The Obsessed «Gilded Sorrow» (2024)espera un momento...
viernes 07 de junio, 2024
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda.
Puede parecer extraño afirmar que The Obsessed se ha mantenido constante durante sus más de cuatro décadas en la ruta, considerando los más de 20 años de silencio discográfico que pasaron entre el supremo «The Church Within» (1994) y el correcto «Sacred» (2017). Parece ajeno hablar de tenacidad en una banda cuyo catálogo discográfico no supera la quina y donde cada producción cuenta con una alineación distinta. Pero tiene mucho más sentido de lo que pensamos si reparamos en la figura y recorrido de su líder e ideólogo, el buen Scott Weinrich, «Wino» para los amigos. Habiendo iniciado su proyecto durante su adolescencia en los ’70s bajo el nombre de Warhorse, y con un glorioso paso por los fundamentales Saint Vitus -«Born Too Late» (1986) es al riff lento en USA lo que el «Reign In Blood» de Slayer a la música extrema-, 1990 fue el año en que el debut homónimo vio la luz, seguido de los imprescindibles «Lunar Womb» (1991) y el mencionado «The Church Within». Todas obras cumbres del doom metal desde la inclinación hacia las afinaciones bajas, el riff sabbáthico como estandarte y seña de integridad, y un gusto incuestionable por el rock pesado a la antigua, desde los propios Black Sabbath y Pentagram (USA) hasta Thin Lizzy y Motörhead, con el punk de Dead Boys y The Dictators completando la paleta de influencias y ética en un artista que ha llevado la bandera del doom por derecho propio desde abajo, lo más abajo.
Es necesario hablar del tesón que Wino ha ostentado durante más de cuarenta años de carrera, incluso durante el hiato de The Obsessed durante la primera década de los 2000. Spirit Caravan, Hidden Hand, Place of Skulls, Premonition 13, Lost Breed… todos nombres de culto y obligatorios en cualquier colección de rock pesado, en el sentido literal. Una carrera solista con clara orientación hacia lo acústico, pero siempre provocando mucho con lo justo. Un breve retorno a Saint Vitus, aunque sin los mismos bonos dorados del ciclo 1986-90. Es ahí donde se explica el regreso definitivo, primero con «Sacred»,y hoy convirtiendo la sorpresa de hace un lustro en realidad con el recién salido del horno «Gilded Sorrow», un trabajo coherente con el distintivo inconfundible de The Obsessed y, a la vez, un brío de fuerza y voluntad como en los viejos tiempos. Un trabajo que acusa inspiración e ideas por doquier, sin dobles intenciones y con el objetivo de traspasar el peligro y la actitud en un compilado de piezas de alta factura.
Desde el puro arranque con «Daughter of and Echo» somos testigos -y partícipes- de estos Obsessed siempre renovados, siempre buscando sorprenderte por la espalda y plantarse el botellazo en la cabeza. Un inicio de álbum intenso, al hueso y con las guitarras de Wino y el joven Jason Taylor hermanándose en un oleaje lacerante. Seguida de «It´s Not OK», mucho más espesa que su antecesora y más sombría en su desarrollo. A la labor extraordinaria de Jason Taylor en los solos, también debemos destacar el despliegue de Brian Costantino, un baterista cuya pegada y solidez sirven al objetivo en su identidad. Mientras, «Realize A Dream» invoca el sonido del desierto, el de la carretera bajo un sol abrasador o mirando al abismo nocturno. The Obsessed es una banda que forja su sello en la ruta, en el árido desierto estadounidense ante el llamado de la carretera. Stoner rock puro, en la vena de los sempiternos Monster Magnet, pero con su propia rúbrica tatuada a fuego en la piel de Wino, uno que «algo» sabe de dejarse la vida por el rock pesado en su máxima expresión.
Del viaje por la autopista de Palm Desert a pleno sol, nos sumergimos en el ecuador de la gélida noche con el corte que titula el disco. No es solamente una atmósfera, sino un estado de ánimo que anula toda señal de buena onda y jovialidad en «Stoned Back To The Bomb Age». Una lección de doom metal sin colorantes ni saborizantes, el peso de la existencia humana arrastrando toda sonrisa hacia el borde del abismo. «Gilded Sorrow», el disco en su totalidad, destaca por el manejo de los contrastes, como una relato fotográfico que inicia en el desierto con temperaturas sofocantes, y de pronto nos atrapa la noche, convirtiendo al oyente en presa fácil para las bestias acechantes. Y en estas alturas del álbum, por más que te esfuerces en alcanzar tierra firme tras una serie de penurias en pleno océano de guitarras brumosas, el bajo robusto de Chris Angleberger se encargará de hundirte una y otra vez, hasta provocar la muerte por ahogamiento.
