Criminal y «Victimized»: El nuevo (des)ordenespera un momento...
martes 22 de octubre, 2024
Escrito por: Equipo SO
Por Claudio Miranda.
«Un álbum inteligente, de canciones más allá del simple ejercicio de metal agresivo. Puedes recordar sus riffs más importantes». La frase es propiedad de José Joaquín Vallejo, baterista fundador de Criminal y elemento vital durante el primer ciclo de la banda. Puede que la opinión venga muy de cerca y, por ende, algún escéptico arrugue la nariz. Pero son muy pocas las opiniones que definen la esencia de una producción discográfica con lo justo y preciso en palabras y adjetivos. Y en el caso de Victimized, la frase de Vallejo corrobora a la perfección el valor de un capítulo angular y obligatorio en el desarrollo del metal en nuestro país.
Por esos días, Criminal era «la nueva banda de Anton Reisenegger». Formados en 1991 tras la disolución de Pentagram y el breve ciclo de «Fallout», bastó un recorrido de tres años, un acto en vivo que ya daba que hablar en el entonces precario circuito metalero, al punto de que su show de apertura de la mítica primera vez de Kreator en Chile (1992, ex Estadio Chile) determinó lo que sería su primer gran objetivo dos años después. Y puede que a estas alturas suene redundante, pero la militancia de Reisenegger en el metal chileno desde esas doctrinarias maratones de thrash metal en el Manuel Plaza, siempre al frente de Pentagram, para el amanecer de los ’90s se traducía en un proyecto que hacía las cosas de manera profesional. Un nivel que apuntaba hacia una meta que, al menos en esos años, se veía brutalmente lejana a las fuerzas imperiales del Hemisferio Norte del Globo.
Por supuesto, el teloneo a la banda más grande del thrash alemán fue solo uno de esos hitos que pavimentan destinos. Y es que no se puede entender el recorrido de Criminal sin 1992; el año en que fueron editados sus dos demos. El primero, un cassette con tres canciones y una portada con un pentagrama… irónico pero efectivo. Mientras que el segundo, titulado «Forked», ya daba una idea más clara de lo que sería su propuesta en un largaduración. No olvidar que en esos tiempos, los demos tenían un objetivo promocional y sus destinatarios eran los sellos discográficos. Y ante la negativa o nula respuesta de éstos, pasaron a ser un producto a distribuir en tiendas. De ahí, en palabras de Anton, la cuidadosa producción visual. Un tema de dedicación y autogestión con actitud profesional. Algo muy poco usual en esos tiempos de carátulas de imagen paupérrima y productos de apariencia calamitosa circulando en tiendas de discos.
Como sus propios creadores admiten hoy, el rol del productor y mánager José Luis Corral fue decisivo. Más allá de los demos editados, incluso más atrás con Pentagram, ninguno de los cuatro integrantes de Criminal había grabado un LP, cero experiencia en una grabación profesional. Corral, «el 5to Criminal» como será definido más tarde su papel en esos años formativos, es un ingeniero y productor musical cuyo CV incluye a Dorso -«Bajo una Luna Cámbrica», y su trabajo en el legendario estudio REC es materia de estudio para comprender el desarrollo del género en una época marcada por la constancia y el pulso. De esta forma, se concreta el sueño del álbum debut, un objetivo que Anton Reisenegger vio frustrarse por diversas razones -con Pentagram iba a firmar con el sello brasileño Cogumelo, el mismo de Sepultura, y quedó en nada- y un tema pendiente que ya estaba por resolver durante ese fructífero ’94.
