LeRock Fest 2022: Sin límites
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LeRock Fest 2022: Sin límites

LeRock Fest 2022: Sin límites

lunes 16 de mayo, 2022

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Escrito por: Álvaro Molina

Fotos por Rodrigo Damiani.

La cuarta edición de LeRock Fest, el festival organizado por el sello LeRockPsicophonique exhibió una vez más el cuerpo y alma de esta casa discográfica. Un cartel con 16 artistas nacionales e internacionales abrió un abanico de posibilidades, difuminó los límites entre géneros y estilos, y cristalizó la apuesta de Latinoamérica por una vanguardia imparable y resiliente.

Pasada la medianoche del sábado, a las una de la madrugada, con una puntualidad robótica, aparecieron arriba del escenario principal de LeRock Fest tres alemanes que venían a cerrar una larga jornada. Austeros de facha, sin demasiados aspavientos y con la actitud estoica de subirse a las tablas en medio de una tímida, pero copiosa garúa nocturna, el trío compuesto por Daniel Brandt, Jan Brauer y Paul Frick tenía la misión de hacer bailar a un público que ya llevaba 10 horas entregado a disímiles sonidos emanados de todos los rincones de la experimentación.

Brandt Brauer Frick (BBF) venía a visitar Chile por segunda vez con una propuesta predefinida: dar a conocer una forma distinta de entender la música electrónica. Las semillas de la banda, sembradas en estilos como el tecno de Detroit, el house y la música neoclásica, germinan en sonidos electrónicos orgánicos y vivos. Las percusiones motóricas de Brandt, las coloridas manipulaciones eléctricas de Brauer y los teclados multifacéticos de Frick asaltaron la húmeda explanada central de Matucana 100 y sacudieron a todos quienes se congregaron para conocer a los invitados estelares de esta cuarta edición de LeRock Fest.

Sin decir una palabra, mirándose constantemente entre ellos y con un set de composiciones que apenas tuvo dos pausas, el show de BBF fue a cobrar todas las expectativas acumuladas desde que el festival reveló, hace unas semanas atrás, su cartel completo. El ensamble de los alemanes, curtido en los subterráneos clubes de Berlín, entregó tecno minimalista, punzante, embajador del ADN de aquella música electrónica imposible de obviar y que sin complicaciones puede mantener un trance por varias horas. El cierre perfecto para un festival que tiene una selecta mente maestra en su organización.

El sello LeRockPsicophonique, principal organizador de LeRock Fest, lleva más de una década en el ruedo de la escena independiente musical chilena. En todo ese tiempo, la discográfica se ha preocupado de entregar espacios a artistas y bandas que emergen desde variopintos rincones de Chile y Latinoamérica. Ya sean los parajes del post-rock y el shoegaze, los cruces modernistas entre música ambiental y clásica o el ruido más desenfrenado, el trabajo de este sello, configurado desde la autogestión, hoy en día es reconocible como una vocación por la correcta curaduría musical, por transmitir gustos propios en sus ciclos y eventos -y, de paso, marcar ciertas tendencias- y por unir la fuerza de los talentos para crear algo nuevo y llamativo.

Qué mejor oportunidad para exponer este espíritu que LeRock Fest 2022, una edición de lujo, que revivió el llamado a rendirle culto al ruido, cruzar aquellos puentes entre estilos musicales y concebir una Latinoamérica vívida. Aquí presentamos un detalle de lo que vimos y oímos.

Por amor al ruido

“Rock de mujer intensa”. La pianista y compositora Carolina Holzapfel apareció en escena poco después de las cinco de la tarde del sábado, acompañada por César Bernal (Cola de Zorro) en bajo y Ulra Díaz (Solteronas en Escabeche) en batería. En apenas segundos, el desplante escénico de Carolina se tomó por completo el escenario Horizonte del festival. El trío presentó material de conténtate con poquito (2018), un disco lleno de escándalos, intensidad y vorágine musical.

Durante poco más de 40 minutos, el trío desató toda su fuerza y nos dejó sin cuello; machaques en el piano y estridencias en la voz de Carolina, quien arriba del escenario nos contó historias sobre desamores por teléfono en tiempos modernos (“golpecitos en la puerta”), los pasteles que invaden la vida y los sentimientos (“pastel”) o contentarse con poquito porque así dicta la vida (“conténtate con poquito”). Todo en medio de alaridos, canturreos, gruñidos y melodías. Carolina, César y Ulra dieron una clase magistral de lo que es pararse arriba de un escenario y echarse el público al bolsillo. Las creativas intervenciones de Holzapfel y su interacción con el público despertaron, una vez más, ese ritual sagrado entre artista y fanático.

