Entrevista con Cooper Crain (Bitchin Bajas, Cave): «La música y las artes prevalecen, aún en los tiempos más oscuros»
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Entrevista con Cooper Crain (Bitchin Bajas, Cave): «La música y las artes prevalecen, aún en los tiempos más oscuros»

Entrevista con Cooper Crain (Bitchin Bajas, Cave): «La música y las artes prevalecen, aún en los tiempos más oscuros»

sábado 21 de diciembre, 2019

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Escrito por: Álvaro Molina

Este sábado 21 de diciembre, BYM Records estará celebrando sus 10 años de existencia en el circuito de la música independiente chilena. Mucho se ha hablado de su historia y de la música que han editado a través del sello. La instancia que se llevará a cabo en el Teatro Italia quizás supone ser un repaso por la música que le dio origen al sello, la música que actualmente se encuentran editando y, además, la música que se viene en un futuro que pareciera ser consecuente con su historia. Pero también hay ciertos nombres en su cartel que siguen una línea paralela a estos diez años de existencia. Agrupaciones que, directa o indirectamente, consistieron en una influencia sonora, estética y, también, personal. La visita por primera vez a Chile de Pete Kember (Sonic Boom) quizás apunta al lado espacial enraizado profundamente en la psicodelia que Föllakzoid exploró en su momento. Pero aparte de la presentación del ex Spacemen 3, hay otra banda que estará llevándonos por terrenos misteriosos, difíciles de describir en un lenguaje que no sea auditivo. Bitchin Bajas es el nombre que Cooper Crain le puso el año 2010 a su proyecto solista, el cual lo hizo caminar por una avenida distinta a la de Cave, su banda “principal”. Si bien Cave pisó suelo chileno el verano del 2014 en una memorable presentación junto a Watchout! y The Ganjas, ahora es el turno para que Crain nos haga vibrar con el misticismo que envuelve a Bitchin Bajas, el cual se convierte en una espesa neblina de texturas musicales.

Conversamos en exclusiva con Cooper para Sonidos Ocultos, quien está feliz de estar de vuelta en Chile y nos habló parte de su historia, sus impresiones como artista, la vida en el camino, lo que ha aprendido estando de gira, música e, incluso, compartió algunas de sus reflexiones respecto al estado de las cosas en el país luego del estallido social que comenzó el 18 de octubre. Esto es lo que nos contó.

Nacido en Columbia, Missouri, Crain confiesa que tuvo un temprano acercamiento a la música, siempre se sintiéndose seducido por ella. “Siempre me gustó escuchar música en la radio. Me gustaba golpetear cosas para ver cómo sonaban. A los 11 años me regalaron una batería y creo que ahí partió todo; quise aprender a tocar percusiones, después algo de guitarra, teclados. Buscaba continuar explorando cualquier instrumento”. Columbia es una ciudad al noreste del Estado,  sede de la Universidad de Missouri. Y, por supuesto, siendo una ciudad universitaria, había un ritmo ajetreado de personas que entraban y salían de ella  además de mantener un flujo constante de estudiantes con ganas de pasarlo bien. “El hecho de que Columbia sea una ciudad universitaria me permitió conocer a músicos que eran mucho más grandes que yo. Algunos los conocía y se iban al año siguiente, pero había otros que llegaban y así había mucha música y cultura dando vuelta por los bares y locales de la ciudad. Además creo que tuve suerte porque, como crecí en Missouri, perfectamente me pude haber criado en una granja y no haber accedido a toda esta cultura”. Cuando Cooper tenía 15 años, uno de sus amigos lo introdujo al mundo de la música de avanzada, algo difícil de digerir en los años de la pubertad. “Me mostraron grupos como CAN, Kraftwerk… Cuando los escuché quedé como ‘¿qué es esta música repetitiva?’ aunque admito que fue bastante reveladora para mí”. Pero a esa revelación le siguió un golpe de realidad. “También pasó que no terminé el colegio porque me echaron y mis papás hicieron lo mismo en mi casa, así que me fui a vivir a la ciudad y a salir con toda esta gente más grande que yo con la que también tocábamos música. Nos fuimos a vivir a una casa en las afueras, rodeada de bosques, donde escuchábamos música, grabábamos nuestras improvisaciones y lo pasábamos bien. Y así fue como partió Cave, entre un grupo de amigos que sentíamos que nos conectábamos bien musicalmente, con ideas muy similares entre nosotros”. Sin embargo, tal estilo de vida eventualmente le quedó grande a una ciudad tan pequeña como Columbia. ¿Dónde ir ahora?

