Uriah Heep, el enigma literario del rock inglés
espera un momento...

Uriah Heep, el enigma literario del rock inglés

Uriah Heep, el enigma literario del rock inglés

martes 01 de abril, 2025

Este artículo ha sido visitado 145 veces, de las cuales 1 han sido hoy

Escrito por: Equipo SO

Por Claudio Miranda.

Cada vez que el concepto «banda de culto» asoma en un artículo o conversación sobre el rock en su etapa fundacional, uno de esos nombres que se nos viene a la mente sin titubear es Uriah Heep. Una banda a la que se le conoce poco y se les nombra escasamente en los libros de historia. Me atrevo a asegurar que tanto la Radio Futuro -desde los tiempos de «La Inmensa Minoría»- como la oleada power metal europeo de los ’90s liderada por Blind Guardian y Gamma Ray en los ’90s devolvieron a la palestra un legado que, al menos durante finales de los ’70s y gran parte de los ’80s, estuvo condenada al ostracismo del tiempo.

Las cosas como son. Su etapa dorada -1970-73, hay quienes estiran el calendario hasta el ’75- superó las cinco décadas hace un buen rato. Lo podemos comprobar gracias a una tirada discográfica que cuenta, al menos, con 3 o 4 momentos creativos que marcaron a fuego la ruta del hard rock inglés durante el período mencionado. Al mismo tiempo, no son pocos quienes tienden a asociar el distintivo sonoro de los Heep con el de Deep Purple. Ambos ensayaban en los mismos estudios, y la influencia ‘mutua’ de sus respectivos sonidos es evidente. ¿La gran diferencia? Mientras la fortaleza de Blackmore-Lord y los demás residía en una maestría musical que trascendió a su género raíz, Uriah Heep acentuaba su origen ‘literario’ en un estilo más épico, con sus conceptos de fantasía traspasados a un rock de temple ardoroso con los teclados en el rol protagónico. Completa el cuadro la refinada voz operática de David Byron, un personaje que, pese a su temprana y trágica partida, allanó el camino para que Rob Halford, Hansi Kursch y, sobretodo, King Diamond, forjaran sus respectivos sellos vocales para todo el metal durante los ’80 y parte de los ’90.

Quienes a lo mejor no están familiarizados con el nombre de la banda, pero sí con la literatura inglesa, lo reconocerán inmediatamente, incluso por muy rebuscado que parezca (?). Tras formarse bajo el nombre de Spice, la llegada del tecladista Ken Hensley -ex The Gods- va de la mano con la inspiración en el nombre de Charles Dickens -autor y novelista inglés, en 1970 se cumple el centenario de su muerte- y uno de sus personajes más connotados: Uriah Heep, el villano y antagonista de la novela David Copperfield. Un personaje servil, fastidioso, autorreferente respecto a la «humildad» que dice profesar. Dicha naturaleza en la ficción calza con el propósito de una banda que ejerce un rock pesado y cochambroso con matices de jazz y blues que se materializaría en el LP debut «…Very ‘Eavy… Very ‘Umble» (1970). Como era una constante en esos años, la prensa especializada le carga con todo a los Heep, con alguna reseña tildándolos de «Jethro Tull de tercera clase»., Sin embargo, el trinomio Box-Byron-Hensley -el núcleo de la banda en su edad de oro- lo ven como un incentivo para seguir, como lo harían hasta pasada la primera mitad de los ’70s.

El período 1970-73 -ojo, una época en que las bandas llegaban a publicar dos, ¡hasta tres discos en un año!- además de «…Very ‘Eavy…», ve la publicación de «Salisbury» y «Look At Yourself» (ambos en 1971), «Demons & Wizards» y «The Magician’s Birthday» (los dos en el mismo ’72) y «Sweet Freedom» (1973). Entre medio, el registro en vivo «Uriah Heep Live» (también editado en el ’73). Todos trabajos seminales y fundamentales para entender el auge y fulgor del heavy metal durante las siguientes décadas. En cada trabajo, Uriah Heep subió la estatura de su propuesta hasta explorar terrenos tan ignotos como nutridos de inspiración y aventura. Y, como lo planteamos un par de párrafos más arriba, algunos sostienen que «Wonderwall» (1974) y «Return to Fantasy» (1975) también deben integrar dicha selección. Una discusión complicada de resolver, pues los dos últimos están marcados por la irregularidad y las decisiones en la interna respecto a la dirección a tomar y el momento que vivía Uriah Heep, mientras los Zep-Purple-Sabs se repartían la gloria a tajadas grandes.