Luego de atacar con el bajo en el show de Carolina Holzapfel Trio, César Bernal tenía otra tarea pendiente: pararse frente a la explanada de Matucana 100 junto a Cola de Zorro, el cuarteto instrumental de Valparaíso completado por Felipe Medina (guitarra y sintetizador), Pablo Rivera (batería) y Carlos Soutullo (guitarra, oscilador y percusión) y que transmite texturas de rock experimental, jazz y psicodelia explosiva.

Pasadas las 19:30, Cola de Zorro desembarcó en el escenario LeRock para entregar un trance eléctrico y visceral, a ratos con pasajes de estridencia pura y ecléctica. La banda presentó temas de El desierto avanza, su último disco estrenado en abril recién pasado a través de LeRockPsicophonique. Acompañados de visuales desoladoras y caleidoscópicas, los de Valparaíso hicieron cabecear y bailar con sus nuevos temas, pero no se atrincheraron ahí y rescataron temas como “Soma”, del EP homónimo lanzado en 2018, y revelaron la madurez y creatividad cultivadas en este tiempo.

Avanzada la noche y calado el frío otoñal, un sexteto de Colombia comenzó a juguetear con efectos eléctricos y disonantes. A las 23:00 apareció MULA, estandartes del free-todo en la escena de Bogotá; una mezcla entre improvisación libre, post-hardcore, free jazz a la Sonny Sharrock y punk discursivo. Con cinco lanzamientos a la fecha, los sonidos desatados de MULA fueron una descarga inesperada; contra todo pronóstico, la majestuosidad estridente de temas pertenecientes a su disco Matasesos (2019) como “El rey” obligó a saltar, cabecear, una tímida antesala a un mosh.

Los gritos heridos de Santiago Botero, las guitarras desenfrenadas de Kike Mendoza, los solos chirriantes de Mange Valencia y Juan Ignacio Arbaíza, la batería serpenteante y asesina de Camilo Bartelsman y los esquizoides efectos eléctricos de Diego Herrera conjuraron un ataque abrasivo e inédito en LeRock Fest. El asalto musical arriba del escenario y la calidez y sencillez de los colombianos fueron el motivo ideal para que, después del concierto, un puñado de nuevos fanáticos se acercara al mesón a preguntar -y eventualmente comprar- por material de la banda.

Puentes de sonido

Uno de los espacios más íntimos desplegados en LeRock Fest fue el escenario M100, dedicado a proyectos con un sello de delicadeza sónica y ambientación emotiva. Poco antes de las 19:00, el escenario fue inaugurado por Valentina Maza, la violista de Valdivia que tiende puentes entre el ambient, el minimalismo neoclásico, el tecno y la catarsis, Valentina puso un paréntesis en el festival, una suspensión en el tiempo para presentar temas y composiciones pertenecientes a discos como Presencias (2021), Presentir (2021) y Cuerdas (2020, en colaboración con Pablo Ventura). El concierto fue una invitación entrañable para ver a la violista en un estado de trance, como si estuviera en pleno proceso de composición o un vistazo a su flujo creativo. La acompañaron la artista Radiatta en las psicodélicas visuales y la bailarina escénica Isidora Cárcamo en una performance de danza mística, de movimientos que paseaban entre la sutileza y la hipérbole del cuerpo.

En consonancia con los cruces entre lo neoclásico y la vanguardia, el escenario Horizonte le dio la bienvenida a Isidora O’Ryan y su proyecto I.O. para una exhibición de elegancia y parsimonia. La chelista presentó la columna vertebral de su último disco, Ciénaga (2020), que explora las vertientes sonoras de la precisión electrónica y la imaginación melódica de las cuerdas clásicas. La voz de Isidora resplandeció sobre la humareda, mientras que la base rítmica de Vicente Yáñez y Pablo O’Ryan mantuvo un cable a tierra en medio del ensueño. Ya cerca del final del show, el trío presentó “San Jerónimo”, un adelanto de lo que será su próximo lanzamiento en junio. La humildad entrañable de Isidora en sus intervenciones y diálogos con el público la expuso como una artista cuyo proyecto habla y conecta con las sensaciones más profundas y humanas de ensoñación y fantasía musical.