El estado de Missouri pertenece a la zona censal denominada como el “Midwest” de Estados Unidos. Con la inquietud de seguir ampliando sus ambiciones musicales, Cooper decidió mudarse a la ciudad más grande y con mayores oportunidades en la zona: Chicago. “Llegamos a esta ciudad, que es enorme, con todos los miembros de Cave. Era obvio, teníamos más oportunidades; no íbamos a tocar todo el tiempo en el mismo bar de un pequeño pueblo universitario. Así que llegamos y nos dimos cuenta de que estaban pasando muchas cosas con la música allá: harto garage, rock & roll, jazz, blues, pero también vimos que no había muchos espacios para lo que nosotros hacíamos, algo más psicodélico, repetitivo”. El año 2009 apareció el primer disco de estudio de Cave, titulado ‘Psychic Psummer’ y editado por el sello Important Records. Por esos años, la banda había tenido una alta rotativa de miembros, sin mantener una formación estable. Las improvisaciones libres y los escapes psicodélicos que carecían de una estructura definida en sus primeros años de existencia, encontraron finalmente un hogar en Chicago. La posibilidad de grabar este primer LP les hizo creer en sí mismos que podían estructurar sus ambiciones sonoras y, por ende, instalarse en la escena de la ciudad. “Me gusta mucho la escena de Chicago”, dice Cooper, “tienes grupos de personas que tocan jazz, música electrónica, rock y todo el mundo se conoce. Hay gente que también toca en estas agrupaciones de improvisación y música experimental, así que puedes terminar incorporando toda esa mezcla de sonidos. Está como ‘incrustado’ en todo”.

Chicago está catalogada hace tiempo como un hervidero para un gran número de actos independientes, asociados a una larga tradición musical que abarca desde el jazz, la reinterpretación del blues eléctrico en los 50s y 60s, el hardcore punk, rock alternativo y, en las últimas décadas, un semillero para la música experimental y vanguardista. La ciudad alberga sellos como Drag City, Hozac Records y Thrill Jockey, piezas clave en el desarrollo del mundo underground norteamericano. Al respecto, Crain afirma que “lo bueno de toda esta intensidad de música que está pasando todos los días es que te empuja a intentar ser un mejor músico constantemente. Es como que vas a ver a un grupo increíble de jazz un día en la semana y quedas como ‘chucha, ¡mañana me tengo que despertar a ensayar y convertirlo en una rutina!”. Al convertirse en una rutina – y tomarse muy en serio las ganas de tocar y hacer música, además de producirla en algunos estudios – Cooper sintió alrededor del 2010 que también necesitaba explorar gustos personales para grabar cosas distintas. “Me la pasaba en mi departamento jugando con teclados y sintetizadores, horas creando muchas texturas de sonido que de repente sentí que no calzaban con la onda de Cave”, agregando que “tampoco tenía ganas de cambiar lo que habíamos logrado con Cave y estas cosas más personales eran distintas, así que decidí lanzarme solo”.

Bitchin Bajas se transformó en el proyecto personal de Cooper, el cual ahondaba en sus propias perspectivas musicales. El tema de la repetición se volvió una constante tanto para Cave como para Bitchin Bajas; en el primero adquiría la forma de ritmos pegados, como un martilleo permanente repleto de grooves cargados al krautrock vertiginoso. Por su parte, Bitchin Bajas era una invitación abierta para la contemplación, jugándose las cartas por abrir espacios airosos, un imaginario etéreo en el cual es fácil perderse y dejarse llevar por la corriente. “Siento que es como música ambiental, pero en un sentido de texturas. Yo lo veo como si fuera una pintura, en la que uno puede perderse, salirse de su zona. Esa es la idea de la música que nos gusta hacer”.

