Con sello propio #2 – El infierno ácido de Golden Dawn Recordings
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Con sello propio #2 – El infierno ácido de Golden Dawn Recordings

Con sello propio #2 – El infierno ácido de Golden Dawn Recordings

martes 28 de agosto, 2018

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Escrito por: Álvaro Molina

‘Con sello propio’ es un nuevo ciclo de artículos y entrevistas que Sonidos Ocultos le dedica a los sellos musicales que están haciendo las cosas bien en Chile. Desde la grabación, producción, edición y difusión, nos encargamos también de investigar de qué manera estos colectivos configuran y ayudan a definir una escena musical y cultural chilena. Un estudio que busca explorar las fronteras de lo independiente y la búsqueda de una identidad.

Lo primero que se ve al adentrarse en el catálogo Golden Dawn Recordings puede ser, en una palabra, sugerente. Ocultismo, sedición, referencias a películas clase B, porno setentero de estética satánica y psicodelia dura inscrita en un túnel de terror cósmico. Es un sello completamente autogestionado, principalmente enfocado a la distribución y edición del heavy stoner, el doom metal e incluso exploraciones en la psicodelia latinoamericana. En cierto sentido, los lanzamientos de esta casa discográfica comparten un universo en común, tanto a nivel musical como artístico, con un énfasis en la presentación visual, la curatoría de bandas nacionales e internacionales y la difusión de los sonidos más opresivos en el espectro musical chileno. Bienvenidos al mundo de Golden Dawn Recordings, un descenso a los infiernos ácidos de la música.

Vicente Zamorano tiene 22 años. Estudia ingeniería en sonido y creció escuchando el thrash metal de antaño, aquel de los años ochentas, donde una escena del género estaba germinando en Chile a través de disquerías “de barrio”, tiendas y alguno que otro bar en Santiago. A pesar de ser una comunidad que sigue viva hasta el día de hoy, Vicente decidió irse por otro camino en un momento particular de su vida. Sin ser alguien que frecuenta demasiado los bares o locales de música en vivo, un día cualquiera, en Facebook, se encontró de casualidad con una banda argentina que le llamó la atención. Se llamaba Mephistofeles, quienes el 2016 habían lanzado su primer disco titulado ‘Whore’. Descritos como proto doom y heavy psych, el trío de Paraná le provocó a Vicente una motivación en especial. “Tenía ganas de sacar una tanda de cassettes [su formato predilecto] de alguna banda, pero no encontraba ninguna. Las bandas que escuchaba eran de thrash metal chileno, pero ya tenían sello. Y ese disco [‘Whore’] me hizo pico. Y caché que estaba solo digital, así que me demoré como tres días en escribirle a la banda y les gustó la idea de salir editados fuera de Argentina…”. Y así nació la idea de hacer un sello; básicamente, por la “necesidad de sacar algo físico”.

Y así fue como, junto a No Problema Tapes, Vicente se lanzó editando el disco antes mencionado. «Al principio se vendió súper lento […] Quería venderlo afuera también, pero fue difícil hacer las transacciones [porque], ¡había bancos acá que ni siquiera conocían PayPal!». Un tema crítico e insólito, en la humilde opinión de este redactor. Más allá de ser un medio eficiente y/o efectivo para realizar pagos, para nosotros es estar bastante atrás, primitivamente, en lo que concierne a la distribución de material musical. «Si no fuera por los shows de la productora Red House, yo no tendría algún espacio para vender mis cosas, ellos hacen tocatas más grandes… En general, bandas chilenas de acá no conocen mucho el stoner que me gusta a mí […] No me gusta mucho el mundo de los bares, de ir a tomarte una chela y ver a una banda», dispara Vicente. Le pregunto por qué. «No sé, le tengo rechazo… Vengo del mundo o escena del thrash metal que está muy en contra de eso, de ‘ven a mi tocata, te pongo en la lista’, esa huéa la odio», admite Vicente. En el último tiempo, Red House Prod. se ha dedicado a elegir con pinzas a artistas connotados del género para traerlos a Chile; así es como hemos visto que por estas tierras han pasado bandas de la talla de Belzebong, The Dwarves, Stoned Jesus, Neurosis y, próximamente, los gigantes de Eyehategod y Earthless. En general, son conciertos totalmente autogestionados en donde además siempre se invita a alguna banda nacional como apertura, con sonidos impecables y, lo más importante, una preocupación por difundir artistas que, poco a poco, han ido ganando el apoyo de fanáticos del lado oscuro y potente del metal o la psicodelia pesada.

