Quememos este lugar: Mangoré se despide en emotivo conciertoespera un momento...
miércoles 06 de junio, 2018
Escrito por: Felipe Gonzalez
El ambiente en la sala Patricio Bunster del centro cultural M100 es familiar. Como una reunión grande de un grupo de amigos que se juntaron después de un tiempo. Es una de las noches más frías del año, pero acá adentro está todo demasiado cálido como para dejar entrar el aire helado que de seguro hace que a los que están afuera les duelan los huesos.
“¡Qué heavy que se separen!, ¡les veía harto futuro!”, se escucha en hartas conversaciones entre los grupos que esperan a que algo pase en el escenario negro que está al frente. “¡Y justo ahora, que van a sacar su disco!”, decían con asombro otros.
Un poco pasadas las 21:40 se apagan las luces y las cerca de 100 personas que están en la sala gritan y aplauden al ver a Felipe subir al escenario con dibujos ancestrales pintados de blanco en su cara. Él mira al público y junta las manos, está agradecido. Esto es una ceremonia y hay que tratarla con la solemnidad que merece. Porque no habrá más oportunidades. Luego se pone su Jaguar colgando de los hombros y empieza a tocar una introducción acústica de arpegios.
Pasan un par de minutos y se suben al escenario, tapados en aplausos, Matías, quien toma el bajo, y Lucas, que se sienta en la batería, ambos tienen sus caras pintadas con símbolos similares, y se suman a lo que toca Felipe, que crece en intensidad y en decibeles, mientras preparan el terreno para una noche que promete ser memorable. Porque no habrá más noches como esta.
Entre medio del caos sonoro que forman los tres, se sube a las tablas Tomás, que comienza a gritar y a hacer más intensa la introducción que pone los pelos de punta a todos en la sala. Nadie entiende en qué va a terminar todo esto, pero poco importa, desborda energía y eso es a lo que vinimos. Porque no podremos experimentar esto de nuevo.
Después de un rato la intro cae en Alambre, primer tema de la noche, que pone a la gente a saltar y bailar como si después de esto no pudieran volver a hacerlo. Y en cierto sentido, es así: la banda había anunciado unos días antes a través de sus redes sociales que no van más. Sacarán su disco en los próximos días y se separarán. Esta sería la última vez que Mangoré tocaría en un escenario, y su público vino a despedirlos.
La banda toca un par de enérgicos temas más que hacen bailar y cabecear a la gente, que vacila los temas como si ya todos nos conociéramos. Luego Matías toma el micrófono para decir: “Bueno, supongo que todos saben acá quienes somos… perdón, quienes éramos”, que resulta en gritos de desapruebo al chiste del bajista.
A la gente no le gusta asumir que la banda que conocían hace años y de la que esperaban discos (que nunca salieron) y éxitos futuros decidiera no seguir más. Pero no hay que entender a Mangoré por lo que no alcanzaron a hacer, sino por los temas que dejaron y cosas que lograron; entre ellas, tocar en diferentes regiones del país, un Lollapalooza y telonear a los Chancho en Piedra frente a un Caupolicán lleno. Logros nada menores para una banda que por su propio esfuerzo se abrió paso en la difícil industria chilena, que suele tirar para abajo a todos los aspirantes al título.
Era su concierto de despedida y los cabros se dieron el gusto de hacer de todo, Lucas, el batero interpretó unos temas en guitarra mientras Felipe se pasó a la batería. Incluso, tocaron el comienzo de Libertad con esa formación, tema no hecho para ser tocado de esa manera. Subieron a un grupo de bronces al escenario para que los acompañaran. Agradecieron a todos de quienes se acordaron, dieron muchos discursos emotivos entre medio de las canciones sobre su viaje de aprendizaje en este proyecto que cosechó algunos éxitos y canciones que seguirán siendo escuchadas por muchos años más.
Todo iba sobre ruedas según lo planificado, pero cuando la banda iba a comenzar a tocar los últimos dos temas, Lucas dice al micrófono: “Paren, paren, quiero decir algo… No me siento muy bien… en serio”. Desde el calor del público todos pensamos que se iba a largar con otro monólogo sentimental, pero luego se bajó del escenario para recomponerse. El malestar era físico. Pasaron unos minutos de pausa y Tomás dio el anuncio que el concierto debía terminar ahí porque el baterista, quien se había mostrado muy emocionado a lo largo de toda la jornada, no estaba en condiciones de seguir tocando.
Después la banda salió adelante a sacarse unas fotos con el público mientras entre el calor de los asistentes, que ya parecían amigos, se comenzó a cantar el coro de Taxidermista: “Baila conmigo, quememos este lugar”, con una fuerza sobrecogedora. Pero ahí quedó todo. En un lindo recuerdo y muy buenos temas. Eso fue Mangoré y su emotivo último concierto. Todo terminó antes de tiempo.
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