Si alguien todavía se pregunta porqué Jason Taylor fue elegido por Wino como su compañero de cuerdas, «Wellspring» lo explica de manera sencilla y sin espacio a la duda. Como también el reflejo de la maldad humana adquiere forma, rostro y movimiento. Le sienta bien a The Obsessed esos pasajes donde muestra su faz intimidante a los curiosos, porque esta música no quiere saber nada con la curiosidad, sino que elige a quienes van al encuentro sin vacilar. Y ya que hablamos de contrastes desde hace un par de párrafos, «Jailine» abre la puerta de una sola patada, como un rock puro a la usanza de Thin Lizzy. El legado del eterno Phil Lynott y sus compas forma parte del ADN tanto de The Obsessed como de cualquier otra agrupación que adopte el sonido pesado apelando a la tradición de los ’70s.
Si bien los fans más acérrimos la conocimos por su aparición en el compilado «Incarnate» (1999), la versión actualizada de «Yen Sleep» le hace justicia a The Obsessed en su propósito incorruptible. No es solamente un rescate necesario, sino que dicho rescate se justifica en el colorido y andamiaje del álbum. Se siente joven y fresca, proyectando la sabiduría de Wino cuando se trata de escarbar en un pasado oculto para volver nueva una joya escondida. Notable la sección final, con la guitarra de Jason Taylor despachándose un solo chisporroteante en melodía y expresión, mientras Brian Costantino y Chris Angleberger en la base rítmica la rompen en labores de fuerza y profundidad como si llevaran más de 30 años junto a un Wino pletórico en voz y riffs. Y abrochando el disco, los 60 segundos exactos de «Lucky Free Nice Machine». Un cierre engañoso, pues lo que parece la intro de una pieza épica, en realidad termina como una broma picante hacia quienes esperábamos una catedral hacia el final del viaje. Humor negro, le llaman. Y, siendo honestos, The Obsessed apela al humor negro, quizás no al nivel de Type O Negative en lo ’90s, pero sí tomando prestado esos detalles que desconciertan hasta al más preparado.
La gran virtud de The Obsessed en «Gilded Sorrow», al igual que en sus producciones anteriores, es el ojo clínico de Wino para elegir a sus amigos de juerga. Brian Costantino participó en el anterior «Sacred» y acá expone sus credenciales como baterista de pegada brutal y gusto exquisito por el rock pesado de alto octanaje. Jason Taylor y Chris Angleberger son los nombres más recientes en sumarse, con el primero derrochando talento y genios en las seis cuerdas, a la vez que su fiato con Wino en las guitarras es digno de un veterano de mil batallas. En el caso de Angleberger, un bajista cuyo CV incluye paso por bandas tributo a AC/DC y Mötley Crüe, se agradece el aporte de musculatura a las bajas frecuencias, lo que le da a The Obsessed circa 2024 una hondura con algunos trozos de superficie donde sortear el peligro de caer al precipicio. Y donde radica en gran parte el éxito de los buenos discos, es en una alineación que dispone lo mejor de sus experticias respectivas para comunicar una idea. O, en el caso de The Obsessed, volverla nueva y atractiva, tanto para los viejos seguidores como para quienes se atreven por primera vez a acercarse a las fauces de cierto monstruo grande que pisa fuerte.
Es probable que «Gilded Sorrow» califique como un trabajo que aspira a ser un clásico por derecho propio. Por mucho que los discos insignes permanezcan fijos en el podio, aquí tenemos uno que le da cara y hombro a los consagrados. Nos gusta que Wino, mediante sus relatos de miseria humana, la tenga clara a sus 63 años respecto a lo que encarna The Obsessed más allá de un pasado de leyenda. Disfrutamos observar esta radiografía del dolor cuyo valor se mide en oro puro. Y amamos que basten solamente 36 minutos para experimentar un viaje hacia el corazón del riff como el núcleo del rock pesado, a base del peligro como ingrediente principal.
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