Azotea Bulnes – Caja de Sorpresas (2018)
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Azotea Bulnes – Caja de Sorpresas (2018)

Azotea Bulnes – Caja de Sorpresas (2018)

lunes 30 de julio, 2018

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Escrito por: Álvaro Molina

  • Azotea Bulnes
  • Caja de Sorpresas
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La historia de Azotea Bulnes parte como la de cualquier otra banda convencional. Por el año 2013, sus miembros se conocieron en el lugar del que tomaron su nombre y no fue hasta el 2015 en que comenzaron a funcionar como un conjunto que tiene una propuesta clara: la revitalización de la escena rockera chilena y poder entregar oxígeno a una cultura que se ha vuelto ahogada y estancada en el fango del chaqueterismo y la «guerra fría» entre nichos. Quizás, un poco más de su historia pueda servir para entregar más luces acerca de lo que este quinteto santiaguino tiene para entregarle al resto: una «caja de sorpresas» de indie rock forrada en la ética del garage pop de guitarras y melodías movedizas.

Y entonces. Fue en el 2015 que Álvaro, Rodrigo, Alexander, Daniel y Martín se tomaron en serio su misión de reivindicar el rock y comenzaron grabando demos y moviéndose por bares y tocatas universitarias, fundiéndose en el jolgorio de la energía juvenil retroalimentada por su sonido. Al respecto, Álvaro Jofré (guitarras), comenta que «el 2016 comenzamos a definir cuál sería el camino de la banda en cuanto a propuesta en el medio y escénica, conocimos más bandas amigas y yo lo llamaría un año de transición». Dicho y hecho, se aliaron con Cristián Monsalve (ingeniero en sonido y productor del sello Sinusoide, ¡revísenlo!) y todo se puso en marcha para armar esta caja de sorpresas, la cual venía juntando sus piezas desde hace unos años. «Fue un proceso también de profesionalización de la banda, generamos nuestro propio staff, trabajamos con diseñadores y todo el trabajo iba enfocado en vías de posicionarnos en la escena. Dentro de esto es que Cristián crea el sello Sinusoide y nos invita a ser participe como banda piloto […] gracias al sello pudimos presentarnos en Feria Pulsar en el escenario Showcase», indica Jofré acerca del relato de este quinteto. En todo caso, el camino recién empezaba.

Con el 2018 ya encima de sus cabezas y el disco armado, Azotea Bulnes se lanzó con todo y en este debut de diez temas consagran los ritos del indie de guitarras oxidadas (y, como apunta Jofré, «aceitadas» con su propio sello), melodías pop pegajosas y una estela musical que se siente aterrizada, poco presuntuosa y que cumple con entretener y mantener vivo un espíritu rebelde, rockero, que no deja a nadie excluido; constituye un paseo por diferentes ramas del pop de guitarras y el rock, «[para] plasmar la esencia cruda del rock pasando por varios estilos».

‘Caja de Sorpresas’ abre con el espíritu enérgico del garage de «Te Traje Para Verte Bailar». El sonido descarnado del bajo al principio da paso a guitarras distorsionadas, ritmo en clave punk y el relato lírico de una fantasía sensual con innuendos que llenan de ironía y entretención este primer tema. Para los fans del indie, aquí se puede encontrar un paralelo (casi) directo con el sonido británico de principios del milenio que fue exportado por bandas como Arctic Monkeys o Franz Ferdinand. Ese movimiento del ‘garage rock revival’ como se le conoce hoy en día (y que además agrupaba a los neoyorkinos de The Strokes e Interpol, los argentinos Él Mató a un Policía Motorizado e incluso los primeros años de los nacionales Teleradio Donoso o Jiminelson) fue, como muchas veces ocurre, la reacción a un contexto. Con el advenimiento de la hegemonía pop-electrónico-sintetizado-(basura) que copaba los Top 40 y Billboard, la respuesta vino de la mano de una reivindicación de las guitarras y la rebeldía. Tal escena internacional logró resucitar una segunda etapa de «años o días de gloria» para el rock. Lástima que fue breve, porque hoy en día todo esto se ve como un lindo capítulo de la primera década de los 2000.

Dicen por ahí que la historia se comporta como un péndulo. Todo va y viene, el tiempo es un círculo dibujado planamente que va reiterándose como un ciclo. Este terror cósmico en la música provoca, en parte, la acción y la reacción en la conformación de escenas y sonidos. Actualmente, estamos lejos de que el rock se preste para ser el género más popular globalmente o que tenga una injerencia pesada en la cultura musical moderna. Incluso, se puede hipotetizar que se ha vuelto más underground que nunca ante la avanzada de otros estilos que dominan culturalmente las diferentes plataformas musicales. Siguiendo esta línea, Jofré indica que «La propuesta de la banda es reposicionar el rock en la escena nacional (y mundial, si es posible jejeje), dominada por el pop y sintetizadores». Por lo tanto, creo que la enérgica fórmula planteada por Azotea Bulnes funciona. «Fantasía Censurada», «Nuestra Voz» y «Secretos» se inyectan un poco de ese ‘garage rock revival’ para darle una segunda vida o reivindicarlo nuevamente en tiempos donde es algo absolutamente necesario. E incluso urgente.

Y es porque el espíritu rockero tiene esa cierta picardía o ironía inherente que Azotea Bulnes relata a través de sus canciones historias de amor/des-amor, ansiedades y confusiones, fantasías sexuales e incluso hay espacio para la crítica social. Me gustaría citar muchos pasajes, pero la verdad es que dejo esa pega para usted, estimado lector. Porque con títulos como «Cabeza de Clavos» o «Las Almas Son Como Cajas de Sorpresas», es difícil que frases como «voy a armar una vida y la voy a desarmar» pasen desapercibidas. Pero es interesante que las letras van de la mano con la música; ninguna es el vehículo de la otra o el envase empaquetado, sino que se funden en los mazazos que atestan estos cinco chicos.

La rabia y desilusión adolescente-juvenil dan paso para que ‘Caja de Sorpesas’ se sienta como un disco redondo y absolutamente centrado, sin dispersiones que confundan su producto. En realidad, no es tu-clásica-banda-adolescente. Aunque inconscientemente hayan texturas que traen de regreso a, por ejemplo, Green Day, la propuesta de Azotea Bulnes es, concretamente, lo que hablábamos al principio: (re)posicionar al rock chileno con un espíritu fresco que se despega de esa etiqueta de «rock criollo», mañosa y, por lo demás, oxidada. Son nuevos tiempos, estimados lectores. Si queremos, todos, inyectarle oxígeno a esta escena que compartimos, la materia prima está y la idea, desde mi humilde opinión inútil, es atreverse a profesionalizar. «En cuanto a la escena chilena, sentimos que está bacán en cuanto a las bandas que hay […] el problema es el sistema político-económico y cultural que no tiene la costumbre de dar espacio y remuneración a los músicos», reflexiona Jofré. Y, su punto que me parece más importante: «Los sellos giran entorno a este mismo problema, porque la mayoría te cobra por hacer el trabajo de sello» (!)

Es importante que la historia reciente haga reflexionar en torno a todo esto. Personalmente, mis desquicios musicales no necesariamente son los que siguen la línea sonora de Azotea Bulnes. Pero hace bien respirar otros aires cuando quieres mandar todo a la mierda. Y es en situaciones como éstas que no hay nada mejor que subir el volumen y escuchar «Pt.1», el rabioso cierre de ‘Caja de Sorpresas’ y su mensaje de resistencia.

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