Según Vicente, el catálogo de Golden Dawn Recordings intenta no encasillarse o limitarse en un género en particular, a pesar de la abundancia de stoner doom entre varios de sus lanzamientos. Como decíamos antes, primero fue el álbum ‘Whore’ de los argentinos Mephistofeles. Luego, vino ‘Velvet Magic’, de los británicos ocultistas y ‘pornodélicos’ Devil’s Witches. Los 120 cassettes para este lanzamiento fueron hechos en Estados Unidos y «un amigo me los vendió allá, donde igual se vendieron rápido», apunta Vicente. Con una estética fijada en los años sesentas y setentas, doom melódico y letras que rinden culto al altar de la figura femenina mezcladas con cuentos de la guerra de Vietnam, ‘Velvet Magic’ fue, de alguna manera, lo que ayudó a Golden Dawn Recordings a empezar a tener un grado de posicionamiento en la oculta escena de la psicodelia pesada que se fragua tanto en Europa como en las Américas. Una suerte de comunidad se estaba gestando; por ejemplo, Gabriel Ravera, vocalista y guitarrista de Mephistofeles, se encargó de diseñar la críptica portada para ‘Velvet Magic’ y también para las propias carátulas de su banda. Incluso con polémica; para los diseños de Mephistofeles, la etiqueta de ‘Super Stereo’ (SS) sufrió, por razones obvias, un veto en Alemania para lanzarse en vinilo. Aun así, da la impresión de que hay un placer estético más o menos anárquico por detrás, lo cual refuerza el estilo particular que manejan los lanzamientos de Golden Dawn.

Y así fueron surgiendo nuevas alianzas. Los nacionales Arteaga y thallMOTH fueron sumándose a los lanzamientos del sello, al igual que los argentinos de The Black Furs y Los Ácidos e incluso Shrooms Circle, banda radicada en Suiza que trabaja en base a un doom alucinógeno en las tinieblas, con referencias a brujería, asilos mentales y, por supuesto, erotismo ocultista de estética sesentera. Según Vicente, nuevamente fue de vital importancia la distribución apoyada por su amigo residente en Estados Unidos, con quien ha mantenido conversaciones, «confiando en él, porque me recomienda bandas, sé que no me va a cagar con los cassettes y, por ejemplo, gracias a eso voy a sacar otras bandas como los estadounidenses Twin Temple, un cruce entre Amy Winehouse, pero así como medio satánico (risas)». 

Al preguntarle a Vicente sobre los problemas en la configuración de una «escena» relacionada a los géneros y estilos que difunde Golden Dawn, su respuesta es honesta y directa. «Veo en las tocatas que todos tratan de entrar gratis, no se ve una ‘escena’ como lo veo en otros géneros (thrash metal death metal, por ejemplo), donde pagan la entrada y compran el disco de la banda […] Cuando yo vendo en las tocatas de Red House, por citar alguna instancia, muchos me preguntan si se lo puedo dejar más barato o por qué está tan caro (con discos de Demonauta, por ejemplo), mientras los veo tomándose una piscola de cinco lucas… No es sólo un tema de poder adquisitivo, sino que también de poder elegir; si te gusta la banda, ¡mínimo compra su disco!«.