«Victimized» fue editado en 1994, un año especial en la historia ‘reciente’ de Chile. Se destapa el caso Codelco, por lejos el mayor escándalo de fraude que se recuerde de aquella década. Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo del fallecido ex presidente Eduardo Frei Montalva, asume el Primer Mandato de la República, el segundo tras el «retorno» a la democracia, luego de 17 años de oscurantismo y represión en dictadura. El Padre Alberto Hurtado es beatificado en Roma, para ser declarado ‘santo’ en 2005. El cine chileno vive su auge con el estreno de «Amnesia«, la cuarta película del director Gonzalo Justiniano y con el trauma de la dictadura llevado a la pantalla grande. Y en el deporte (fútbol, para ser específicos), Universidad de Chile desata un nuevo fenómeno social al ganar el título del fútbol chileno después de 25 años de sequía. «Grandes como fue el Ballet».
En la música, el país se viste de luto por la trágica muerte de Andrés Bobe, músico y fundador del grupo La Ley. Por otro lado, el festival Monsters of Rock, realizado en la estación Mapocho, destaca por las actuaciones estelares de Kiss -su último lustro antes de volver al maquillaje-, Black Sabbath -con Tony Martin y tres cuartos de su formación original- y Slayer con Tom Araya obteniendo recepción de héroe. Y con toda razón.
En un país que nuevamente veía la luz tras la oscuridad -incluso a pesar de que cierto personaje aun se escudaba en su poder como «general»-, una placa como «Victimized» no pudo ser más oportuna respecto a su contexto, los 10 tracks que arman «Victimized» parecen sonorizar el aire chileno de esos días. Un Chile que aún era visto como un lugar exótico, aislado del resto del mundo cual pueblo perdido en el Viejo Oeste, como en las películas de Sergio Leone. De ahí la inteligencia que se le achaca al disco en su totalidad, al punto de proyectar una personalidad inclasificable e intimidante en cualquier cancha.
El implacable golpeteo de batería que abre «Self Destruction», denota sin vueltas el entendimiento que Criminal profesa con determinación. Las guitarras de Anton y Rodrigo Contreras se entienden con precisión quirúrgica, con el segundo disparando solos de alta factura. Como será a lo largo de la discografía de Criminal, la guitarra de Anton será el centro gravitacional en el apaleo sónico, adjunto a un despliegue vocal que encontraría recién en el definitivo «Dead Soul» (1997) su marca registrada. De lleno en el track de apertura, hay una hermandad entre el conocimiento y la disposición que desemboca en un coro de esos que se entonan con rabia hasta romper la voz. Eso es Criminal en su primera estación: rabia canalizada con un intelecto de otra liga.
El thrash-grooveado de «Under My Skin» nos permite ver el cuadro completo. José Joaquín Vallejo en batería y el querido José Francisco Cueto, ambos forman una base rítmica que defiende y ataca en una misma trinchera. Y el manejo de recursos por parte de los cuatro juntos, deriva en una muestra de envergadura que pocos se pensaba posible en el Sur del Mundo. Igual que en la siguiente «Worse», cuyo groove a la usanza de Pantera y White Zombie funciona gracias al propósito que le da Criminal como una forma de hacer las cosas sin aferrarse a un nicho o un subgénero.
Qué poco valorado es «Downwards», un corte quizás de muy bajo perfil respecto a sus hermanos en el redondo. Una sección pesada, con Anton desgañitandola voz hasta dejar el último aliento en cada verso. Y otra sección derechamente speed-thrash con quiebres rítmicos que hoy conforman un estándar obligatorio. Hasta sería acertado afirmar que es aquí donde aprovechamos de tomar un poco de aire antes del patadón en la cara que es «Pressure». Criminal, al igual que los entonces imperiales Sepultura, no reniega del thrash ni se despegan del death metal tan en boga en esos ’90s que no te contaron. Más bien, toman lo mejor de ambos géneros y componen una firma que basa su autoridad en cómo suenan, en lo que Anton grita y canta. Y, por supuesto, en la diferencia que marca en un género muchas veces aferrado al prejuicio.
