«Live At the Opera»: Cuando el black metal también podía ser Verdi
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«Live At the Opera»: Cuando el black metal también podía ser Verdi

«Live At the Opera»: Cuando el black metal también podía ser Verdi

jueves 07 de noviembre, 2024

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Escrito por: Equipo SO

Por Claudio Miranda.

El camino de Satyricon ha estado marcado por la evolución. Ya sea para gusto de muchos o disgusto de quienes sostienen que el black metal tiene sus fronteras definidas. En el caso del dúo conformado por Satyr y Frost, todo lo concebido a partir del angular «Nemesis Divina» (1996) responde a las inquietudes de una agrupación que jamás descansó en una fórmula ganadora. Y es con una tirada de álbumes de alta factura como «Now, Diabolical» (2002), «Volcano» (2006) y el rompedor «The Age of Nero» (2008), era evidente que Satyricon, una banda seminal en el auge del black metal nórdico durante los ’90s, apuntaba hacia el viaje como una forma de hacer las cosas, mucho más que llegar a puerto. Un sentido de viaje y exploración que va de la mano con una firma tan reconocible como sideral en su objetivo. Una forma de probar los límites en un estilo que normalmente se guarda en sus propios dominios. Todo reforzado con la arrogancia propia del talento y lo que es capaz de decir dentro de su espectro.

La distinción y altivez que los nórdicos profesan sin empacho a nivel de producción discográfica, en el directo se traduce a un espectáculo retumbante. La forma en que un catálogo en estudio grita y prevalece en vivo, es lo que le da un toque único a Satyricon, incluso llamando la atención de quienes no están muy conectados con el género black metal, pero que ven en los de Oslo algo diferente e inclasificable. Y si acaso existe algún registro de tamaño despliegue de categoría y grandeza en todo su esplendor, «Live at the Opera» (2015) cumple con todo lo que un melómano busca hasta el último surco.

Empecemos por mencionar que «Live at the Opera» fue grabado un 8 de septiembre de 2013. Es decir, tan solo un día antes del lanzamiento oficial del álbum homónimo, del cual se incluye 6 cortes en el repertorio. No es un detalle al azar, sino que refleja el extraordinario momento creativo de una banda que se las arregla para unir mundos tan distintos como parecidos entre sí. Y la presentación con el Coro de la Ópera y Ballet de Noruega es el momento idóneo para desenrollar lo que entonces era un presente fulguroso, aunque divisivo en una fanaticada que se nubla con tamaña demostración de poder y ambición.

Desde el arranque con «Voice of the Shadows», podemos notar el factor clave de Satyricon en su forma más pura. Una muestra de destreza y altura reflejada en la presencia imponente de Satyr y Frost en sus respectivos puestos. La frialdad suficiente para definir y encarnar los principios de su orientación camaleónica. Y la participación del Coro de la Orquesta de Noruega, lo que en otros casos habría sido un alarde o un lujo de consagrados, resiste y encaja de manera natural en el ADN de una banda que se mueve en el metal extremo como un impulso para ir hacia donde pocos se atreven.

«Now, Diabolical», «Repinted Bastard Nation» y «Die by My Hand», son solamente algunas muestras de cómo la fusión entre el bestiario del ruido y la elegancia clásica se manifiesta como la creación de un mundo distinto en su propia matriz. No es casualidad que los tracks mencionados correspondan a los títulos más destacados de su catálogo, en los cuales Satyricon ya nos avisaba que lo suyo rompía con cualquier molde preconcebido en el género que lo vio nacer. Y es que el dramatismo que le suma el Coro de la Orquesta nos sumerge en la banda sonora de un mundo tan fascinante como terrorífico. Como ocurre en «Phoenix», donde la participación del cantautor Sivert Høyem, en un pasaje donde predomina la angustia, le da a la música un espacio de luz necesario para resurgir desde el fondo para emprender aunque sea el último vuelo.

Otra muestra de la importancia de «Live at the Opera» como espejo de una rúbrica sin precedentes, es «To the Mountains». Original del fundamental «Now, Diabolical», su inclusión en el set responde al detonante de la idea que tuvo Satyr al entablar el encuentro ¿impensado? entre el mundo clásico y la metralla extrema. Lo que nació un par de años antes como un evento cerrado en la sala principal del Coro de la Opera, fue el nacimiento de un espectáculo destinado a ser un registro testimonial de hasta dónde lo que nació al alero de la oleada nórdica en el amanecer de los ’90s hoy sería mucho más que todo lo posible de pensar. Y no es de extrañar que en el orden del set, «To the Mountains» logre un carácter definitorio. De igual forma en que la más antigua «Mother North», con el público entregado a esas alturas -incluso ‘peleándole’ protagonismo al Coro de la Orquesta-, cobra un brío de novedad que la hace gigante y atemporal.

Como toda idea nueva, sea ayer u hoy, «Live at the Opera» fue una apuesta. Perfectamente se pudo extraviar la fiereza de su inconfundible estilo, al menos en otros casos donde importó más el ropaje que el propósito. Todo lo contrario ocurrió en el caso de Satyricon, donde las 55 voces del Coro intervienen para potenciar la voz de Satyr y brindarle a la música una bruma de dramatismo que hace de cada pasaje un momento determinante. Todo esto es lo que resulta de la convivencia entre dos sonidos quizás muy distintos el uno del otro, pero que logran unir fuerzas e ideas en favor de la celebración.

Si bien fue registrado en 2015, hubo que esperar un par de años para que Live at the Opera viera la luz -o la oscuridad, más bien- en formato audio y video. Una decisión inteligente, aprovechando el impacto que obtuvo la placa homónima. Incluso la idea de excluir material de sus primeros dos álbumes, a pesar de que los puristas arrugaron la nariz como si se tratara de una negación, te dice bastante de lo que realmente hace grande y único a Satyricon respecto a otros que decidieron aferrarse a una fórmula ya probada. Y la postal de los 55 cantantes del Coro de la Orquesta Nacional a espaldas de la banda, te resume en una imagen la fuerza descomunal de una propuesta que se vale por sí misma haciendo cosas impensadas en su género. Si el black metal adquiere en esos momentos la misma estatura de las composiciones de Giuseppe Verdi, es porque las bandas como Satyricon aspiran a alcanzar dicha altura.

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