Jesucristo Metalstar en Cariola: Regreso y confirmación (2025)
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Jesucristo Metalstar en Cariola: Regreso y confirmación (2025)

Jesucristo Metalstar en Cariola: Regreso y confirmación (2025)

lunes 14 de abril, 2025

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Escrito por: Equipo SO

Por Claudio Miranda
Fotos por Rodrigo Damiani @SonidosOcultos

Tanto como el impacto cultural y el aporte a la Opera Rock en su era dorada, Jesus Christ Superstar contiene un mensaje que trasciende el aspecto religioso, y tiene que ver con una serie de temáticas planteadas que, al menos hace más de medio siglo, generaron un terremoto en la bienpensante sociedad. La liberación sexual, la búsqueda del equilibrio y el cuestionamiento hacia el poder en todas sus formas, hicieron de este Jesucristo una figura revolucionaria, y hasta peligrosa para quienes no pueden aún aceptar tamaña representación. Eran los años ’70s, y adjunto a los cambios culturales durante aquella época, la tragedia marcada por los asesinatos de la familia Manson y la guerra sucia en Vietnam hicieron mella de una juventud que perdió la fé en sus propios sueños.

Bajo las premisas de la búsqueda, el cuestionamiento y la decepción, 2004 fue el año en que se estrenó en Chile una versión más ligada al metal, donde más allá de la estética sonora y visual, se potenciaron los puntos expuestos más arriba. Hubo un acento que encajaba perfectamente con la realidad turbulenta de nuestro país y la intensidad que evoca el metal en todas sus ramas. 21 años más tarde, y marcando un regreso después de 6 años, Jesucristo Metalstar nos presentó ayer en el teatro Cariola su función de despedida. Probablemente la edición más difícil, dado que hubo ¡un mes! de preparación respecto a ediciones anteriores, las cuales contaron mucho más tiempo de ensayos y correcciones. Pero había que sacarlo adelante, y con toda razón si el recinto ubicado en calle San Diego ya estaba colmado desde la fila hacia la entrada. Y a eso de las 18 horas pasadas, el lleno en los asientos era un hecho. La convocatoria es entendible, incluso con familias enteras presenciando una de las adaptaciones más consistentes y representativas de una obra adaptada a todos los idiomas.

Desde la obertura en adelante, «Metalstar» desenrolla toda su atmósfera de teatralidad y baile, todo potenciado con una base instrumental conformada por el director musical Francisco Urrutia en la guitarra, Franco Urrutia en los teclados, Alonso Poblete en el bajo y Hilthsson Miranda en batería. De ahí la siguiente «Canción de Judas» nos presenta al antagonista, quien reflexiona sobre el liderazgo de Jesús y le cuestiona su pasividad ante el dominio imperial de Roma. Y el cambio de atmósfera en «Dinos lo que va a pasar», funciona por la fluidez con que Jesús (Rodrigo Galaz) se desenvuelve entre medio de las constantes preguntas de los apóstoles, mientras que el choque de fuerzas en «Realmente Extraño» nos brinda una tensión e intensidad que aumentará sus proporciones conforme avanza el espectáculo.

Las armonías vocales en «Todo estará en paz» y «Jesús morirá», más allá de sus diferencias de ropaje, obtienen acá un punto altísimo por la naturaleza de la obra. Sobretodo la última, mucho más oscura y densa que la pieza anterior, pero donde Caifás y Anás (César Vigouroux y Víctor Escobar, respectivamente) explotan sus recursos vocales para darle al pasaje respectivo la bruma propia de una autoridad celosa del arrastre del Nazareno. A su vez, el contraste con «Hosanna«, con el elenco marchando y acompañando a Jesús por los pasillos del teatro hacia el escenario, es extraordinario. Y aquello empapa al público, el cual se suma al espectáculo con la ovación dirigida a un Jesús pletórico ante la amenaza del Sumo Sacerdote y su asistente.

El contraste de momentos es, sin duda, el gran atractivo en Metalstar. Cómo se explica, por ejemplo, el puño revolucionario de Simón Zelotes y la posterior decepción de Jesús ante la recepción errónea de su mensaje. Lo que nos maravilla la conexión con el sueño de Pilatos (Cristián Farías), por lejos el personaje más complejo y atrapante de la obra. Lo que nos impacta la desesperación de Jesús, desde cuando expulsa a los mercaderes del Templo hasta los leprosos que se le acercan en masa por un milagro. Y lo que nos conmueve las inquietudes de María Magdalena (Danna Sánchez) ante sus sentimientos respecto a un hombre que, sin embargo, se prepara para enfrentar su destino como «Hijo de Dios». Y, cerrando el primer acto, el trance que genera ver a Judas (Jaime Salva) acudiendo a los sacerdotes para firmar la traición a su maestro… y su posterior final.

Si el primer acto es la ilusión de la lucha revolucionaria y sus vaivenes, el 2do acto está marcado por el espesor de una tragedia que se avecina progresivamente. Desde el enfrentamiento final entre Jesús y Judas durante la Última Cena, pasando por el dramatismo hasta el sudor que Jesús le imprime a su oración el huerto de Getsemaní, hay una cantidad de momentos que en el directo vierte su bruma ante un público que pasa de las luces al descenso a los infiernos. Mucho que describir ahí, pero poco lo que podemos agregar a esos instantes en que Jesús es apresado y debe confrontar el poder de Pilatos, quien lo envía a Herodes aferrándose a los estamentos romanos.

Detengámonos un poco en el papel de Herodes (Rubén Hormazábal), quien le aporta al espectáculo una cuota de humor permitida. Entendible a la altura en que nos encontramos durante la obra, a pasos del destino fatal que Jesús abraza a pesar de su poder. Incluso la alusión a los 21 años usando el mismo vestuario y calzado, una salida que detona la risa de todo el respetable, es una forma de sumar humor y relajo en instancias previas al dolor más desgarrador. Un sufrir penoso y devastador, como el de un arrepentido Judas que no puede más con la culpa y se quita la vida.

El clímax en los 39 latigazos a Jesús, el conflicto interno de Pilatos ante la presión del pueblo y su decisión final al desligarse del malhadado Mesías, quien acepta su condena contra el intento del gobernante romano por salvar su vida. Nótese que en algún momento el micrófono de Jesús sufre un desperfecto, pero el oficio actoral prima con una naturalidad adquirida en base a experiencia y trabajo duro. Nos maravilla aquello tanto como la fotografía de un Jesús condenado y un Judas que reaparece en la puerta de la ejecución capital.

Con todos los problemas a lidiar en cuanto a sonido, Metalstar cumplió en su retorno a los escenarios. Más aún, primó el oficio y la atmósfera ante todo. Puede sonar cliché, pero la postal de un Cariola repleto y su ovación calurosa al final lo dice y resume todo. Hace 21 años, un Jesús metalero parecía una locura. Hoy es la confirmación de una obra fresca y actual, más allá de cualquier creencia o estereotipo.

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