A la medianoche, el ambiente en el escenario Horizonte estaba espeso. El humo estancado daba un efecto onírico al espacio que recibió a Mr. Bleat, un trío colombiano de matices dream pop, electrónica IDM y rave inocente. La voz dulce de Sara Rodas invadió todas las esquinas del galpón y su figura en el escenario se paseó con un desplante hipnótico, micrófono en mano. A su lado, Pablo Ángel y Alejandro Bernal -quienes también manejan el sello Música Corriente– se hicieron cargo de las bases eléctricas que convirtieron el espacio en un club nocturno vibrante, entregado a temas del disco Los Lobos (2015) y adelantos de su próximo lanzamiento fechado para junio, como “Cenizas” y “Futura memoria”. Sara, Pablo y Alejandro, desde Medellín, prepararon la fiesta de LeRock Fest y pusieron el acento en la sencillez y repetición para la pista de baile.

Paisajes del fin del mundo

En el cartel de LeRock Fest aparecieron nombres provenientes de Chile y Argentina con propuestas artísticas para pintar los panoramas del Cono Sur. A las 16:00 puntuales, Los Demás dio el puntapié inicial al festival en el escenario Horizonte. El proyecto paralelo de Felipe Medina (Cola de Zorro) ahonda en experimentos con sintetizadores, capas de sonido, atmósferas y un constante suspenso electrónico. Con el disco Sesiones en Casa Vol. 3 (2021), editado por LeRockPsicophonique, Medina entrecruza el drone, el IDM y ambient. Sonidos perfectos para introducir la jornada de experimentación.

El escenario LeRock abrió a las 16:30 con la propuesta de Dhármico, la banda emblema de los experimentos en la zona rural de la región de Valparaíso. Los de San Felipe salieron a animar la fiesta de la mano del carisma de Katherine Acevedo en las vocales. El sexteto hizo un repaso a su discografía, en particular a los temas recogidos de Transeúnte (2019) y demostraron que se puede hacer ruido, psicodelia y rock espacial con gracia inspirada en los paisajes al interior de la Quinta Región.

Desde Córdoba, Argentina, la presentación de los legendarios Tomates Asesinos vino a reafirmar la influencia y madurez del post-rock, el shoegaze y la psicodelia experimental allende los Andes. Entre Atahualpa Yupanqui, Hawkwind, Los Jaivas y Kraftwerk, el cuarteto cordobés armó un perfecto caos sonoro entrelazado con la acidez de las luces y visuales. Con temas destacados de su disco La Luz Buena (2016), Tomates Asesinos crearon una salsa lisérgica e intensa entre sintetizadores, raíces folclóricas, electrónica y mucho, mucho ruido que animó el crepúsculo del sábado.

Desde la Patagonia argentina vía Buenos Aires, un cuarteto de -literal- el fin del mundo demostró cómo se hacen las cosas allá donde el frío obliga a pausar y tomarse las cosas con calma. Las Fin del Mundo son el proyecto de Lucía Masnatta (guitarra y voz), Julieta Heredia (guitarra), Yanina Silva (bajo y coros) y Julieta Limia (batería) cuya propuesta va por entregarle rock de tintes pasteles y garage atmosférico a la estética del indie pop. Sus temas se preocuparon de primero introducir el mundo musical donde las guitarras son reinas y señoras, sin apresurarse para las letras. Ellas tienen todo el tiempo del mundo para que sus canciones sean precisas y agudas, incluso una con letras extraídas de un poema de la mítica Alejandra Pizarnik. Las chicas de Fin del Mundo, además, tocaron con instrumentos prestados acá en Chile. Ni siquiera eso las desanimó para entregarlo todo en medio del frío vespertino. Actitud.

LeRock Fest apostó por una Latinoamérica viva y bullente en la vanguardia musical. La efervescencia de los proyectos musicales en este festival -expresada ya sea en las fronteras del ruido, los puentes neoclásicos construidos con materia prima electrónica o el rock y la experimentación que pinta estas tierras del sur- demostró que LeRockPsicophonique no conoce los límites para exhibir su alma. Un alma que existe vivaz, alimentada exclusivamente por las bandas que se adhieren a ella.

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