Sin embargo, Cooper reconoce que el sonido de Bitchin Bajas no es posible sin la colaboración de Dan Quinlivan y Rob Frye (quien también participa en Cave). “A Dan lo conocí porque había otra banda de Missouri que se había mudado a Chicago. Se llamaban Mahjongg y estaban armando un estudio, así que me involucré con ellos desde el principio. Todo esto fue en mis primeros años en Chicago, un período formativo en el que aprendí cosas por mí mismo, pero también hubo gente muy interesante que me ayudó y enseñó a grabar y mezclar”. Por su parte, Rob se unió gracias a que Cooper lo conoció una vez en una fiesta. “Rob estaba tocando como en los intermedios entre las bandas que se presentaban en esa fiesta. Y de repente siento una música increíble, un sonido muy africano. Me acerco a un amigo que trabajaba en la barra y le pregunté qué disco estaba poniendo. Él me dijo ‘no estoy poniendo nada, está tocando un tipo ahí en la esquina’. ¡Y era Rob! Estaba tocando unas melodías muy repetitivas en saxofón y, también, haciendo loops de percusiones con una rueda de bicicleta (literalmente). Me acerqué y enseguida le propuse que hiciéramos música juntos, fue una conexión casi instantánea”.  Y así, el trío quedó completo y encontraron un sonido más realizado en los discos que lanzaron subsecuentemente, asociándose con el sello Drag City desde el 2013 con el estreno de ‘Bitchitronics’. A este disco le siguieron ‘Bitchin Bajas’ (2014) y colaboraciones con los también nativos de Chicago, Natural Information Society (el alucinante ‘Autoimaginary’ en 2015)  y con el legendario cantautor/compositor Bonnie “Prince” Billy (‘Epic Jammers and Fortunate Little Ditties’ en 2016).

Respecto al sello, Cooper siente que éste es su nuevo hogar. “De todas maneras considero que Drag City se convirtió en mi espacio, una casa en la que compartía con otros artistas y músicos que hablaban un lenguaje similar. Y para muchos de esos músicos, el sello también se había convertido en su hogar. La gran mayoría de ellos se quedaron ahí después de sus primeros discos”. Drag City se fundó en 1990 en Chicago para convertirse en uno de los sellos ícono del mundo independiente norteamericano. Fundado por Dan Koretzky y Dan Osborn, la casa discográfica se especializó en el indie rock y la música experimental, lanzando actos en los ’90 como Silver Jews, Jim O’Rourke, Royal Trux y Flying Saucer Attack. Para la década de los 2000, ya se habían instalado como un faro musical, empujando la carrera de artistas como Ty Segall, Wand, Joanna Newsom y Bonnie “Prince” Billy (Will Oldham). Y no sólo eso; también se encargaron de distribuir, reeditar y redescubrir actos como Ghost (Japón), Stereolab y los míticos Red Krayola. “Al final en el sello se vuelve algo natural que los artistas colaboren entre ellos”, dice Cooper, “porque no nos presionamos entre nosotros, Dan [Koretzky] tampoco lo hace, no anda exigiéndonos todo el día lo que tenemos que hacer, sino que nos entrega mucha libertad. Es, simplemente, un muy buen lugar para estar. No sé qué haría si es que ellos dejan de lanzar discos”, termina diciendo, riéndose.

Cuando Cooper menciona que la música de Bitchin Bajas es como una hoja en blanco sobre la cual ellos van rellenando con distintos colores, perspectivas e intuiciones, se refiere básicamente al poder introspectivo que logra el sonido envolvente del trío. Son composiciones largas, sin estructura, donde las estimulaciones van apareciendo de a poco. Se toman su tiempo, buscan nuevos rincones para explorar. Tomando influencias que van desde el raga hindú, la repetición de Terry Riley, el ambient de Brian Eno y las cautivantes atmósferas del drone, la agrupación se alimenta de la energía que aporta cada uno de sus miembros. En general, el efecto de la música lo logran a través de un intenso proceso de edición, en el cual toman las cintas que graban y alteran el tono de la música, la velocidad, el ritmo, creando ese efecto repetitivo que induce en un trance meditativo.

¿Qué es lo importante de ese tipo de lenguaje en la música de Bitchin Bajas?

“Me parece que es como un lenguaje universal. Se relaciona mucho con lo que te decía antes, con esa sensación de perderse dentro del mundo sonoro, de que sea música en la cual puedes perfectamente desenchufarte de la realidad. Siempre sentí que era música que no estaba hecha exclusivamente para Chicago o incluso EEUU. Es música para el mundo.La experiencia nos ha hecho ver que puede ser música receptiva en distintas partes del mundo.”

Parte de esa experiencia se debe a las giras que Bitchin Bajas ha realizado a lo largo de la década, llevándolos a visitar gran parte de Europa, Nueva Zelandia, Japón y, ahora, Chile. Cooper reconoce que “me gusta estar de gira, es algo que adoro. Me encanta ir a otros países y aprender de sus culturas. Creo que salir de gira me ha ayudado a crecer como persona, siento que uno logra entender muchas cosas muy humanas, sobre respetar y conocer gente. Y lo que me interesa ahora es, bueno, no parar de hacerlo. Ir a tocar a lugares donde no lo he hecho y estar siempre ahí, buscando tocar cosas nuevas”.

¿Eso es algo que has aprendido con la experiencia de las giras?

