Resina – Resina (2016)
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Resina – Resina (2016)

Resina – Resina (2016)

martes 31 de mayo, 2016

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Escrito por: Equipo SO

Buscar lo esotérico a través de la música, es decir, generar ambientes complejos a través de determinadas melodías es siempre un trabajo complejo. Por ello es interesante lo conseguido por esta agrupación santiaguina, que en su álbum debut se introducen en una escena a través de un álbum que busca hacer viajar al oyente más allá del sentido puramente auditivo.

El disco tiene una estética musical envidiable, evocando parajes espaciales a través de las melodías psicodélicas (más que espaciales) que componen el álbum. Quizás no llega a profundizar en un sonido totalmente original durante dicha estética, pero se compensa con una interpretación impecable siempre compleja en el rock progresivo.

El trabajo de los sintetizadores es importante, pues el trabajo de los instrumentos se mezcla con los sonidos envasados, que permiten un sonido sicodélico mucho más complejo, operando a través de una oculta sencillez pero que consigue marcar la batuta estética a lo largo del disco. Aun asi nunca llega a opacar el trabajo de los demás instrumentos, de los cuales cada uno tiene su momento de brillantez propio (notable el bajo en Talkin’ Wee’ Frog).

Resalta también la alta cantidad de instrumentos utilizados dentro del álbum, el cual posee guitarra, bajo, batería, armónica, sintetizadores, Shakuhachi (flauta japonesa) e incluso le deja un espacio para momentos vocales, además de grabaciones que ambientan las composiciones como por ejemplo el croar de unas ranas.

El primer corte del álbum, titulado Atalaya, introduce inmediatamente la atmósfera del disco, acompañando la instrumentalización con unos sonidos de trenes, los cuales desde un primer momento establecen el viaje en el cual nos llevara el disco.

Locus I introduce la guitarra en su vertiente más pesada, una guitarra en la afinación característica del rock progresivo clásico pero con mucha más libertad en la distorsión.  El tercer tema se titula Mantrip, en el cual aparecen elementos más agudos desde donde se empiezan a articular melidas mucho más identificables, en especial también gracias a la percusión que obtiene mucho más protagonismo.

El resto de los temas mantienen la tónica progresiva hasta llegar a Locus II, donde el álbum se entrega a la psicodélica marcada por un sintetizador que se termina de robar la película. Mención especial al tramo final del noveno tema, Esporas, el cual posee un ritmo envidiable para cualquier banda extranjera y que deja al oyente insatisfecho y con ganas de más, ganas que Doppelgänger  por sí sola no logra satisfacer.

Interesante álbum, que genera una gran expectación en relación a los próximos trabajos de la banda, además de que si bien en Chile siempre han surgido vertientes de rock progresivo, pocos se han arriesgado tanto a lo sicodélico como lo hace este álbum.

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