Si alguien se pregunta porqué el aporte de Cato a la maquinaria de Criminal es fundamental, la empezada de «New Disorder» te responde de manera inmediata y sin pero que valga. Recordemos que Cato es un fan acérrimo de Judas Priest. Pensemos en Ian Hill, un bajista que ejerce de pívot en las bajas frecuencias, lo que le da a las guitarras un doble impulso. Y tal como su colega e ídolo inglés, Cato posee la fuerza que implica afirmar tamaño peso. Por eso es que tan importante como la letra, es la garra que «New Disorder» reluce con actitud triunfante. La forma en que su concepto le aforra el puñetazo correspondiente al poder de turno. Por algo funciona y suena igual de aplastante y supremo, sea en 1994, 2009 o 2024. Y un favorito fijo en el directo.
Con qué lucidez «Gusano» hace daño y llama la atención por un detalle particular: título en español y letra en inglés. Jugada maestra, en favor del lo que se puede decir con lo mínimo. La importancia del idioma en su contexto; ¿habría tenido el mismo efecto si en vez de «Gusano» se llamaba «worm»? Probablemente no, al menos en esta parte del mundo. En el aspecto sonoro y musical, un pasaje donde el thrash de Forbidden y Violence se encuentra cara a cara con la movida refrescante de Machine Head y la oleada de bandas que Pantera marcó en el amanecer del ’90. Por cierto, el martilleo descomunal en los tarros, al inicio y fin de «Gusano», es un sello que tanto José Joaquin Vallejo como Jimmy Ponce y quienes vinieron después preservaron como distintivo en la batería de Criminal.
Hablamos muy poco de Rodrigo Contreras en la guitarra líder. Y si bien su desempeño en todo «Victimized» es brillante, el solo que se manda pasado el primer minuto de «Crucified», tras el primer coro, llega con una metralla de melodía que emula a próceres como Kirk Hammett. Igual que en la sección pasados los 2 minutos y medio, donde se basta en lo justo en virtuosismo y el máximo en pelotas. Clavando todo en el ángulo.donde todo se cimenta en los riffs.
Posiblemente respirando y mirando hacia las mismas latitudes que Sepultura y los argentinos A.N.I.M.A.L., Criminal incorporaba elementos de White Zombie, Prong, Helmet, incluso Ministry. «Psychopath» tiene todos los elementos propios de una banda que potencia la agresión con riffs de efectividad letal y el uso acertado de samples en su justa dosis, y todo en el espacio indicado. Y abrochando el álbum, la clásica «Stillborn», en una línea muy death metal vieja escuela. Si en todo el disco las guitarras del binomio Reisenegger-Contreras están soberbias, acá las toneladas de armonías se chorrean y arden como lava arrasando con todo a su paso. Mientras que Cato en el bajo y Vallejo en la batería lucen intercalando solidez, versatilidad e ingenio. Y mucha fuerza, lo que requiere tocar esta música que en su tiempo era algo imposible de concebir a menos que viniera de afuera. Al menos hasta hace 30 años.
A Criminal le fue bien con su primer capítulo. Hubo reconocimiento, incluso desde afuera gracias a MTV y los singles de difusión «Self Destruction» y «New Disorder». No podemos dejar de resaltar la variedad de pasajes y texturas que hacen de «Stillborn» una obra maestra en sí. Incluso un sello de renombre como BMG -el disco fue originalmente editado por el extinto sello Inferno- ve en Criminal una apuesta a ganador y reedita «Victimized» para potenciar su difusión en el mercado chileno y sudamericano, abarcando también Japón. La guinda de la torta: el acto de apertura para el histórico debut de Sepultura en suelo patrio, las dos noches en el Caupolicán. Casi nada.
Si bien «Dead Soul» terminaría por consagrar en oro la identidad de Criminal, «Victimized» es un deber. En poco más de 30 minutos de duración, el metal chileno escribió una página importante y su trascendencia fue más allá del terreno musical. En ese Chile post-dictadura que Criminal puso la primera piedra del Nuevo (Des)Orden. Todo a base de buenas canciones, un trabajo en escritura y producción que hizo escuela, y un propósito e integridad consistentes hasta hoy. Sin duda, una colección de canciones que nos refriega lo peor de lo nuestro, ayer y hoy.
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