Juan Pablo Abalo «Como un animal» (2014)
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Juan Pablo Abalo «Como un animal» (2014)

Juan Pablo Abalo «Como un animal» (2014)

jueves 24 de septiembre, 2015

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Escrito por: Isabella Richter

  • Juan Pablo Abalo
  • "Como un animal" (2014)
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En Chile según las estadísticas ocurren alrededor de 2 mil homicidios al año, sólo en 2014 la cifra fue de 1782**. Donde un oscuro porcentaje de estos obedece a los crímenes motivados por celos y desamor que erróneamente denominamos “Crímenes Pasionales”…No es pasión, es posesión. El asesinato de quién alguna vez alejó el asedio de muerte en nuestras vidas -etimológicamente la palabra amor hace referencia a la ausencia de muerte- y que en el fondo no es otra cosa que el atentado hacia uno mismo.

Los arrebatos que rodean a esta cruda realidad son el concepto que atraviesa la tercera placa del Músico y Compositor Juan Pablo Abalo, previamente Siete canciones (2011) y Canciones de misa (2012), éste último centrado en los casos de pederastia protagonizados por sacerdotes de la Iglesia Católica y único disco nacional dedicado al tema, son los trabajos de lo que podría considerarse una obra conceptual en serie sobre la oscuridad que permea a la sociedad chilena y que de tanto en tanto resurge con toda brutalidad…

No obstante, el quehacer de Abalo se extiende mucho más allá de su trabajo como solista; a éste se le suma la estrecha colaboración con los músicos de Dënver además de sus trabajos en la Música Docta como la Opereta audiovisual El participante (2010) inspirada en la aparición del estrellado poeta Rodrigo Lira en Cuánto Vale el Show y la recomposición del Preludio a la siesta de un fauno de Claude Debussy más los arreglos sinfónicos a las composiciones de Eduardo Gatti. Conformando un bagaje musical que despliega toda la expertise adquirida  en esta última placa.

Compuesto de 9 demoledoras canciones, «Como un animal» es un disco que nace del ritmo, directamente de la formación como baterista y percusionista de su creador, condensa los ecos de los 80’s y 90’s en un sonido que, según el mismo músico, lo representa. “Canciones de amor y de misterio, baladas solitarias…” escribe Matías Celedón en la contraportada, introduciéndonos raudamente al concepto sonoro que cruza el álbum…Elegancia, oscuridad, intimidad y aislamiento componen el disco del cual les hablaremos hoy y que probablemente sea de lo mejor que hemos escuchado en estos últimos 12  meses.

Dándonos una exquisita bienvenida, el disco abre con la balada homónima «Como  un animal«. Aislados acordes de piano que junto al musitar de la guitarra eléctrica más el ritmo sugerente y preciso de la batería hilvanan la base en la que las dolientes cuerdas y la vulnerable voz de Abalo van narrando la desgracia y el sentir de la protagonista en ésta historia real, tan real como el momento que te robo mientras lees tranquilamente al otro lado de la pantalla.

Una vez más el ritmo se hace presente para introducirnos en el segundo tema, «Fracasos». Profundizando en el leitmotiv, pero ésta vez en las circunstancias externas al sujeto -su estado viciosamente habituado a los desengaños; los elementos serán los ya conocidos, batería, piano y cuerdas sirven de base a la voz acompañada por una guitarra que alcanza protagonismo hacia el fin,  mientras el relato va dejando atrás uno de sus más tristes pasajes para continuar con el más oscuro y definitivo de los temas…»Un lugar de paso». Asistimos ahora a la toma de conciencia de nuestro personaje, y el resultado es devastador. El nivel de hastío es ya patológico, signo de esto son las voces de Abalo y Guadalupe Becker -segunda voz- que se nutren de toda desesperanza y tiñen su canto con este sentir, alargando las notas en una pieza musical donde la base rítmica se le opone y complementa.

Continúa, «No te vayas», y aquí acontece el primer quiebre de la historia. El contexto ya está dado, por lo que ahora se introduce un nuevo elemento, y ese es la visión del agresor. La batería con ese sonido seco y cerrado propio de los 80’s y las cuerdas anunciando la retorcida perspectiva, seguidas por la guitarra y el bajo abren el primer verso con los posteriores acordes de piano que anuncian el resto de la confesión…Componen uno de los mejores, sino el mejor, tema del disco.

A cinco cuadras, abandona las subjetividades y se centra en los hechos. Con la batería sosegada y una secuencia de bajo inicial, suma las cuerdas y el piano una vez más -herencia de la formación docta de J.PAbalo- para relatar, como si de un informe forense se tratara, el estado del cuerpo y el acontecer de lo sucedido.

Entre recriminaciones, arrepentimientos y confesiones tardías salta la verdad en la memoria, esa es la idea que se desprende de «Cien fotografías». La tensión que acompaña a toda búsqueda es lo que se nos da a entender en la composición de sus arreglos; efectos electrónicos y líneas de bajo incesantes, notas de piano y el repicar de la guitarra marcan cada verso, sumándole unas cuerdas que en algo nos recuerdan al icónico score de “Psycho” (Alfred Hitchcock) construyen un crescendo contenido para soltar todo en el  momento del estribillo…”Tu sabes que no fue verdad. Tú sabes que no fue amistad. Tu sabes que yo quise amarte…”

Ahora ya saliéndose de contexto, pues «Un lindo jardín» podría servir como una crónica del diario vivir de un sinnúmero de gente que camina a nuestro lado en cualquier calle de cualquier ciudad de Chile… “Te casaste por inercia…Tuviste hijos por inercia…Te enamoraste por inercia…” es la crítica social que se hace explícita, seguida por uno de los quiebres más hermosos de todo el disco, un vals cuasi ceremonial del desahogo donde los percusiones, cuerdas y voces destacan en la atmósfera que van construyendo.

Le sigue, «Viuda negra», acá se centra en la historia de los sospechosos y la continuidad de su vida. Batería, bajo y una nota del piano abren el penúltimo tema, gritos con arreglos de producción que parecen extraídos de algún círculo infernal más la exquisita sección de cuerdas a cargo de Julio Retamal y Esteban Illanes enriquecen la estructura como un todo cuando ingresan, siendo el punto más alto. Donde el sólo final de guitarra -a cargo de Cristóbal Pérez- termina por ahogar la voz de Abalo, cerrando otra historia gris que el pueblo tendrá que callar…

Interminables notas de piano abren lo que será la última canción del disco en una secuencia acompañada por el latir del bombo, las cuerdas y el radiopatrulla de fondo. «Desde tan abajo», con doble significancia –el cadáver bajo tierra así como el estado mental- culmina con el crimen y la posterior negación. La culpa, si es que alguna vez la hubo, jamás se reveló…

Así, en poco más de media hora, somos testigos indirectos del impecable Modus Operandi de una banda de músicos encabezada por un prometedor Juan Pablo Abalo, insinuando desde sus primeros trabajos la frescura de sus intenciones y el potencial tras ellas. Nosotros, detrás de la puerta a medio abrir de la carátula, sólo podemos esperar que el siguiente movimiento que haga continúe en la misma dirección que lleva hasta ahora…

* La interpretación del disco presente en ésta reseña corresponde a la visión limitada de un solo oyente y no es aplicable a las diversas percepciones que otros puedan tener del mismo.

** Cifra extraída del Boletín Estadístico Anual del Ministerio Público (Fiscalía) durante el período comprendido entre el 1 de Enero de 2014 al 31 de Diciembre del mismo año.

Web  juanpabloabalo.com

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