Un tema puntual e insólito, pero que representa un desafío. Ante un escenario en donde el rock está perdiendo cada vez más terreno e influencia cultural frente a otros géneros, la devaluación de la compra del álbum o la preferencia de los (supuestos) fanáticos por gastar plata en cualquier otra cosa, es un fenómeno que a la larga va a estar minando la cultura y la representatividad del rock en un marco social. Hace un tiempo, en un artículo de la revista online Consequence of Sound (CoS), se argumentaba que la terca preferencia del rock por el formato del ‘álbum’ como tal (set de canciones que comparten un universo común) estaba perdiendo la pelea frente a otros géneros como el pop o el hip-hop, los cuales prefieren formas de lanzamiento no convencionales en el formato de álbum o, derechamente, lanzar exclusivamente singles exitosos. Ante una situación así, Vicente comenta que esto «desmotiva a las bandas a lanzar en formato físico […] Dicen ‘¿para qué voy a sacar un disco físicamente si es que nadie lo va a comprar?’ […] Si la gente prefiere plataformas como Spotify o Deezer está bien, pero no es rentable, por ejemplo, sacar 500 copias  de una banda que nadie conoce o que nadie va a gastar plata en ella».

¿Cómo podría cambiar esto eventualmente? Vicente dice que es algo de «mentalidad, de apoyar a la banda […] Pero no puedo decir ‘apoyen por apoyar’ o ‘ir a ver a la banda por decir que fui’ a verla». Al final, también pasa por un problema de valorizar lo que se está vendiendo o, en términos económicos, «capturar el valor» del producto. Como cambio cultural se necesita volver a apoyar a las bandas en un sentido plenamente comunitario, de respeto mutuo y de entregar una retribución que sirva, a largo plazo, para sostener una mini-industria (en el caso de la experiencia independiente) que se está ahogando lentamente dada la escasez de valorización que, quizás, inconscientemente hemos construido.

Citemos otro ejemplo. El pasado viernes 24 de agosto, The Dwarves presentaba su punk furioso junto a los nacionales ANMLS en el Bar Loreto. Golden Dawn Recordings estuvo presente, vendiendo merchandising de la banda y lo impresionante es que, dentro del público, muchos eran «amigos» que pasaron, gratis, sin necesidad de apoyar, mínimamente, mediante la compra de una entrada (incluso, Red House estuvo hasta último minuto con una promoción de dos entradas por veinte mil pesos). «Esa es la huéa que me mata ver; ellos mismos estaban vendiendo sus discos y nadie cachó lo baratos que estaban».

Finalmente, la pregunta de rigor cae en cómo un sello del estilo y con la ética de trabajo que tiene Golden Dawn puede ayudar a la formación de una escena. Vicente comenta que, por ejemplo, en los años ochenta la escena metalera en Chile se construía principalmente a través de las comunidades que se reunían en las tiendas de discos, donde aprovechaban de compartir álbumes, recomendar bandas, publicar y distribuir fanzines, etc. Así, se construyó la «escena» que, hasta el día de hoy, mantiene una influencia considerable para el público orientado al metal chileno. Pero, hoy en día, escasean tiendas de discos y las que existen se concentran en nichos, lo cual no es malo. Si sumamos todos estos nichos, es posible competir y disputar como comunidad frente al «público mayoritario».

El asunto recae, a fin de cuentas, en el esfuerzo por retribuir a los artistas y contribuir a que la comunidad crezca. Hay buenos ejemplos acerca de esto último; disquerías como Tres Oídos, Kali Yuga o Needle han propuesto últimamente un formato de «tocata» en donde se invitan a los artistas y se distribuye material físico, con la excusa de también pasar un buen rato. Suena bastante bien, ¿no? Sin embargo, varios de nosotros (como público) tenemos la posibilidad de generar los espacios para que los sellos se conozcan entre ellos, se progrese en función de estrechar lazos que resulten en colaboraciones y, finalmente, en mantener flotando – ojalá no a duras penas – una comunidad que tiene el potencial para construir la escena que se quiere. Al menos así concluimos con Vicente luego de nuestra conversación. Habrá que estar abierto a recibir otras opiniones o perspectivas. Por mientras, sea bienvenido a revisitar el infierno psicodélico que transmite Golden Dawn Recordings

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