Descubriendo lo que el polvo ha levantadoespera un momento...
lunes 30 de octubre, 2017
Escrito por: RodForChoice
Las gradas comienzan a ocuparse tímidamente en este domingo frío. Un improvisado partido de basquetbol se inicia mientras Jimena Dominguez se instala para abrir la jornada de cierre de la cuarta versión del Festival Levantando Polvo en el Centro Cultural Rojas Magallanes. Desde Argentina llega con sus máquinas para llevarnos a su trance y su control mental. Es una música de ambiente agradable con una voz muy clara y afinada. Unas tres docenas de jóvenes van dando forma a la audiencia.
Composiciones con pulsos atípicos envuelven una métrica difícil de seguir, con un grado de complejidad interesante que es suavizado con melodías y armonías de un registro dócil, a pesar de que los niveles de las bases se disparan en ciertas ocasiones. Van veinte minutos y Jimena comunica con su propuesta trip-popera. Saca los apuntes de su libreta y continúa tranquilamente sin mirar hacia al frente.
Sus flores azules (frase que aún repito en mi cabeza) terminan por despedir su presentación y baja del escenario de la multicancha sin premura, al mismo tiempo que van llegando nuevos artistas para el resto de la tarde. Vamos al escenario interior.
Noah Nada alista las cuerdas de un rock indie bailable y muy fácil de identificar. Cuarteto que logra prender al público inmediatamente, a pesar de que el show fue muy corto, pues aclararon que era su primera presentación y no tenían más temas que mostrar. Apenas pude apuntar «Fantasmas» cerrando su poco rato de música, sin embargo estuve atento, bacilando y moviendo las patas todo el rato. Chaqueta al piso incluso.
Volvemos a salir y le hago ojitos a las Wawa Negra Vegan Pizzas, haremos hambre pa más tarde. Emisario Greda se luce como conjunto desde que parten. Un quinteto muy bien construído. En primera línea llama la atención el manejo teórico desde que parten no he podido despegarme de su base. Hay dinámicas controladas y los temas tienen una estructura muy dotada, cadencias que se enchufan y se diluyen en el aire luego de hacernos pasar por todo un viaje oculto. No es fácil alinear cuatro teclados, muy buena pega de Franco en el sonido.
Tremendas intros y outros en cada tema. Difícil anotar. Ya debemos ser más de 50 personas en la multicancha y todos estamos pegados con atención. El de la squier (telecaster, si la memoria no me falla) se luce en sus solos y vuelve como si nada al korg, pega parecida hace su colega de anteojos al cerrar los temas, pero la rubia de los sintes hace arreglos únicos que no había logrado percibir hasta que me detuve en sus manos. Quedan las últimas dos canciones y me aburrí de estar sentado. Quiero pararme frente al escenario para disfrutar del excelente sonido.
Momento romántico para la tarde. Diego Lorenzini toca con su guitarra y su voz, sin mayor necesidad que la invitación a la intimidad. En su segundo tema siguen llegando a escucharlo en su pieza piola, una especie de tertulia fogatera de la región del Maule. Algunos se sientan en el suelo y lo miran con respeto.
«Un susurro muy especial…» trae para cerrar su canto, con reggaeton romántico y otros versos chistosos que saltan hasta Sting jajaja. La raja el cabro, continúa el mismo que pasaba piola entre el público y termina entre aplausos rotundos con sus letras y su simpleza. Muy buen matiz para dar el pase pal patio. Este talquino me hizo creer varias veces que terminaba su show, el loco seguía y prendía el ambiente. Además, me parece que fue el peak de muchedumbre. Me aburrí de contar a las 70 personas y la gocé.
T3r4t0m4 irrumpe de una, casi inmediatamente, tras el final de Diego. Si bien, a primeras escuchas, esto no para nada mi volá, los cabros hacen algo que conecta con su gente. Hay apañe y es la primera banda que logra una conexión real hasta hacer que se muevan enteros y salten eufóricos por el patio. Desde que parten con la perfomance solista con esa guitarra de palo electrificada transmutada en un una guitarraepalocaster, muy acorde a su expresividad. Desde abajo salen hasta burbujas entre el público y el batero se sube con el bajista luego de unos 4 temas llenos de euforia y #Fuuuaaaa, aunque deficientes en la voz, pero eso no importa. Los cabros no tienen ni 25 años y se sienten con más calle que nadie. Esa actitud rescato, valoro y remarco.
Y es que es esa la forma de esta banda/proyecto solista, es lo único que no me queda tan claro como espectador. Más bien lo entendí como dos presentaciones, la del solita y esa que luego invita a sus amigos a que se motiven a hacer música con él, antes de pensar en la estructura y la composición. La wea fluye y es un lujo ver que sobre las escalas se respetan los diferentes géneros musicales, mensaje fundamental y tónica que es parte del sello de este #LevantandoPolvo, un Festival que crece en cada versión y que al fin hemos podido conocer de cerca.
La mezcolanza de públicos es natural y aquí vienen los que quieren conocer buenas propuestas. Profesionales e independientes con carácter y algo que decir, a veces sin palabras como en este caso. Y es que es verdad, la ciencia a la hora de hacer música es simple. Dedícate a hacer la wea que te gusta. Esa ha sido la premisa todo este domingo. Los músicos se quedan a ver a sus colegas, de la misma forma que lo hacen sus seguidores.
Briceño era el indicado para calmar las pasiones de esta 4rta versión, una llena de múltiples actividades y con un mensaje claro que Sebastián deja en claro antes de presentarlo. Hay un gran equipo que sostiene esta idea y que la van cuidando con cariño y hermandad. Todos a esta hora están medios cansados y seguimos dispuestos a fumar y compartir un vino para irnos tranquilitos a cerrar la semana.
«Eres igual que las olas, me besas y te vas» le dice su madre a Cristóbal. Un verso que perfectamente me podrían decir cada semana. Comenta que está preparando varias grabaciones, en especial con composiciones bailables junto a su compadre Gonzalo Nuñez. Dos acordes y suena «desesperada de Marta Sánchez y al fin los buenos pa hablar al menos cantan y se reconectan, pues incluso el hombre de la guitarra Cort tuvo que pedir que «conversen más callados» para continuar.
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