perfecto equilibrio y exponiendo su naturaleza rockera, mirando hacia las nuevas formas con un ojo en las viejas formas. De ahí lo nuevo que se ve y escucha para quienes se inician, como para quienes llevamos años (y décadas) siguiendo un camino abundante en curvas de estilo.
«Pies Descalzos» es sinónimo de introspección y melancolía, con un arranque en sintonía con los Depeche Mode de su última placa. El momento de bruma y tristeza en un disco donde el estado de ánimo puede variar dentro de su coherencia artística. De ahí volvemos a los momentos más directos como «Todos Nadie», donde el bajo de Masiel y la batería de Edita se mantienen firmes en el ritmo, para que la voz de Carlos Cabezas, cual Bowie en sus últimos 20 años, profiera su relato acerca de lo que pierde la humanidad cuando cree ganar todo. Por cierto, resulta extraordinaria la forma en que Edita, sin variar (casi) nada el beat, aumenta la intensidad en sus golpes en el instante requerido. Una muestra de inteligencia en favor de la emoción más profunda.
¿Porqué en «Humano Clandestino» Electrodomésticos suena como Nine Inch Nails? Porque ambos vienen de una época en que el uso de samples y máquinas era algo impensado en el rock como lo concebimos a nivel cultural. Ambos nombres habitan el mismo ecosistema artístico y sonoro, dominando los códigos de la música industrial en base la talento y la voluntad de comunicar una idea. Donde muchos ven una prótesis más en estos tiempos de software y actualización, los Electro lo vuelven un elemento genuino y propio, incluyendo un final con sonidos tribales a pura maestría.
Llegando al tramo final del disco, «Niños Buscando el Pan» evoca añoranza y soledad a raudales, el recuerdo de un período lejano en la vida. El mérito acá es de Valentín Trujillo, un músico que entiende la idea de disponer el recurso musical y las texturas en favor de una sensación que de inicio a fin nos sumerge en un estado de ánimo. Y como si fuera el tema de los créditos al final de una película, «Después de Muerto» le pone la última pincelada al lienzo sonoro de unos Electrodomésticos que miran siempre al futuro, al mismo tiempo que miran al pasado como si los viejos triunfos hubiesen reflejado el fulgor actual.
El cierre de Mirar la Luz encarna la visión de Carlos Cabezas sobre la vida en todos sus aspectos, incluso la muerte. No lo hace en el sentido definitivo, sino en aquella muerte que el ser humano experimenta en ciertos pasajes de su vida, cuando uno toca fondo y toma la decisión de resignarse o volver a surgir. A veces, para mirar la luz, primero hay que transitar en la oscuridad. Una virtud que los Electro dominan con cuatro décadas a cuestas y un sentido de la diferencia que pocos logran obtener por sus propias herramientas.
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