“Absolutamente. Es algo que realmente le puede dar forma a una banda. Creo que con Bitchin Bajas y Cave nos enorgullecemos de ser profesionales, después de varios años de estar tocando, grabando y experimentando cosas nuevas. Ahora podemos ir a un lugar, ver el espacio, mirar el ambiente y tratar de que hacer que el espacio suene de la manera que debería sonar mejor. No nos gusta llegar a un lugar y enseguida decir ‘¡Esto es lo que tocamos! ¡Súbeme el volumen!’ y que no nos importe el espacio. Eso nos convertiría en unos idiotas. No me interesa estar de gira con algún artista que sea un imbécil o que se crea una diva, o que, no sé, deje basura tirada esperando que alguien más la recoja. Pero, en fin. Me gusta tocar música para gente de diferentes lugares, siento que es algo que va cambiando según los países a los que vas, a pesar de que lo vemos como un lenguaje universal.”

Finalmente, la relación de Cooper con Chile se remonta al 2013, durante la gira en la que Föllakzoid presentaba su disco ‘II’ (Sacred Bones) por EEUU. En una tocata en la que Föllakzoid eran teloneros, Cooper estaba a cargo de la mesa de sonido: “Y me encantó cuando los vi en vivo”, recuerda, “me metí mucho en su música y estuvimos toda la noche juntos, conversando, pasándolo bien”. Y, desde entonces, la relación entre el músico y el mundo BYM se ha afianzado a través de colaboraciones (Cooper mezcló el último disco de Watchout! ‘Revibe the Vibe’ en 2015 en su estudio en Chicago), grabaciones (parte del disco ‘Allways’ de Cave fue grabado en Chile), visitas (el debut de Cave en Chile en el verano del 2014) y una estrecha amistad con Juan Pablo Rodríguez y su hermano Nes: “Cuando conocí a Nes, me di cuenta de que estábamos en la misma vereda. Él es muy de estar en el estudio y yo igual. Nos dimos cuenta de que nos gustaban las mismas cosas para grabar y nos hicimos muy amigos. Pensé ¡Nes, tienes que ser mi amigo!”. Con una amplia sonrisa en la cara, Cooper cuenta que está feliz de estar de vuelta en Chile y que le gusta mucho el ritmo de vida que hay en el país.

Ese ritmo o estilo de vida cambió hace un par de meses…

“Así me di cuenta. Lo noté, por ejemplo, en el precio de las cosas desde la última vez que vine y, según entiendo, los salarios no han subido para la gran mayoría de la gente, entre muchas otras cosas.  En realidad, estoy contento de estar aquí. Creo que lo que está pasando es un momento extremadamente importante en la historia moderna de Chile. No sé cuál puede ser el final, pero quiero ser sensible con lo que está pasando. Mi última experiencia acá fue muy feliz, estuve hartos días, conocí a bandas, lugares donde tocaban muy buena música, fui a Valparaíso, etc. Era más bien un turista, pero con harta libertad para moverme. Aprendí bastante de la historia del país y de la música chilena. La de Víctor Jara, por ejemplo. Cuando volví a EEUU me traje muchos discos que compartí con amigos de allá. Pero recuerdo haber visto a la gente en Chile contenta, relajada, tomándose las cosas en serio, pero contenta. Y me gustó mucho estar rodeado de eso. Me gusta la vida. Ojalá todo se pueda solucionar, pero reconozco que me gustó venir ahora en este momento particular y ver lo que está sucediendo con mis propios ojos y no viéndolo en las noticias en EEUU.”

Por último, Cooper añade: “Pienso que con los años que llevo siendo un artista, viajando por el mundo, es como que, las artes y la música siempre prevalecen, en los tiempos más oscuros y en los buenos tiempos. Las personas necesitan y quieren el arte y la música. Es algo bueno, nos hace bien. Espero lograr comunicar eso el sábado”. Este sábado, adelanta, tienen preparado un show especial, que recorrerá puntos musicales de gran expansión y meditación, pero también incluyendo paisajes rítmicos y que contribuyan a hacer una interesante mezcla musical porque: “¡No queremos aburrirlos! Intentaremos conectarnos con el público de la mejor manera”.

Bitchin Bajas se estará presentando a las 21:45 este sábado 21 de diciembre en el 10 Aniversario de BYM Records, el cual contará con la participación de artistas como Sonic Boom (UK), The Ganjas, Tsunamis, Mr. Ray, Las Kellies, El Gran Chufle, Chicos de Nazca, Lagunas Mentales, A Full Cosmic Sound, entre muchos otros. Las entradas aún se pueden comprar en Needle sin cargo. Más información aquí.

 

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