Como suele pasar en una banda que florece creativamente y a la vez, debe lidiar con las adicciones que se encuentran a la mano, Uriah Heep pasó por un fuerte bajón tanto creativo como mediático. En 1976, David Byron es despedido por su comportamiento cada vez más errático (falleció en 1985, con apenas 38 años, debido a una falla hepática producto de su alcoholismo). Un par de años después, Ken Hensley se retira y deja a los Heep cojeando; Hensley, además de su aporte omnipresente en el sonido distintivo de Heep, es pilar fundamental en la escritura del material clásico, y principal responsable de la herradura musical grabada a fuego en los imperiales «Look at Yourself», «Demons & Wizards» y «The Magician’s Birthday». Y a pesar del destacado aporte del ex-Lucifer’s Friend John Lawton a finales de los ’70s, no le alcanza para sostener los hombros de una banda entonces agotada y sin la lozanía que destilaban sus placas más tempranas.

Los ’80 para Uriah Heep llegaron con un pequeño resplandor. «Abominog» (1982) ve la luz en plenos días de la New Wave of British Heavy Metal, situándose a la par con los triunfantes «Screaming for Vengeance» de Judas Priest y «The Number of the Beast» de Iron Maiden. Con Peter Goalby en la voz y John Sinclair en los teclados, la formación completada por Mick Box -el único fundador sobreviviente hasta hoy-, el histórico baterista Lee Kerslake -entonces con una reciente incursión en la banda solista de Ozzy Osbourne- y el bajista Bob Daisley -Rainbow, Ozzy, Gary Moore- (reemplazado después por el retornado Trevor Bolder, bajista de David Bowie durante el período Ziggy Stardust), parece estar reeditando los buenos tiempos. Pero ciertas decisiones, como el viraje hacia un sonido americano al estilo de Journey y Foreigner debido a la presión del sello discográfico, terminan condenando a los británicos al declive.

No se entiende el resurgimiento de los Heep en los ’90s sin la llegada de Bernie Shaw. Un cantante dueño de un registro poderoso, y cuyo timbre se asemeja bastante al de Bruce Dickinson. Es con su llegada que Uriah Heep edita una serie de trabajos a la altura de su leyenda. Lo que se le pide a una banda que determinó los puntos cardinales del rock pesado en la era mitológica. Y Shaw, además de su portentoso e intacto registro, es el estandarte de una agrupación con base en la lealtad. La lealtad tanto de Shaw hacia Mick Box, como la de quienes respiramos esta música hasta la médula, como arqueólogos y devotos de un sonido legendario que traspasa las fronteras del tiempo y el espacio.

Para cerrar; hubo que esperar hasta 2023 para tener a Uriah Heep en un escenario chileno. Un diciembre caluroso, en un Club Chocolate abarrotado por un público compuesto, en su mayoría, por generaciones completas que se conformaban en los ’70s y ’80s con sus copias en vinilo y la información que alguna revista extranjera portaba respecto a los héroes desconocidos del antiguo -y valeroso- hard rock inglés. Y otros (casi) dos años pasaron para que se concretara el retorno, esta vez para la despedida. Es que cómo se puede entender el heavy metal puro sin el enigma literario de Uriah Heep. Y el objetivo de esta nota va, en gran parte, por hacer justicia a la misma banda que hizo posible la existencia de Judas Priest, Mercyful Fate y todo el power metal que estuvo en boga en el Chile del 2000. La misma que te volaba la cabeza con «Look at Yourself» (la canción) como si se tratara de un himno power metal al estilo Blind Guardian o Rhapsody, sólo que escrita y grabada 30 o 40 años antes. Por eso es que me da mucho gusto que se hable de Uriah Heep en alguna conversación con fans de Helloween y las otras bandas nombradas. Porque Uriah Heep, al igual que el villano arrastrado e hipócrita que describe Dickens en su obra, proyecta desde el espejo humano un lado oscuro que inspira mil y un relatos sobre demonios y magos. Todo con la dulce libertad de los grandes.

Este artículo ha sido visitado 145 veces, de las cuales 1 han sido hoy

Otros artículos del mismo autor